Olvidada en la repisa de un armario. Llena de polvo, cuerdas rotas. Su voz callada y queda. Como tantas otras cosas que he abandonado en esta vida.
Pero ahora vuelves a mí, vieja amiga. Tu tacto suave entre mis dedos. Tu madera herida por mi torpeza y descuido. Y ese olor entre metálico y acre que aún destilas al aproximarme. Me evoca tantos recuerdos.
Nuestra relación necesita reparaciones e intimidad perdida. Tú y yo solas, como antaño cuando llenabas las tardes de mi adolescencia. ¿Seremos capaces de borrar el pasado, el pasado perdido? ¿Podremos llenar nuevas tardes de notas y dedos doloridos? Aunque conozco a nuestros enemigos: la falta de tiempo y mi impaciencia. Podemos intentarlo, es lo único que puedo prometer en estos momentos. Eso y una funda nueva que te envuelva por las noches.