Chiang Mai no solamente es una región del norte de Tailandia. También es el nombre de un estilo de masaje tailandés. Precisamente, el estilo que acabo de aprender, como certifica el título que he recibido esta tarde tras completar el requerido examen. Mi ego está contento: un título nuevo. Pero yo lo miro y no me parece tan importante. Quiero decir, es importante, pero igualmente sé hacer lo mismo con o sin título, y con eso me basta. Es cierto que el título me acredita, y sería importante de cara a una carrera profesional, pero ahora mismo eso es una posibilidad bastante remota.
Nos encanta acumular títulos, pero esto es una cuestión del ego. Nos hace creer que somos importantes por ello. Como las notas, sacar las mejores notas posibles. Que está muy bien sacar un 10, pero ¿has disfrutado en el proceso? Creo que un 7 disfrutado es mucho mejor. Aunque por supuesto esto es un criterio subjetivo y personal. Pero me sigue sorprendiendo que la gente siga preocupándose por las notas cuando están desarrollando un hobby. No tiene sentido para mí.
Ese espíritu estaba presente en el examen de hoy y amenazaba con contagiarse en el grupo. Pero yo hoy no estaba por la labor de dejarme arrastrar. Me sentía segura, me sentía bien; no me cabía duda de que iba a aprobar el examen, y además había invocado a todo mi equipo akáshiko, así que mi mano estaba guiada por los más sabios y grandes. ¿Qué podría salir mal?
Para mi buena suerte, me ha tocado en el primer grupo de examen. Lo prefiero así: quitarme el exámen y descansar. Me ha tocado además una chica, que es mucho más sencillo ya sea solo por menor peso y corpulencia. Teníamos 1h30 para completar la rutina, yo he terminado en 1h18, incluso extendiendo el masaje de cara todo lo que me ha sido posible. Creo que lo he hecho bastante bien, estoy contenta.
Terminado mi examen, tocaba recibir. Sin presión alguna, me he dejado caer en el relax más profundo. Quería hacer hoponopono durante la rutina, sin embargo mi mente ha empezado a mandarme imágenes. A veces me pasa: veo imágenes con los ojos cerrados, pero las veo tan nítidamente como si estuviesen abiertos, sólo que es directamente en mi mente. Un desfile de ellas se ha cruzado por mi cabeza: flores, gotas de chocolate que se convertían en sangre, nieve, etc. ¿Qué significan? Nunca lo sé. Quizás sólo sea el subsconsciente recolocando experiencias. Sé que no estaba durmiendo, pero quizás estaba cerca, o próxima a un estado de vigilia.
Por otro lado, otro de los grandes efectos del masaje ha sido poder desgranar el tiempo. No lo consigo muchas veces, pero cuando lo logro es genial. Consiste en estirar el tiempo como si cada instante se convirtiera en una cuenta de un collar de perlas. Es un continuo, pero cada instante es aislado. Y cada instante es perfecto, porque en cada instante no existe nada salvo yo. No hay necesidades, no hay exigencias, no hay problemas, no hay pasado, no hay futuro. Sólo existe el presente en estado puro, y solamente existo yo. Y eso es tan reconfortante...
Así que he perdido la noción del tiempo y del espacio. Y de este modo hemos llegado al final del examen y del curso. Estoy tan sumamente reventada, que voy a dormir como un lirón. Tengo todo el cuerpo como si cada parte del mismo fuese independiente, como un muñeco troquelado. Después de recibir más tres masajes completos en dos días, no deseo hacer ningún estiramiento más. Va a pasar tiempo hasta que decida tomar un nuevo masaje.
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