Desde
que José se marchó, como sola. Podría ir con cualquiera de los grupos de ARI,
pero prefiero irme sola. No soy tampoco la mejor compañía, y no sé si tengo
ganas de mucho small talk con ciertas personas.
He
bajado al bosque de abedules, aprovechando que tenía una comida apta para un
pseudo-picnic: empanada. Es un sitio para comer en invierno porque el calor se
reconcentra y te puedes cocer vivo. Hoy ha hecho mucho calor.
Mientras
estaba descansando ha aparecido una gorriona. A los gorriones los llamo “el
equipo de limpieza”, porque limpian mucho de lo que los humanos dejamos. Hay
otros animales también que forman parte del equipo, aunque a mí me gustan los
gorriones. Cada lunes llevo alpiste para alimentar a las colonias próximas al
trabajo. Es mi pequeño gesto para luchar contra la desaparición de los
gorriones urbanos. Hoy no ha sido excepción, pero está claro que con la
cantidad que suministro no da para cubrir las necesidades de todos.
Desafortunadamente, los restos de la empanada no han servido para mucho.
Aun así,
la gorriona se ha acercado lo suficiente a mí. No quería ser mi amiga,
solamente alimentarse. No creo que sean muy empáticos, pero sí son bonitos,
graciosos incluso. Lástima que estén en decadencia y un día terminen por
desaparecer. Con ella he estado entretenida un rato, simplemente mirándola
pasear a mi alrededor en busca de comida, observando la vida cotidiana de un
gorrión.
Y así
ha pasado un rato.
1 comentario:
Hola,
¡No me extraña que estén desapareciendo, si fuman tanto!
Bromas aparte, a mi también me entristece que estén desapareciendo. Me gustan mucho.
Salud!
R.
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