La quinta fase era un eslabón más de una serie de actividades encaminadas a un día que yo consideraba estupendo.
La quinta fase era una escalada en mi creatividad. Después de la quinta podría haber una sexta, una séptima,...todas encaminadas a contribuir a crear ese día estupendo. Me cuesta arrancar, pero una vez que lo hago las ideas parece que se generan solas.
La quinta fase era también una cuestión de involucración. Me cuesta poco dar el paso, pero no voy a darlo si no veo que mi esfuerzo me va a compensar. Recuerdo las palabras de Suni sobre el intercambio de cheques. Quizás sea un tema de retribución, quizás sea un tema de reconocimiento. Para mí es un tema de ilusión. Si no hay ilusión, no me merece la pena seguir adelante, e invertir una energía que se va a desaprovechar.
Así que me he enfriado, como buena piscis. El frío que siento es semejante a un páramo desértico e inhóspito donde antes era todo primavera. Ahora mismo estoy en medio de ese páramo, anclada en la cuarta fase, pero me planteo si no debería deshacer todas las fases. La energía reservada para la escalada sigue ahí, y es necesario desplazarla a algún otro lado, la destrucción por ejemplo, como esos artistas que destrozan su obra. Me planteo si no debería desaparecer.
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