jueves, junio 15, 2017

Desesperanza

Te dan una noticia que va a poner patas arriba tu mundo. El fin de tu mundo. El fin de algo que amas tanto. Impotencia, frustración, ira, miedo…todo se mezcla en el crisol de tu corazón. Puro magma que pugna por salir. Pero no puedes permitirlo, porque eso significaría dar demasiadas explicaciones que no le importan a nadie. Así que luchas contra las lágrimas que quieren derramarse, intentas forzar una sonrisa para que nadie te pregunte (aunque siempre puedes decir que estás constipado o que tienes alergia), intentas que tu semblante no parezca tan pálido y serio, intentas que los pedazos de tu corazón no se disgregen, intentas no colapsar en público, aunque es lo que más te gustaría en este momento. O morirte en ese mismo instante.

Intentas ocupar tu mente con el trabajo, pero es imposible concentrarse. Nada te puede consolar: ni el chocolate, ni los vídeos de gatitos, ni los memes recibidos por el whatsapp, ni las anécdotas de la última reunión…El dolor de tu corazón es ensordecedor. Pones la música a todo volumen hasta que los oídos duelen, porque el sonido te va a inundar por dentro, y con suerte aplacará la desesperación lo suficiente para que el dolor no te devore por dentro, y con suerte callará la voz interna que te dice que todo está perdido, que no hay esperanza.

No puedes evitarlo. La vida vuelve a golpearte y esta vez es un palo muy duro. No sabes cómo vas a poder superarlo. Sólo queda aceptarlo, como si fuera fácil. Como si fuera fácil renunciar a lo que amas. No hay nada que puedas hacer salvo llorar y esperar a que un día el dolor desaparezca.

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