Dicen que cuando el alumno está preparado aparece el maestro. Ciertamente, Enric Corberá es un maestro para legiones de seguidores: difusor de la biodescodificación (ahora llamada bioneuroemoción) y del curso de milagros. Ayer lo pude atestiguar en la conferencia que dio en Madrid, con la sala abarrotada de gente. Encima llegué tarde y me tuve que sentar al fondo de la misma, con el obstáculo visual de una cámara.
Corberá no era mi maestro. Ni siquiera sé por qué me apunté a la conferencia. Supongo que fue un impulso de esos que me dan de vez en cuando. Bueno, esta vez acerté y estoy contenta. Porque la conferencia tiene mucho que ver con todo lo que estoy leyendo últimamente, y me gustó la forma en que Corberá planteó la conferencia. Me gustó porque no nos invadió con excesiva información, sino que se centró en cuatro conceptos básicos apoyados por innumerables anécdotas, contadas con humor y cierta gracia, que terminaron por jugarle la mala pasada de comerse todo el tiempo disponible. Por ello tuvo que acelerar al final, con lo que la última parte de la charla quedó demasiado atropellada. Una lástima porque era muy interesante. Estas anécdotas trataban de ilustrar los conceptos, y qué mejor que usar ejemplos de gente de a pie con las que todos podemos sentirnos identificados, o al menos empatizar: "discuto con mi hermana porque no se ocupa de nuestros padres", "mi marido me es infiel, pero sigo con él por los niños", "sólo atraigo hombres que quieren tener sexo conmigo"...Y todo para escuchar que esas circunstancias las creas tú mismo...
La conferencia se llamaba "Creencias Conscientes: el camino a la libertad emocional" y se centraba en que toda nuestra realidad está basada en nuestras creencias. Nuestras creencias están inculcadas desde que somos pequeños. Prácticamente la mayoría proceden de nuestros padres, que a su vez las recibieron de sus padres, o bien se crearon en respuesta a una situación familiar (e.g: la mujer que se veía como una sirvienta porque su abuela lo fue), o también se han recibido socialmente. Tenemos muchas creencias y tendemos a pensar que esa es la verdad absoluta. Así que no vemos el mundo como es, sino como creemos que es. No vemos a las personas como son, sino como las interpretamos. Y luchamos contra todo aquello que vaya en contra de nuestras creencias.
Vivimos además en un mundo dual, de separación del mundo y de los demás. La separación está reforzada por nuestros pensamientos, que se basan en nuestras creencias. La mente juzga negativamente lo que es contrario a nuestras creencias, y al mismo tiempo justifica nuestro comportamiento, nos da todas las razones que necesitamos para que terminemos aferrándonos a nuestra creencia. Nuestras acciones están condicionadas por nuestras normas, que a su vez están sustentadas por nuestras creencias. Lo que nos molesta de los otros se basa en una creencia. Lo que nos disgusta de una situación se basa en una creencia. Así que nuestra libertad emocional es escasa.
Al mismo tiempo estamos proyectando nuestros pensamientos, emociones y sentimientos continuamente. Por resonancia, recibimos aquello que está en nuestra frecuencia. El Universo nos envía todo aquello que está en consonancia con nuestro sentimiento, sin juicio. La emoción resuena en el campo cuántico y se repiten la experiencias porque emitimos en una frecuencia. Por ello si pedimos lo que no queremos, pedimos desde la carencia, o desde una emoción equivocada, el Universo nos va a dar más. Cambiando el sentimiento por uno de gratitud, cambia la experiencia.
Si la mente dual cree que puede controlar los acontecimientos, la mente cuántica sabe que hay que rendirse para encontrar la solución. Nuestro corazón está conectado con el campo cuántico. La mente usa el campo, pero no está conectada a él. Por ello, es necesario vaciar la mente para sentir el campo cuántico, para vibrar con el campo, y la solución llegará a nosotros.
La conferencia cerró con una idea interesante: somos responsables de la energía que liberamos al mundo. Nuestro corazón emite un campo magnético que afecta todo lo que nos rodea. Esa energía se agrega a las energías de otras personas, y parece que toda esa energía pudiera tener un efecto sobre el campo magnético terrestre, lo que se llama "Global Coherence", algo que se está estudiando dentro del HearthMath Institute. A mí me parece una idea bonita, pero a la vez me hace sentir un poco culpable porque la energía que he estado emitiendo no es la mejor. Corberá diría que ya he tomado consciencia y que he dejar el victimismo de lado para poder actuar.
Como he dicho, Corberá no era mi maestro, pero me gustó la charla y le compré un libro (tengo una pila ahora mismo...). Y le veré en octubre para un taller al que me había apuntado tiempo antes.
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