Las
violetas son pequeñas flores silvestres de color morado con hojas en forma de corazón. Son
flores de Imbolc, previas a la primavera propiamente dicha. Crece a la sombra
de otras plantas y cubre sus flores entre las hojas, por lo que es el símbolo
de la modestia y de la timidez. Su perfume es dulce y suave. Crece al borde de
los bosques o al borde de los caminos, pero no es tan sencillo encontrarla,
porque requiere una búsqueda activa y una mayor atención. La violeta no se
muestra, aspira a ser encontrada.
Como
las violetas, existen muchas chicas que pasan por el mundo totalmente
desapercibidas. Son las “chicas violeta” (también hay chicos violeta, pero no
son el foco de mi post). Son las chicas invisibles.
Chicas
que caminan por la vida inconscientes de su belleza o de sus dones, dones que
guardan en su interior para quien sea capaz de descubrirlos.
Chicas
que se alejan de la apariencia para imbuirse en su rico mundo interior. Chicas
tiernas, dulces, sensibles, tímidas e introvertidas. Chicas que se pierden por
los pasillos de bibliotecas o librerías, que se regodean en los lineales de
papelería, que se retiran a las sombras en las esquinas de la cafetería para
leer un libro u observar el mundo que pasa delante de ellas.
Chicas
que recogen su hermosa melena, que tapan su figura, o que usan colores
discretos en su ropa y su maquillaje.
Chicas
que no buscan cientos de miradas sobre ellas, sino una sola que sepa valorarlas
y apreciarlas como ellas merecen. Una mirada que esté dispuesta a adentrarse en
sus profundidades para encontrar el tesoro que albergan, y cuidarlo como el
tesoro que es, porque es tan preciado que ellas no lo ofrecen a cualquiera.
Chicas
que son incapaces de dar el primer paso, porque jamás pensarán que nadie pueda
estar interesado en ellas.
Chicas
llenas de amor y pasión ocultos bajo capas de protección esperando a ser
expresado, revelado, entregado sin reservas, sin medida.
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