jueves, febrero 25, 2016

Yo soy en el trabajo

La clase de mindfulness de ayer tuvo un punto clave sobre nuestra forma de vida: gestionamos el tiempo fraccionándolo y miramos siempre a las fracciones que nos van a proporcionar placer. Esto que en clase era poco más que un concepto, he terminado vivenciándolo esta mañana cuando estaba visualizando mi día. Estaba diciendo en voz alta: hoy va a ser un buen día porque voy a comer con Macu y Ales, porque tengo zumba, y porque Crisis me va a dar un masaje. Y, entonces, una voz interior me ha dicho: ¿y qué pasa con el resto?

Me he quedado atónita porque tenía toda la razón: mi día es mucho más amplio que esos fragmentos. El resto del día son unas no desdeñables 8 horas que tienen la mala fortuna de estar etiquetadas como "trabajo", con todas las connotaciones que eso conlleva, la mayoría negativas. Y durante esas ocho horas yo sigo existiendo. Es más, estoy dando todo mi esfuerzo, mi creatividad, mis ideas, mi esencia a esa "ingrata" tarea llamada "trabajo". Filtrar todo eso, es filtrarme a mí misma, es quedar reducida a unas míseras horas.

Desdeñamos el trabajo, pero ese trabajo también nos aporta cosas buenas:

  • Paga nuestras necesidades y nuestros caprichos. Es decir, contribuye a nuestro sustento y a nuestro ocio.
  • Nos permite desarrollar el sentimiento de utilidad.
  • Nos permite desarrollarnos personalmente mediante un aprendizaje diario. Hablo de cursos de formación, pero también de la experiencia que ganamos día a día en lo que hacemos.
  • Nos estimula. Nos reta. Hace que evolucionemos.
  • Nos permite desarrollar otras facetas de nosotros mismos. Por ejemplo, si no fuera por mi trabajo, yo no daría charlas en público porque no está en mi día a día. Aun recuerdo a mis padres flipar un poco el día de la boda de mi hermana cuando hice mi speech, porque jamás me habían visto exponer (y mira que estaba nerviosa ese día), porque no conocían ese aspecto de mí, porque ellos tienen la idea de la chica tímida y reservada, pero no de la jefe de proyecto.
  • Nos permite relacionarnos socialmente (a veces a nuestro pesar ;-))
  • A veces es divertido.


El mindfulness va un poco más allá. Lo que nos pide es estar presente en esa actividad, aunque no nos guste, aunque no sea divertida, aunque no nos dé placer. Porque parece que en nuestra vida sea una búsqueda del placer, caminando de hito en hito de placer: el fin de semana, las vacaciones, el cine, salir de copas con los amigos...Siempre estamos ávidos de esas experiencias placenteras.

Pero la vida es mucho más. La vida también es la oscuridad. Y muchas veces esa oscuridad, en realidad, es una rica gama de grises, que no vemos porque estamos empeñados en verlos como negros. Porque no abrazamos los instantes de la vida, porque pasamos por ella de puntillas, sin saborear.

Así que esta mañana he decidido estar presente en mi trabajo e intentar vivirlo de la mejor manera posible (socios y compañeros mediante). Porque quiero experimentar toda mi vida.

miércoles, febrero 17, 2016

HoS

Me han ascendido. Ahora soy Head of Sector en mi departamento. Por un lado, esto es motivo de satisfacción, porque es un reconocimiento personal y porque me va a permitir hacer cosas nuevas. Por otro, me va a permitir crecer mucho personalmente. El mundo está lleno de maestros, y mis compañeros de trabajo van a ser “grandes” maestros. De hecho, la persona que resulte de esta nueva etapa será un poco también el producto de ellos (lo que yo les permita).

Con el nombramiento, el comportamiento de mis compañeros de trabajo ha cambiado. No todos en la misma medida y forma, pero se nota a la legua a quién le ha caído bien y a quién mal mi nombramiento. Da igual que traten de aparentar, lo percibo igual.

Sabía que esto iba a pasar porque los conozco. Sé de las aspiraciones de muchos, de sus reivindicaciones, de sus filiaciones…pero no sabía que sería así. La vivencia más parecida que recuerdo es por un tema de sueldos. Duele, relativamente. Mi parte géminis me ayuda mucho a desdoblarme para mitigar ese rechazo. 

En parte, reconozco que es normal que pongan distancia: es la misma que pongo yo con mis jefes. De hecho, es la misma que debería poner yo con ellos. Es la soledad del “poder”, supongo. Afortunadamente aún quedan quienes mantienen su trato conmigo más inmutable. No son muchos, pero me bastan.

Necesito un cambio de chip, pero va a tardar. Esto no es como un interruptor que presionas y tienes luz. Ser jefe es un proceso, un aprendizaje, y a mí me queda muuuucho camino por delante. El camino da muchas vueltas y tiene muchos obstáculos (ya los estoy viendo ¿no?). Y lo que hoy es arriba, mañana es abajo. Y lo que hoy es inclusivo, mañana es excluyente. Espero no olvidarlo. Por mi bien.

lunes, febrero 15, 2016

Nuria

Una ironía de la vida: mi prima Nuria llevaba largo tiempo pidiendo en el trabajo un traslado a Zaragoza para estar con su madre, enferma de cáncer. Ahora que mi tía acaba de fallecer, le conceden el mismo. Normalmente las ironías de la vida me arrancan una sonrisa, pero están llenas de cinismo, frustración y una ira latente. Las cosas que queremos, si llegan, a veces lo hacen demasiado tarde.

Aun así, me cuenta mi prima que se marcha a Zaragoza. Necesita empezar de cero. Lo entiendo perfectamente: un cambio te mantiene tan ocupado con la adaptación que dejas de pensar en otras cosas más dolorosas. Zaragoza, además tiene ciertas ventajas: antiguos amigos, familia, la patria perdida (en el sentido Heimat), así como las comodidades y ventajas de una ciudad de tamaño medio. En cierta forma, la envidio. Envidio los cambios que todo el mundo parece experimentar a mi alrededor. A ratos pareciera que todo el mundo evoluciona, excepto yo. Y no es verdad del todo, porque ahora mismo comienzo una nueva etapa, pero no es la que quisiera vivir en realidad.

Nuria nunca ha sido una persona con la que me haya relacionado muy intensamente. De pequeñas ayudaba tener una edad similar y coincidir en el pueblo aunque no fuera muy frecuentemente. De mayores no tuvimos apenas contacto hasta que llegó a Madrid. Pero realmente nuestra relación mejoró con el viaje que hicimos juntas a Israel. Nos llevamos bien, a pesar de los caracteres tan diferentes. Y sin embargo, a pesar de vivir en la misma ciudad, nos relacionamos lo justo. Creo que ambas sabemos que no nos necesitamos.

No obstante, ahora mismo siento un fuerte apego por ella, tanto que me duele que se marche. Tengo la sensación de que pasado el viaje que tenemos el próximo fin de semana, ambas dejaremos de vernos. Sé cómo funciono: ahora siento una gran tristeza, pero me desapegaré en cuanto deje de verla. A veces me sorprende cómo soy capaz de mantener tantas amistades en la distancia, cuando me relaciono tan poco. Debe ser que ciertos vínculos de amistad son diamantinos y perduran a pesar del tiempo y la distancia. Creo que no será así en el caso de Nuria.

Sin duda, Nuria no tiene nada que la retenga en Madrid, mucho menos yo. Tras el fallecimiento de mi tía me sentí muy mal por mi prima. Debe ser muy triste estar tan sola en el mundo. Aunque parezca llevarlo bien por fuera, en el fondo la procesión va por dentro. Es esa manía que tenemos de aparentar fortaleza cuando en el fondo queremos llorar. En eso, me siento identificada con ella, a pesar de la diferencia de circunstancias. Pero admiro su capacidad para lidiar con la soledad y la tristeza. Debería preguntarle cuál es su receta mágica.

Ahora mismo me siento tremendamente sola y la temperatura de la habitación parece haber caído diez grados de golpe. Necesitaría un abrazo, pero no hay nadie.

domingo, febrero 14, 2016

Spotlight

Por una vez, el plan de las Arpías fue diferente. En vez de la sempiterna cena, un cine. Y eso que el día lluvioso únicamente incitaba a la pereza y a quedarse en casa. Cuando Ali propuso el cine, me dio miedo la película que escogeríamos para ver. Algunas de ellas son demasiado culturetas para mí, y sinceramente, las películas sesudas me apetecen con cuentagotas. Pero cuando propusieron "Spotlight" respiré aliviada. Por supuesto, la experiencia social sí se ajustó a la norma: siempre nos pasa algo insólito y surrealista. Pero no lo contaré aquí.

"Spotlight" es el nombre de un grupo de investigación del periódico The Boston Globe. Cuando llega un nuevo editor jefe a la redacción les plantea empezar a investigar la denuncia de un abogado que acusaba al arzobispo de Boston de haber ocultado varios casos de pederastia. Una denuncia social al que apenas se le dedica unas líneas en una columna de opinión. La investigación empieza con sumo cuidado dada la influencia de la Iglesia católica en la ciudad, que prácticamente controla todos los recovecos del sistema. Los periodistas contactan con el abogado y algunas de las víctimas, y empiezan a tirar del hilo, que termina destapando un gran escándalo a nivel estatal.

La trama revela casos sistemáticos de pederastia, la mayoría en familias desestructuradas donde el peso de la Iglesia es enorme. Casos que quedan cubiertos al amparo de los múltiples intereses, desidia, y negligencia de todos los poderes fácticos, de toda la comunidad de Boston, así como del sentimiento de culpa y vergüenza de los afectados. La trama llega a verse afectada por los acontecimientos del 11-S del 2001 y los tiempos necesarios para publicar la historia dentro del marco de sensibilidad de una nación traumatizada por los mismos, que necesita aferrarse a su fé para seguir adelante.

La auténtica protagonista de la película es la propia historia, que está tratada con gran cuidado. La película plantea los hechos, sin llegar a ser desagradable o a supurar inquina, aunque señala claramente la culpa de la Iglesia y de la sociedad como responsables de los mismos. El reparto coral apoya la trama gracias a grandes actuaciones, muy medidas y equilibradas. Muy recomendable.

viernes, febrero 12, 2016

Machine Head

Primer concierto del año con Machine Head. El último disco, titulado "Bloodstone & Diamonds", salió en 2014 y pensé que la gira del 2016 estaba asociada al mismo. Pero en realidad el planteamiento de la banda era "An evening with Machine Head", es decir, un encuentro con sus fans, sin teloneros, dos horas de pura música de la banda. He leído también que este año no van a festivales porque no quieren estar con gente que no tienen ni idea de quienes son. Me suena un poco sentimental, pero me parece lícito. Y la verdad que el formato funcionó muy bien. Fue un gran concierto.


Es una pena que no pudiera disfrutarlo al completo porque no llegué muy entonada al mismo. No fue hasta que sonó "Darkness Within" que pude empezar a disfrutarlo. Me encanta esta canción, me pone los pelos de punta. Es una canción muy personal que habla de la redención a través de la música. Me siento muy identificada con ella, a pesar de que mi historia no tiene nada que ver con la de Rob Flynn, y que ambos vivimos la música de maneras diferentes. Él es música y yo simplemente la consumo y me evado con ella.

"So pray to music build a shrine
Worship in these desperate times
Fill your heart with every note
Cherish it and cast afloat
'Cause god is in these clef and tone
Salvation is found alone
Haunted by its melody
Music it will set you free
Let it set you free"

El repertorio estuvo muy bien elegido, aunque eché en falta canciones del "Supercharger". Y me habría encantado que tocasen "None but my own", pero nada. Por otro lado, antes del concierto había mirado algún setlist de conciertos pasados, concretamente el de Santiago. Y no sé, creo que la lista allí fue más larga, o me he liado malamente con las canciones. Me había hecho la ilusión de que sonara "The Blood, the Sweat, the Tears". Cuando llegó "Halo", que cerró el concierto, se me hizo corto, aunque llevábamos las dos horas de concierto. Cerrar con confeti también me sorprendió. Lo he visto en otros conciertos, pero de ellos no me lo esperaba. Fue curioso.

También me interesó la relación del público con la banda. El público estuvo muy entregado, más cuanto más próximo al escenario. Esto es así siempre: estar cerca de la banda y contagiado por el entusiasmo general hace que la comunión sea más fuerte. Pero hay que tener muchas ganas de estar en primera fila en un concierto de Machine Head, ya que promueven los pogos y los mosh pits. Si  ya es difícil ver un concierto apretujado (más siendo bajita), ser zarandeado de un lado a otro es horrible. Al menos para mí. Por eso siempre busco lugares altos, alejados del meollo, donde pueda disfrutar tranquilamente del concierto.

En esta ocasión, desde mi posición tenía una visión excepcional de toda la sala, y de las primeras filas. Es divertido ver cómo se forman los mosh pits. La teoría es sencilla: todos corriendo en sentido antihorario al tiempo. Sin embargo, cuesta mucho que la gente se organice y el círculo se consolide. No sé si es falta de experiencia o que es complicado crear el hueco para el círculo, un hueco suficientemente amplio para que el  mosh pit sea notable. Pero a veces surge y en esos momentos tiene algo de trascendental: cómo del caos surge el orden, y cómo el orden vuelve a diluirse en el caos. También me intriga cómo surge el propio círculo. A veces es el propio cantante quien lo pide: "circle pit", pero otras aparece espontáneamente. ¿Cómo se organizan ahí? Es fascinante.

Siempre es un placer ver a Machine Head. Siempre hacen buenos conciertos. Algún monólogo de Rob podría ser más corto, pero también es una forma de enganchar con el público, cosa que también criticamos a los que no interaccionan en absoluto, o no saben cómo hacerlo.

Y poco más que contar.  Muchísimas medidas de seguridad a la entrada. Yo llevaba por casualidad unos snacks de frutas confitadas en el bolso. El guardia me dijo que estaba prohibido pasar comida, pero le debí dar pena y me los dejó. Una suerte porque baratos no eran.
Dentro hacía bastante frío. Donde yo estaba no había mucha gente y se notaba más fresco. Además, la moqueta estaba mojada.
En La Riviera sigue estando la dichosa palmerita de marras. ¿Cuándo la quitarán?

lunes, febrero 08, 2016

Mindfulness y yoga

Por mis últimos posts, pareciera estuviese obsesionada con el tema del mindfulness, pero así son las cosas cuando uno se enfoca en un nuevo área. A pesar de la supuesta novedad, he descubierto que yo ya practicaba mindfulness desde hace tiempo, y lo hacía gracias a la clase de yoga. Pero no sabía que era lo mismo.

Hoy he llegado a clase un poco por casualidad.  En vez de yoga había pensado hacer algo de cardio, porque siento que he engordado, y me siento pesada y lenta. Pero cuando he entrado al gimnasio he cambiado de opinión súbitamente, porque el cuerpo me pedía yoga. Quizás era solamente pereza. Para mi sorpresa, la clase de hoy ha sido un tanto diferente a la rutina normal. No ha sido para nada una clase física, sino mucho más intimista (y ya es decir con este profesor). De hecho hoy la respiración inicial se ha prolongado enormemente, hemos realizado asanas tremendamente sencillas, pero muy conectadas con la respiración, y hemos estado trabajando el sexto chakra (lo cual está muy bien porque no es el que más desarrollado tengo).

Durante toda la clase las consignas han sido muy similares a las de la clase de mindfulness: atención, presencia, consciencia, sentir. Son palabras que nuestro profesor repite constantemente en todas las clases, pero que quizás no terminaba de entender. Ahora, con mis nuevas experiencias, esas palabras cobran un sentido nuevo, como cuando iluminamos con una luz una parte oscura de la mente (¿o es hacer consciente el subsconsciente?).

Hemos meditado de una forma parecida al mindfulness: centrados en la respiración. Y por un instante me he percibido a mí misma tal y como soy, como energía pura, sin etiquetas, sin obligaciones, sin preocupaciones, sin ruido. Simplemente yo. Y por otro instante me he sentido conectada a través de la respiración, primeramente a mis compañeros de clase, luego a todos los seres del mundo, después a la propia Tierra y sus ritmos, y por último al Universo. Todos éramos uno y respirábamos al unísono. 

Ha sido muy especial. Y salgo completamente relajada.

jueves, febrero 04, 2016

Soy. Aquí y ahora.

En primer lugar quiero pedir perdón porque creo que no voy a ser capaz de exponer con fidelidad las ideas que quiero transmitir. Son ideas de esas que se llegan a comprender a un nivel más interno pero que a la hora de comunicarlas, las palabras resultan insuficientes. Me declaro torpe en este aspecto.

Hoy, una vez más, hablo de Mindfulness. Hablo de las primeras ideas surgidas en mi primera clase, que son muy interesantes y que aportan un nuevo punto de vista, llegando a modificar la forma en que miraba la realidad de las cosas. Algunas de ellas ya las he tocado anteriormente en clase de yoga, en alguno de los libros que esto leyendo últimamente,  en algunas de mis soliloquios, incluso en las sesiones con Lola aunque desde una praxis completamente diferente. Ahora todas esas ideas parecen converger en cierta manera, y eso me encanta, porque parece como si fuera un puzzle en el que estuviera encajando las piezas. Cada pieza puede ser muy diferente y puede estar muy alejada de las otras, pero al final todas conforman la imagen completa que representa el puzzle.

La clase comenzó con la diferencia de los dos modos operativos que tenemos: el Hacer y el Ser. Habitualmente funcionamos en el modo hacer. Tenemos inculcada la idea de que tenemos que estar haciendo siempre algo. Nuestro cerebro está siempre activado, pensando, elucubrando, planificando, recordando... Creemos que somos lo que hacemos y asociamos nuestra valía a los resultados de nuestra acción. Nos atamos a una idea de cómo deben ser las cosas, y nos frustramos cuando los resultados no son los esperados, cuando las cosas no salen como queremos.

Esto es totalmente social. Desde que nacemos nos imponen una serie de metas a cumplir, con la promesa de la felicidad y la plenitud asociada a ellas: tienes que sacar sobresaliente en el cole, tienes que estudiar una carrera determinada, tienes que casarte, tienes que formar una familia... A veces las consigues, pero no obtienes la satisfacción que esperas. Otras no las consigues y te frustras, y te sientes un fracasado por no cumplir con los cánones. Otras esas metas ni siquiera tienen que ver contigo. Y nos pasamos la vida proponiendo metas y tratando de alcanzarlas. Una y otra vez, sin ton ni son.

Queremos controlarlo todo, queremos que la realidad se pliegue a nuestra conveniencia, pero la vida no es lo que hacemos, es lo que nos sucede. Y ante lo que nos sucede tenemos diferentes reacciones. Una es la resignación: las cosas son como son. Otra es la confrontación: rechazamos lo que nos acontece, nos quejamos, maldecimos nuestra suerte. Y por último está la aceptación, que es la menos frecuente. Aceptar significa que integramos lo que nos sucede en nuestra realidad como algo temporal mientras buscamos estrategias y posibilidades para cambiarlo, pero siendo conscientes de que quizá el resultado no sea el que buscamos.

Es bueno ponerse metas y tratar de alcanzarlas, pero jamás debemos atarnos al resultado. La búsqueda de la meta también tiene dos posiciones: la de la curiosidad y la de la carencia. En la primera, nos movemos hacia la meta por curiosidad, por el afán de aprender, de superarnos. En la segunda, nos movemos hacia la meta en la creencia de que conseguir la meta va a cubrir un vacío que tenemos, y que al cubrirlo, vamos a ser felices. Este posicionamiento es incorrecto porque la premisa es falsa: somos seres completos de por sí, no necesitamos nada que nos complete. Pero si asociamos nuestra felicidad a algo y no lo conseguimos, vamos a pasar a un estado de frustración creado que es muy dañino para nuestra valía. Porque nuestra valía no está asociada a objetos, logros o personas.  Somos valiosos porque somos seres humanos.

Luego está el modo Ser. Es lo que somos por debajo de ese ruido que es el Hacer. Nuestra esencia. Pero raramente conectamos con ella porque estamos demasiado ocupados haciendo. Porque nuestra atención está puesta en otros focos.Aquí aparece el concepto de atención como una linterna que enfoca un pedazo de realidad. Rafa dice que sólo existe aquello a lo que prestamos atención. Por ejemplo, ahora estoy centrada en la pantalla y esa es mi realidad. El resto de personas y objetos a mi alrededor (mi móvil, mi agenda, mi compañera Macu, incluso los emails que llegan de mis socios...) simplemente no existen hasta que mi atención se desplace hacia a ellos. De hecho mi única realidad es la que existe aquí y ahora. Soy aquí y ahora. Nada más. 

Pero nuestra atención aparece dividida continuamente atendiendo a una serie de distracciones, generalmente pensamientos intrusivos, que tratan de capturar nuestra atención. De esta manera nos perdemos la realidad y las experiencias que ella nos aporta. Vamos al cine, pero no disfrutamos la película porque estamos dando vueltas a cien cosas en nuestra mente: la lista de la compra, echar la lotería, llevar al gato al veterinario, sacar los platos del lavavajillas, pedir cita en el dentista, etc.

Mindfulness no trata de eliminar los pensamientos intrusivos. Se trata de reconocerlos para elegir dónde ponemos nuestra atención, para que ellos no nos desvíen del foco en el que queremos centrarnos realmente. Trata de que seamos conscientes más que reactivos. Y en esa conciencia, en esa elección del foco de atención, es donde reside nuestra libertad.