Esta semana la idea de película era pasarse por el Festival de Cine Alemán, que se organiza anualmente por estas fechas en el cine Palafox. Sin embargo, Crisis a última hora cambió los planes y propuso ir a ver esta otra. Que la verdad, a mí no me atraía mucho, porque tenía pinta de bodrio. Pero todo sea por Crisis.
Pareciera como si para ver esta película tuvieses que conocer el juego, pero yo casi no recordaba de nada y aun así he podido seguirla. Muy sesuda no es. A mí me gustaba el juego. No era mi favorito, pero en la universidad era uno de los juegos de referencia. Muy buena tampoco era. Y yo jugaba siempre con los orcos, porque me hacían gracia. Me gustaba oír las frases que decían. A veces, haciendo click muchas veces sobre uno de los personajes, decía cosas mucho más elaboradas, y yo me partía de risa. Luego vino el Starcraft, pero ya no me gustaba tanto. Hace años que no juego a algo así, y tampoco es que tenga muchas ganas.
Pero aquí está la película: el origen del Warcraft. La historia del enfrentamiento de dos mundos: el mundo humano (aunque aparecen otros seres que recuerdan mucho a LOTR) y el mundo orco. Los primeros se ven amenazados por unos seres diferentes que buscan un mundo donde poder sobrevivir. En cada bando, héroes que luchan por su gente, y villanos que ansían el poder.
La ambientación es bastante buena, recuerda mucho al juego, aunque creo que las figuras de los orcos no están totalmente conseguidas. También hay un exceso por mostrar el universo Warcraft y por ello hay demasiados paseos de una ciudad a otra, cuando no es necesario para el desarrollo de la historia. Muchos efectos, muchos colores. La historia es simplona, pero resulta entretenida. Y sí, da para una franquicia.
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