Hace unos días leí una de esas noticias que te ayudan a restaurar tu fe en la humanidad. Si no al 100%, al menos lo suficiente para no alimentar la misantropía.
La cadena Telepizza lanzaba una promoción por Twitter premiando con 100 pizzas los comentarios más originales sobre su puzza barbacoa. En respuesta, uno de sus seguidores sugería donar las pizzas a los indigentes para que pudieran comer algo caliente. Esto provocó una reacción en cadena en la que la comunidad tuitera quisieron sumar unidades a la cantidad inicial. Telepizza aceptó el reto y terminaron llegando a 2244 pizzas, que fueron donadas a la fundación RAIS de Madrid.
Éste es un ejemplo de cómo la tecnología puede servir a un uso altruista, que, por supuesto, es un uso secundario. Muchos criticarán la acción como flor de un día, y en parte tendrían razón. Es mucho más útil cuando la solidaridad se mantiene en el tiempo, mejor cuando conlleva un compromiso personal. Sin embargo, tampoco hay que quitar méritos. Gracias a esta acción espontánea, muchos indigentes pudieron tener una noche especial, y eso es muy bonito. Ellos también merecen un gesto en una vida dura, algo que rompa su rutina, su monotonía, su «desgracia».
La cadena Telepizza lanzaba una promoción por Twitter premiando con 100 pizzas los comentarios más originales sobre su puzza barbacoa. En respuesta, uno de sus seguidores sugería donar las pizzas a los indigentes para que pudieran comer algo caliente. Esto provocó una reacción en cadena en la que la comunidad tuitera quisieron sumar unidades a la cantidad inicial. Telepizza aceptó el reto y terminaron llegando a 2244 pizzas, que fueron donadas a la fundación RAIS de Madrid.
Éste es un ejemplo de cómo la tecnología puede servir a un uso altruista, que, por supuesto, es un uso secundario. Muchos criticarán la acción como flor de un día, y en parte tendrían razón. Es mucho más útil cuando la solidaridad se mantiene en el tiempo, mejor cuando conlleva un compromiso personal. Sin embargo, tampoco hay que quitar méritos. Gracias a esta acción espontánea, muchos indigentes pudieron tener una noche especial, y eso es muy bonito. Ellos también merecen un gesto en una vida dura, algo que rompa su rutina, su monotonía, su «desgracia».
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