miércoles, noviembre 22, 2017

Frustración

La mayor frustración de la vida es desear algo con toda tu alma y no poder conseguirlo. Elaboras una estrategia tras otra, pero ninguna funciona. "No sé puede tener todo en la vida", dicen. Y yo me pregunto:  por qué no? Por qué no voy a poder tener todo lo que deseo? Pero la realidad se impone a mi creencia, dejándome lidiar sola (como siempre) con esa emoción que parece querer desgarrarme por dentro, esa mezcla aguda de ira, de tristeza, de impotencia. Puro veneno para el alma. A nivel físico se manifiesta en un malestar que amenaza con dejarme inerte en la cama, vacía de energía, con el único deseo de dormir y apagar el mundo hostil que me rodea. Y pensar que las putas catecolaminas van a estar viajando por mi torrente sanguíneo durante cuatro horas haciendo de las suyas.
Y pensar en que es injusto que te pase esto; que es injusto que las cosas no salgan como tú deseas; que es injusto esforzarse para nada. Y pensar que estás muy cansada de luchar para nada. Y pensar en que si te rindes ahora la lucha no habrá servido para nada, pero al tiempo pensar que encontrarás alivio. Y pensar en que quieres eso muchísimo, pero para qué seguir luchando por un imposible. Y pensar que estás maldita. Y pensar que dios te odia. Y pensar que no vales nada.
Mañana será otro día, me habré atemperado, y seguiré adelante, hasta puede que siga en la lucha. Pero una parte de mí habrá muerto en el proceso. Un pedacito de mi corazón se habrá vuelto de piedra. Ahora es un amasijo de víscera y piedra. Temo que algún día todo sea de obsidiana, y con ello desaparezca todo deseo, toda capacidad de ilusión, toda alegría, todo amor. Piedra, al fin y al cabo.

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