Si he de calificar esta película con una palabra, sería "desasosiego". No sé por qué aparecía en la sección de suspense, cuando es más un drama. Un drama con tintes paranoides, que va de menos a más hasta llegar a una catarsis de destrucción. Vamos, lo que menos me apetecía para una tarde de sofá. Ya me lo podía haber imaginado después de haber visto "Cisne Negro".
La película trata de una pareja (Jennifer Lawrence y Javier Bardém) que vive en una enorme casa de estilo victoriano en medio de la nada. Él es un escritor ("el poeta") que ha perdido la inspiración y ella está intentando crear un hogar para ambos. Ella está totalmente volcada en él, y él está volcado en sí mismo. Es un ser bastante egocéntrico y egoísta, que necesita la admiración de los demás, y no muestra ningún interés por las necesidades de ella. Realmente es muy fácil ponerse en la piel de Lawrence y empatizar con ella.
La aislada vida de la pareja se ve alterada con la llegada de otra pareja, interpretada por los grandes Michel Pfeiffer y Ed Harris. Bardem los invita a quedarse a pasar un tiempo con ellos, sin contar con Lawrence, y la relación de la pareja comienza a desestabilizarse. Lawrence quiere proteger su hogar a toda costa, mientras que Bardem se siente halagado por la admiración de los nuevos inquilinos, especialmente por Harris, que además de un admirador, está en fase terminal. A su vez, Pfeiffer resulta una mujer bastante nociva, que ningunea y desprecia a Lawrence en su propia casa.
Aquí aparece el primer elemento que me parece perturbador: la intimidad. Esto tiene mucho que ver conmigo. Me cuesta muchísimo dejar entrar en mi casa a extraños. Mi casa es mi templo, mi refugio, mi lugar de recogimiento y de expresión total. En ella solamente entran personas muy concretas. Que un desconocido pudiera entrar en mi casa y que se adueñase de ella, me pone enferma. Por eso me molesta enormemente la actitud de Pfeiffer en la película, haciéndose dueña de un lugar que no le pertenece. Me enferma. Me resulta tan odiosa que la pegaría.
Esa invasión se hace más patente cuando los hijos de la pareja llegan a la casa y uno de ellos muere a causa de los celos del otro. El funeral se llena de personas que no respetan ni el funeral, ni a los propietarios. Harta de la situación, Lawrence consigue deshacerse de todos los visitantes.
Así comienza un periodo de tregua, aparentemente bendecido con la concepción de un hijo y la renovada inspiración del escritor. Al terminar la obra, comienza la promoción de la misma, y con ella el infierno. La historia se vuelve totalmente surrealista y desquiciada. Bardem de repente no sólo se hace famoso, se hace casi un Dios, venerado por una legión de seguidores que invade la casa para rendirle toda su admiración. La invasión de la casa es tal que Lawrence pierde el control sobre la misma. La turba comienza a apoderarse de todo y a destrozarlo todo, con el beneplácito de Bardem, que da más importancia a su éxito que a las necesidades de su mujer. Todo es caos, violencia, desmadre, extremo. Resulta totalmente desesperante. Es muy violento, incómodo y delirante.
Lawrence se pone de parto en el único cuarto que permanece fuera del alcance la masa. En un descuido, Bardem entrega el bebé a sus seguidores, que terminan devorándolo. En plena desesperación, Lawrence prende fuego a la casa y se inmola en ella. Cuando él recoge el cuerpo quemado de Lawrence, ella le echa en cara que el haberle dado todo y aun así haber sido insuficiente. Él reconoce que está y que estará siempre insatisfecho. De hecho, él le pide una última cosa: su amor, y ella por supuesto se lo da porque lo quiere a pesar de todo.
Bardem consigue un nuevo corazón de diamante, y todo vuelve a empezar.
La película parece que guarda un significado más profundo, que me encanta.
Dicen que éste es uno de los mejores papeles de Jennifer Lawrence. Realmente está bien, pero la mayor parte del tiempo solo muestra una única cara: la de pazguata. Ahí me parece un poco limitada la interpretación. En realidad su personaje me parece adorable. Puede ser algo reservada y distante, pero sobre todo es una buena persona que se ve sobrepasada.
La película trata de una pareja (Jennifer Lawrence y Javier Bardém) que vive en una enorme casa de estilo victoriano en medio de la nada. Él es un escritor ("el poeta") que ha perdido la inspiración y ella está intentando crear un hogar para ambos. Ella está totalmente volcada en él, y él está volcado en sí mismo. Es un ser bastante egocéntrico y egoísta, que necesita la admiración de los demás, y no muestra ningún interés por las necesidades de ella. Realmente es muy fácil ponerse en la piel de Lawrence y empatizar con ella.
La aislada vida de la pareja se ve alterada con la llegada de otra pareja, interpretada por los grandes Michel Pfeiffer y Ed Harris. Bardem los invita a quedarse a pasar un tiempo con ellos, sin contar con Lawrence, y la relación de la pareja comienza a desestabilizarse. Lawrence quiere proteger su hogar a toda costa, mientras que Bardem se siente halagado por la admiración de los nuevos inquilinos, especialmente por Harris, que además de un admirador, está en fase terminal. A su vez, Pfeiffer resulta una mujer bastante nociva, que ningunea y desprecia a Lawrence en su propia casa.
Aquí aparece el primer elemento que me parece perturbador: la intimidad. Esto tiene mucho que ver conmigo. Me cuesta muchísimo dejar entrar en mi casa a extraños. Mi casa es mi templo, mi refugio, mi lugar de recogimiento y de expresión total. En ella solamente entran personas muy concretas. Que un desconocido pudiera entrar en mi casa y que se adueñase de ella, me pone enferma. Por eso me molesta enormemente la actitud de Pfeiffer en la película, haciéndose dueña de un lugar que no le pertenece. Me enferma. Me resulta tan odiosa que la pegaría.
Esa invasión se hace más patente cuando los hijos de la pareja llegan a la casa y uno de ellos muere a causa de los celos del otro. El funeral se llena de personas que no respetan ni el funeral, ni a los propietarios. Harta de la situación, Lawrence consigue deshacerse de todos los visitantes.
Así comienza un periodo de tregua, aparentemente bendecido con la concepción de un hijo y la renovada inspiración del escritor. Al terminar la obra, comienza la promoción de la misma, y con ella el infierno. La historia se vuelve totalmente surrealista y desquiciada. Bardem de repente no sólo se hace famoso, se hace casi un Dios, venerado por una legión de seguidores que invade la casa para rendirle toda su admiración. La invasión de la casa es tal que Lawrence pierde el control sobre la misma. La turba comienza a apoderarse de todo y a destrozarlo todo, con el beneplácito de Bardem, que da más importancia a su éxito que a las necesidades de su mujer. Todo es caos, violencia, desmadre, extremo. Resulta totalmente desesperante. Es muy violento, incómodo y delirante.
Lawrence se pone de parto en el único cuarto que permanece fuera del alcance la masa. En un descuido, Bardem entrega el bebé a sus seguidores, que terminan devorándolo. En plena desesperación, Lawrence prende fuego a la casa y se inmola en ella. Cuando él recoge el cuerpo quemado de Lawrence, ella le echa en cara que el haberle dado todo y aun así haber sido insuficiente. Él reconoce que está y que estará siempre insatisfecho. De hecho, él le pide una última cosa: su amor, y ella por supuesto se lo da porque lo quiere a pesar de todo.
Bardem consigue un nuevo corazón de diamante, y todo vuelve a empezar.
La película parece que guarda un significado más profundo, que me encanta.
Dicen que éste es uno de los mejores papeles de Jennifer Lawrence. Realmente está bien, pero la mayor parte del tiempo solo muestra una única cara: la de pazguata. Ahí me parece un poco limitada la interpretación. En realidad su personaje me parece adorable. Puede ser algo reservada y distante, pero sobre todo es una buena persona que se ve sobrepasada.
3 comentarios:
Hola,
En efecto, desasosegante película.
Tengo una pregunta. ¿Qué crees que crea esta película? ¿Cuál es su aportación a la humanidad o a tu persona?
Lo desasosegante es fácil. Lo sosegange es difícil. Requiere más energía.
Un saludo.
R.
¿Qué crea? Pues sinceramente, mal rollo. Si la analogía es realmente la que se menciona en el enlace que he puesto, no creo que la gente la haya captado. Y si la ha captado, tampoco creo que sepan muy bien qué hacer.
En realidad la película presenta una cosmovisión y cosmogonía muy particulares, que no tienen mucho que ver con las mías. Las figuras de Dios y la Madre Tierra no se parecen demasiado a lo que yo creo, por tanto me siento un poco alejada, por no decir medio horrorizada por semejante concepción. Para mí, Dios no es ese ser narcisista y caprichoso que refleja la película, ni la Madre Tierra es tan ajena a los humanos.
Por otro lado, el director de la película tiene origen judío, y veo en la trama un punto de crítica al cristianismo que tampoco me gusta. Será casualidad y no digo que no pueda tener razón, solamente no me gusta.
Además todo me parece tremendamente exagerado, llevado todo al extremo, a la histeria, al delirio. No hay altibajos, es todo en escalada hacia el infierno. No hay balance.
Hola,
Cualquier comentario que pueda hacer sobre los directores de cine judíos va a ser automáticamente tachado de antisemitismo (léase tu entrada de hace unos días sobre lo políticamente correcto).
Pero bueno, como ahora soy un anónimo y me encuentro detrás de una nubes de IPs corporativas, voy a atreverme un pelín un pelín a citar lo que alguien una vez me dijo: ¿Alguien me puede dar un ejemplo de una película hecha por un director judío en el que se construya en lugar de destruir?
Ese alguien decía "no digo que no haya, pero de haberlos, son una mínima proporción. Incluso las pelis de nuestra infancia de Spielberg, analizadas, demuestran que tienen siempre un elemento de mal rollo, un carácter destructivo".
En cualquier caso, no tengo nada que ver con la opinión probablemente antisemita y repugnante de tan repugnante y malpensada opinador.
Un saludo.
R?
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