martes, noviembre 29, 2011

Estructuras (sintácticas)

Debo admitir que siempre me han gustado todo tipo de estructuras. Las estructuras se relacionan con la regularidad, el orden, la estabilidad y, por qué no, la seguridad. Las estructuras nos aportan un soporte, un refugio, una salvaguarda para el caos diario de un mundo hecho en vidrio amorfo y plástico. También pueden crearnos dependencia y apego, impidiénonos la flexibilidad y la adaptabilidad que los tiempos requieren. Aún así abogo por las estructuras.

En especial me gustaría resaltar las estructuras sintácticas. Las estructuras físicas y arquitectónicas son hermosas, pero requieren de capacidades para las que lamentablemente no estoy dotada. Las estructuras sociales me parecen complejas y en sus reglas me muevo con torpeza. Las estructuras de datos me parecen meras cajas. Las estructuras sintácticas, por el contrario, son manejables, accesibles y cómodas.

A riesgo de mostrar ciertos rasgos autistoides, confesaré que la sola contemplación de estas estructuras me produce un sosiego inmediato, como una especie bálsamo para mi mente. Jugar con ellas ordena mi pensamiento y me da claridad de ideas. Al mismo tiempo me conceden un espacio fuera del mundo donde poder encontrarme a mí misma, donde se diluye esa molesta sensación de inutilidad que me acompaña de seguido. Una bendición que lamentablemente se presenta en gotas.

miércoles, noviembre 23, 2011

martes, noviembre 22, 2011

Opeth - Sala Penélope

Aún no me explico cómo pude acabar en el concierto de un grupo que no sigo y cuya música tampoco me llena. Pero ahí estaba yo la noche del sábado preguntándome a mí misma qué pintaba yo allí. Fue una total pérdida de tiempo que podría haber empleado en dormir y recuperarme de una dura semana.

El grupo estuvo impecable, aunque un tanto soporífero. Más allá de eso, lo peor con diferencia fue la organización. Primeramente, la sala Penélope (primera vez que veía un concierto en ella) no me parece adecuada para dar un concierto. Es pequeña y no reúne condiciones. Y tiene una pedazo columna en medio de la pista que impide cualquier visión del escenario si te quedas atrás y escorado, como fue mi caso. Si a eso añades volumen bajo del sonido y gran intensidad lumínica, tienes una atmósfera que no llama a sumergirse en el concierto, por desconocidos que sean los temas.

Segundo, creo que se vendieron más entradas de las que permitía el aforo. Dentro estábamos como piojo en costura. Incomodísimos. Es más, es probable que mucha gente se quedó sin ver el concierto porque se hablaba de la presencia de policía a las afueras del recinto y de reclamaciones. Sin poder verificarlo, lo que sí puedo decir es que detrás de donde estabábamos nosotros haciendo cola se formó otro grupo tan grande como el que teníamos por delante. Detrás de mí no entró tanta gente (o así me pareció), así que me creo que se haya podido organizar algún problema por falta de aforo. Si es cierto, es una vergüenza: overbooking en los conciertos.

Y para colmo, la apertura de puertas comenzaba a las 20:00.  Como queríamos ver a los teloneros (Pain of Salvation), fuimos sobre esa hora a las puertas, pensando que entre la apertura de puertas y el comienzo de los PoS habría tiempo más que de sobra. No sé a qué hora cruzamos las puertas de la discoteca, tampoco me pareció una eternidad (¿quince minutos quizá?), pero ¡los teloneros estaban acabando el concierto! Dios, ¿a qué hora empezaron?A mí me daba un poco igual, la verdad, pero el resto estaban un tanto frustrados, cosa que se agravó durante el concierto de Opeth.

En resumen, un cúmulo de despropósitos. Lo único bueno que he sacado es una camiseta con el logo tan chulo que tiene el grupo.

domingo, noviembre 13, 2011

Noviembre de conciertos


Tras meses de sequía musical parece que muchos de los grupos que más me gustan se han puesto de acuerdo para venir a Madrid a tocar, todos con disco nuevo. Eso hace que estos meses de noviembre y diciembre estén saturados de citas. Obviamente, por motivos de disponibilidad y dinero, es necesario hacer una selección de los mismos. Otra limitación, lamentablemente, son mis viajes laborables. Eso ha hecho que me haya perdido el concierto de Amon Amarth y que tampoco pueda asistir al de Machine Head la próxima semana, cosa que me revienta sobremanera. Por todos estos motivos, este fin de semana tenía hambre de conciertos.

El primero de ellos fue el de Iced Earth el viernes con su nuevo disco "Dystopia". La reciente salida del gran Matt Barlow, dejaba la incóginita sobre el futuro del grupo. Sin embargo, el disco es bastante bueno y el cantante, Stu Block, es todo un portento vocal. Además parece ser un frontman decente. Resultado: un concierto excelente con dos momentos muy especiales: "Damian" y "Dante's Inferno". He de reconocer que no había mirado el setlist antes del concierto, por lo que la primera canción fue toda una sorpresa. La segunda sí era esperada, pero no así el resultado, que fue brutal. Un pedazo de concierto.

Mención especial para los teloneros Fury UKque hicieron un gran trabajo. Eso sí, no pueden sonar más Maiden y eso creo que les puede perjudicar un poco en su carrera.

El sábado tenía una cita con los chicos de In-Extremo y su nuevo album "Sterneneisen". Dave ha hecho una crónica excelente en su blog. Por mi parte sólo decir que lo que me gusta de In-Extremo es que son capaces de variar la canción original y que encima les quede bien. Así que asistir a sus conciertos siempre resulta sorprendente.

Fue un concierto muy divertido  y disfruté como una enana. No voy a criticar el setlist porque me gustó bastante (aunque echo de menos algunos temas), pero el orden de las canciones sí podría haber sido mejor. Por ejemplo, cerrar con "Stalker" no me pareció muy afortunado. Menos mal que lo arreglaron con los bises y el final "Spielsmannsfluch".

La banda sonó muy bien, quizá porque la acústica de la sala Caracol es mejor que la de Heineken (que por cierto parece que cambia de nombre, pero no me queda claro si a "Marco Aldany" o al antiguo "Arena").

El próximo concierto, Opeth. No sé muy bien por qué voy, ya que no son de mis bandas favoritas, pero quizá me sorprendan.


jueves, noviembre 03, 2011

Camino a París

"Shouji, shouji". Me parece que estoy soñando. "Shouji" significa "teléfono móvil" en chino. Me parece oirlo claro y nítido. Por supuesto que estaba soñando. Hace un rato veía a mi abuelo paterno en una silla de ruedas, con su bata azul y sus grandes gafas diciéndome: "gitana, gitana de raza pura". Hace más de diez años que falleció, pero yo aún siento su pérdida. Claramente estoy soñando.

Desde hace un tiempo he desarrollado la gran habilidad de quedarme dormida en todos los despegues. Hincho mi almohada cervical fosforita, me reclino sobre la ventanilla y caigo dormida como un tronco. Es genial porque lo paso fatal en cada ida y de esta manera no me entero de nada.

Pero ahora tengo los ojos abiertos y oigo claramente el sonido de un teléfono. Miro por la ventana. Aún estamos en tierra, esperando a despegar. Detrás de nosotros espera una cola de al menos cuatro aviones. Un chico está recriminando al pasajero que apague el teléfono, pero parece que éste no sabe. Vuelvo a mirar por la ventana. Un hermoso sol de otoño se destaca entre las nubes plomizas que descargaban un chaparrón minutos antes.

Ya llevamos cuarenta minutos de retraso. Voy a llegar de noche a París. La sombra de la Tierra se dibuja en el horizonte. "Es un buen día para morir", pienso yo, pero descarto en el mismo instante el pensamiento. Se me ocurren pensamientos de lo más bizarro en los despegues que trato de sustituir por otros más halagüeños. Pienso que quiero volver a Paracuellos a ver despegar los aviones, que quiero salir una noche a buscar Polaris y Betelgeuse.

Lo mejor es que intente volver a dormir. Y así, poco a poco, vuelvo a caer en los brazos de Morfeo.