jueves, mayo 31, 2018

Feria del libro de Madrid 2018


Paré de trabajar y decidí que quería hacer algo diferente. Nada de gimnasio, nada de pasear en las cercanías de casa, nada de televisión, nada mental. Algo que me apeteciese hacer un fin de semana, aun siendo miércoles. Ya está bien de pensar que solamente en el fin de semana se pueden hacer cosas entretenidas. ¿Por qué postponer? ¿Por qué un día concreto? ¿Qué tiene el sábado que no tenga el miércoles? Y así acabé en la feria del libro.

En comparación a otras ediciones había una menor cantidad de gente. Que fuese entre semana y con lluvia amenazando influyen. Comencé a pasear de caseta en caseta mirando por encima los libros. No tenía una idea muy concreta de qué clase de libro quería, pero siempre tengo mis predilecciones: novela o libros eclécticos (terapias alternativas, esoterismo, autoayuda…). Aun así no veía nada claro en la oferta.

Hice una encuesta nada más pisar la feria. Suelo acceder a contestar porque me dan pena los encuestadores. Me recuerdan a Leti y a Nati, y sé lo mucho que cuesta conseguir la información (quizás porque en los formularios de proyectos también es una tarea bastante pesada). El foco del cuestionario era el país invitado: Rumanía. Yo pensaba: “por Dios, no me preguntes qué conozco del país y de su gente, porque te voy a dar los topicazos”. O sea: Drácula, los zíngaros, Ceaucescu y el cobre.

Hacía tanto que no visitaba El Retiro que me asaltó la idea de pasar de la feria y pasear por el parque. Me escapé a ver el Palacio de Cristal y también La Rosaleda. Son lugares muy ligados a mi infancia. Hacía además un tiempo estupendo para pasear, una temperatura ideal, y una luz que hacía que todos los colores lucieran más intensos. Las rosas olían fenomenal (tengo que intentar visitar la rosaleda del Parque del Oeste este año). Estas escapadas restaron algo de tiempo a mi exploración de libros, pero creo que mereció la pena. Me faltaron los jardines de Cecilio Rodriguez.

Cuando me centré en el paseo me entretuve en una caseta de fantasía y ciencia ficción. Los vendedores estuvieron espabilados, porque empezaron preguntándome por mis gustos y terminé comprando un libro de terror: “Démeter” que narra el viaje del Drácula de Bram Stocker desde Rumanía a Londres. El propio autor me firmó el libro. Me gustó la dedicatoria. De momento solamente he leído el prólogo y la imagen creada en mi mente ha sido muy potente. Parece prometedor.

Mi pequeño plan se me hizo corto. Me habría gustado quedarme más tiempo, pero parezco Cenicienta con las horas límite esas que tengo grabadas en la mente. Aun así fue una liberación, me sentó bien. No querría convertirlo en una rutina o una oblicación, pero me gustaría repetir una experiencia similar.

miércoles, mayo 30, 2018

Picnic en Hanging Rock


Esta película la descubrí hace muchísimos años cuando era pequeña. La ponían en la sesión de sobremesa de la televisión del momento, entonces reducida únicamente a dos canales. Recuerdo que había empezado a verla y que estaba enganchadísima, cuando mis padres decidieron que había que hacer alguna otra cosa y tuve que dejarla de ver. Aun así, la película se quedó en mi memoria.

Muchos años después he conseguido terminarla, gracias a las nuevas tecnologías. La película aparece íntegra y gratuita en Youtube, aunque he tenido que verla en inglés con subtítulos en japonés (o similar), dado que era lo único disponible.

La película fue rodada en 1975 por lo que se notan las deficiencias técnicas del momento. Aun así los recursos que utiliza son eficaces, especialmente la música y el sonido, encargados de crear gran parte del suspense.

Está basada en el libro del mismo nombre de Joan Lindsay. Cuenta un incidente acontecido durante una excursión al roquedal de Hanging Rock (Victoria, Australia) en 1900. Lo curioso es que no se sabe bien si el suceso es ficción o está basado en hechos reales. Está todo muy bien explicado en este enlace.

Dicha excursión era una salida campestre de unas colegialas acompañadas por dos maestras el día de San Valentín. Cuatro de ellas se separaron del grupo para dar un paseo y terminaron adentrándose en la formación rocosa. Sólo regresó una de ellas, sin poder dar explicaciones de lo sucedido. Solamente pudo recordar haberse cruzado con la profesora de matemáticas, que también terminó desapareciendo.

En la película da la sensación de que la roca atrae a las cuatro chicas hacia el interior y que en cierta manera somete su voluntad. Aun así se ve claramente que rechaza a una de ellas, sin saberse bien el criterio, quizás por ser más débil, menos lista, o menos interesante.

Cuando el grupo se da cuenta de la desaparición de las muchachas, comienza la búsqueda. Se unen a ella Albert y Mike, dos adolescentes que se habían cruzado con las chicas en un momento del camino. Mike se había enamorado de Miranda, una de ellas, a primera vista. En su intento de encontrarlas, Mike se interna en la roca, pero la montaña lo rechaza. Cuando Albert lo encuentra, tampoco es capaz de recordar lo sucedido. Sin embargo, gracias a las indicaciones de Mike, terminan por encontrar a Irma, una de las chicas, que tampoco es capaz de recordar nada. Las otras dos chicas y la profesora, jamás volverán a ser vistas.

La desaparición de las chicas causa una conmoción total, especialmente entre sus compañeras de colegio. Todas ellas pertenecen a una insitución para señoritas regentado por la estricta Mrs. Appleyard, que odia particularmente a Sara, una chica que parece estar enamorada de Miranda. Con la desaparición de su amiga, la estancia en el colegio se le hace insoportable, debido al maltrato sistemático que le dispensa Mrs Appleyard, y acaba suicidándose, lanzándose desde el tejado contra el invernadero. Así que en el fondo tenemos dos tramas: la desaparición y la relación entre la gobernanta y una de sus colegialas.

Una película bastante interesante para lo "modesta" que es.

martes, mayo 29, 2018

El cardenal, la noria y el ascensor

Últimamente sueño mucho. Sueños largos, llenos de elementos y acciones. Se ve que mi subconsciente está atareado. Pero son sueños volátiles que desaparecen como el vapor cuando llega la mañana, y me impiden retener las escenas. Hoy, sin embargo, he sido capaz de capturar tres pequeños fragmentos aislados que, fuera de contexto, poco pueden aportarme. Aun así he sacado lo siguiente:

En el primer fragmento yo estaba dando de comer a un pájaro rojo, de tamaño entre un gorrión y una paloma. Tenía un pico fuerte. Parecía un cardenal, aunque sus colores no eran tan vivos y estaban mezclados con tonos parduzcos. He visto en fotos que algún cardenal tiene esos patrones. Era un fragmento en general agradable, me gustaba darle de comer. Me asustaba un poco cuando el pájaro se agarraba a mi dedo índice para apoyarse.
Este fragmento supongo que está muy relacionado con mi afán de alimentar a los gorriones, algo que hago un par de veces por semana. Quiero creer que los ayudo de alguna manera, aunque sea con un poco de alpiste disperso.
En los recursos de significados las acepciones sobre dar de comer pájaros tienen un carácter positivo. Yo también lo siento como benigno, pero no soy capaz de ir más allá.

En el segundo fragmento estoy montada en una especie de noria de brazos que se vuelve loca. Aun así mantengo la calma y me digo que tengo que esperar a que todo pase. Soy consciente de que puedo morir, pero sé que no puedo hacer nada más que aguantar.
Siento este sueño como una mala situación en la que estoy metida, pero veo positivo la templanza ante la adversidad. Este sueño me recuerda un poco al que tuve no hace mucho, donde las escaleras mecánicas en las que estaban se hundían varios pisos por debajo, y yo mantenía los nervios. Ahora bien, no sé a qué se refiere esa situación.
Sin embargo este sueño me ha recordado aquel día en el Parque de Atracciones cuando monté en el Cóndor (creo que ahora se llama "Rotor").  La puerta de mi cabina no cerraba bien y había mucha holgura. Pensé que podría salirme por el hueco y caer al vacío. Pasé toda la duración de la atracción aferrada a las barras de la cabina, intentando hacer tope con los pies. Lo pasé tan mal que jamás he vuelto a subir al mismo.

En el último fragmento me monto un ascensor que está ascendiendo. Yo pulso el botón del piso 30. Hay 31 pisos en total. Subir en el ascensor me hace sentir aliviada, relajada, incluso liberada. Los recursos de simbolismo también entienden esto como un augurio positivo, como un éxito, como un acierto, o como una buena decisión que se ha tomado. Yo también lo interpreto como algo positivo, aunque vuelvo a estar totalmente perdida sobre su significado.

sábado, mayo 26, 2018

El amigo perdido

Acabo de perder un amigo. Nueve años de amistad que se han esfumado en un segundo, de una manera bastante sencilla y fluida. Él piensa que yo lo he echado de mi vida, pero no es correcto. No he llegado a decir una frase explícita como "no quiero volver a verte", "se acabó nuestra amistad" o similar, pero él ha hecho una interpretación de la situación y yo le he dejado creer que era así. Yo jamás he echado a nadie de mi vida, aunque es verdad que he colocado a mucha gente en los círculos exteriores, y de ahí se han caído ellos solitos, de una manera bastante natural, diría yo. La gente que está en los círculos exteriores, aunque no saben que están ahí, es gente que tampoco suele esmerarse mucho por mantener mi amistad.

Él piensa que el fin de nuestra amistad es un tema económico. En octubre del año pasado le presté una cantidad considerable que todavía no me ha devuelto. Me juró y me perjuró que iba a hacer un plan de devolución mensual, pero nunca llegó a ejecutarlo. Solamente se lo reclamé una vez, con toda la vergüenza que me daba, y luego lo di por perdido.

Está claro que él se siente culpable por esto, pero no es por mí, es por él. Cree que todo el mundo gira a su alrededor. Le he contado que han pasado muchas cosas que no tienen que ver con él, sino conmigo, cosas que hacen que yo esté más distanciada de la gente. Ni siquiera ha preguntado. Él ha proyectado su culpa sin más, porque quiere sentirse bien él; yo no cuento. A estas alturas me da bastante igual. No es una persona por la que vaya a esforzarme en estos momentos.

Le he pasado mi número bancario. A fin de cuentas es mi dinero y tengo todo el derecho a recuperarlo. Pero le he dicho que si me lo devuelve bien y si no, también. Y lo digo en serio. Lo doy por bien perdido si eso me ayuda a estar tranquila. Este año me he alejado de cuatro personas instaladas en la crítica, éste incluido, y mi vida ha ganado enormemente en paz interior. Porque me envenenaban la cabeza con sus quejas y sus lamentos. Hay gente que no quiere solucionar sus problemas, sino parasitar la atención de otros.  No les deseo mal, pero es mejor tenerlos lejos.

Una parte de mí se siente un poco mal por no intentar arreglar las cosas, pero ¿qué hay de malo en perder personas que son un tanto nocivas? Lo supe cuando lo vi reaparecer en mi mundo en octubre y una voz interior dijo: "Ten cuidado o te arrastrará con él". No llegó a tanto porque desapareció con mi dinero en un giro un tanto rocambolesco. Me contó entonces una historia rarísima que me recordó a la película "The Game". No podía ser más surrealista. Aun así le di el dinero, porque la cuestión no era si me creía la historia o no (algo que cuesta mucho), sino si quería ayudarle o no. Él pidió dinero, yo se lo di. También le escuché. Pero supe que estábamos en dos niveles diferentes y que yo no quería pasar al suyo. Sé que pidió dinero a más personas, pero éste no es mi problema.

El caso es que de momento pierdo el contacto con él. No es mucha pérdida porque tampoco teníamos una relación muy estrecha. Él parecía el Guadiana entrando y saliendo de mi realidad, con silencios muy prolongados, y yo suelo ser desapegada para las amistades hasta puntos insospechados (siempre digo que es algo que debería trabajar más, pero vamos, que el resto tampoco se desvive conmigo). Quizás volvamos a retomar la amistad. Él ya me ha dicho que "tiene las puertas abiertas para cuando yo quiera ir a hablar con él". Qué "generoso". Y qué poco me conoce después de todo. No me extraña, cuando te crees el ombligo del mundo y solamente importa lo que te suceda a ti. Acaba de colocarse él solito un poco más lejos en los círculos. En fin...

jueves, mayo 24, 2018

Cobra Kai


Otra revisión de una serie en vez de una película. Esta serie está basada en la famosa película de los 80 "Karate Kid", la primera entrega. Pura nostalgia. En aquella película, Daniel Larusso empleaba la ténica de la grulla para vencer a Johnny Lawrence, del dojo Cobra Kai. El bien contra el mal, los buenos contra los malos.

34 años después Johnny y Daniel vuelven a encontrarse. Daniel es un triunfador, con una vida bonita y asentada, una bonita casa, y una bonita familia. Además es un tipo con influencia en la comunidad. La vida le sonríe. Johnny en cambio es un perdedor cuya vida y familias están todalmente desordenadas y desorientadas.

Johnny conoce entonces a Miguel, un chaval de origen ecuatoriano, que es víctima de bullying en la escuela. A raíz de ese encuentro, Johnny reabre el dojo de Cobra Kai, al cual empiezan a llegar todos los perdedores de la escuela. Allí encuentran seguridad y confianza en sí mismos, así como un sentido de pertenencia. Eso sí, bajo la disciplina Cobra Kai que no es muy ortodoxa ni en consignas ni en entrenamiento.

Al mismo tiempo, Robbie, el hijo de Johnny entra en la vida de Daniel y se convierte en su pupilo. El chaval recibe una buena influencia en el momento adecuado para encauzar su vida. Y Miguel se hace novio de la hija de Daniel.

Al final de la serie, Miguel (entrenado por Johnny) y Robbie (entrenado por Daniel) se enfrentan en la final del campeonato y en cierta forma, revivirán la historia original.

Lo interesante son las continuas referencias, los guiños, y los paralelismos con la primera película. Miguel parece tener una historia paralela a la de Daniel, y Johnny es una especie de Miyagi. Pero cuando crees que se va a repetir esa historia, el argumento gira. No hay buenos ni malos definidos, sino que los roles se van intercambiando. De hecho, las propias vidas de Daniel y Johnny tienen muchos puntos en común, aunque ellos están encontrados por lo que sucediera en el pasado. Podrían llegar a ser amigos, pero existen muchos recelos entre ellos y hasta miedo.

Veremos cómo continúa la serie. Hay una segunda temporada confirmada. Tengo muchas ganas de verla. De momento partimos de la aparición final de John Kreese, mentor de Johnny, que produce sentimientos contradictorios en el mismo: el padre y la losa.

miércoles, mayo 23, 2018

Flashback

Una de las cosas más fastidiosas del olvido son los flashbacks. Para mí un flashback es un recuerdo que interrumpe de manera espontánea, inesperada, inoportuna, y casi siempre indeseada, en el pensamiento. El flashback te obliga a revivir una escena del pasado, que puede ser buena o mala, pero que siempre despierta emociones y desencadena procesos internos. A veces trae sonrisas, pero las emociones principales son melancolía, añoranza y tristeza. Los flashbacks te recuerdan lo que has perdido, lo mal que has gestionado una situación, lo miserable que es tu vida, lo mucho que añoras algo. Te pillan siempre con la guardia baja, y se aprovechan de ello para explotar tu vulnerabilidad. Se desencadenan y se propagan en la mente, como una reacción en cadena que es muy difícil de controlar. Despierta a tu crítico interno, el más cruel y despiadado. El flashback golpea y lo hace fuerte.
Además tienen la característica de que los recuerdos son muy vívidos, como si estuvieses pasando de nuevo por ellos. Recuerdas el tiempo, la luz, los colores, los olores, los sonidos, las palabras, el tacto; es como si tus sentidos se activasen nuevamente ante una señal fantasma. El corazón vuelve a resentirse. De alguna forma, los flashbacks le recuerdan que le queda mucho por sanar (si no ahondan más en la herida abierta), y te ahogan en ese dolor agudo que se detona en el pecho.
A veces pienso cómo es posible que duela tanto un vacío. Quizás sea una variante del síndrome del miedo fantasma: el cerebro no ha borrado de su mapa el corazón que una vez hubo ahí, y sigue mandando señales al abismo.
¿Qué puede hacerse? No lo sé muy bien. Yo suelo intentar evadirme para no sentir. O llorar en su lugar a escondidas.

lunes, mayo 21, 2018

El oasis temporal


Cuando era pequeña me gustaba jugar con los restos de aceite de las verduras. Con un tenedor intentaba unir las gotas de aceite en una única burbuja y luego separarla para volver a jugar. Era como un baile continuo de formaciones que aparecían, cambiaban, o desaparecían. Tenía algo de hipnótico, aunque carecía de trascendencia más allá de intentar lograr la supergota de aceite.
He recordado esto hoy porque he encontrado un oasis en la oficina. Ha sido por casualidad. Quería comer sola y no quería bajar al comedor. Quería estar sola de verdad, sin nadie a mi alrededor. Así que he ido buscando una sala en plantas diferentes a la mía que poder ocupar, y así me he topado con una sección del edificio aislada.

No era una sala vacía, porque en ella se acumulaban sillas y mesas abandonadas. Me recordaba a un viejo desván y, por algún motivo, me ha venido a la cabeza la escena de “Blade Runner” donde la replicante Pris se hacía pasar por muñeca. Yo misma era una replicante. Me he sentado en un rincón y he disfrutado del silencio total que reinaba en la sala. Qué paz, qué tranquilidad. He disfrutado mucho. Hasta he pensado en bajarme esta tarde a trabajar desde allí, aunque desconozco las posibilidades de red.

He encontrado un oasis, pero tiene carácter temporal, porque un día quizás no lejano, esa sala se llenará con otras personas que necesiten un sitio donde desarrollar su trabajo. Dejará de ser un oasis para convertirse en una sala normal. Pero mientras dure, podré disfrutar de él. Quizás sean meses, semanas o días. Quizás mañana haya desaparecido. Me gustaría poder controlar el proceso y congelar el oasis en su estado actual, intentando que dure su magia. Pero está fuera de mi alcance. Yo no controlo el baile, ni puedo influir en él. Sólo puedo esperar que dure, aunque sé de su condición efímera.

Al menos habré disfrutado un día. No sé si esta idea me consuela mucho.

Las ovejas negras de la familia (Bert Hellinger)


Las llamadas "Ovejas Negras" de la familia son en realidad...Buscadores Natos de caminos de liberación para el árbol genealógico.

Aquellos miembros del árbol que no se adaptan a las normas o tradiciones del Sistema Familiar,
aquellos que desde pequeños buscaban constantemente revolucionar las creencias, yendo en contravia de los caminos marcados por las tradiciones familiares, aquellos criticados, juzgados, e incluso rechazados,
esos,... por lo general,
*son los llamados a liberar el árbol de historias repetitivas que frustran a generaciones enteras. *

Las "Ovejas Negras",
las que no se adaptan,
las que gritan rebeldía,
cumplen un papel básico dentro de cada sistema familiar,..
ellas reparan,
desintoxican,
y crean una nueva y florecida rama en el árbol genealógico.

Gracias a ”estos miembros,” nuestros árboles renuevan sus raíces .

Su rebeldía es tierra fértil,
su locura es agua que nutre,
su terquedad es nuevo aire,
su apasionamiento es fuego que vuelve a encender el corazón de los ancestros.

Incontables deseos reprimidos,
sueños no realizados,
talentos frustrados de nuestros ancestros,
se manifiestan en la rebeldía de dichas ovejas negras buscando realizarse.

El árbol genealógico,
por inercia querrá seguir manteniendo el curso castrador y tóxico de su tronco,
lo cual hace la tarea de nuestras ”ovejas negras” una labor difícil y conflictiva.

Sin embargo,...
¿Quién traería nuevas flores a nuestro árbol sino fuera por ellas?
¿Quién crearía nuevas ramas?

Sin ellas, los sueños no realizados de quienes sostienen el árbol generaciones atrás, morirían enterrados bajo sus propias raíces.

Que nadie te haga dudar,
cuida tu "rareza" como la flor más preciada de tu árbol.

*Eres el sueño realizado de todos tus ancestros. *

- Bert Hellinger.

viernes, mayo 18, 2018

Vergüenza

Camino despacio para hacer tiempo. De pronto me pillo anticipando posibles comentarios negativos hacia mí y poniéndome a la defensiva más y más. ¿Qué estoy haciendo? Me doy cuenta de que esos comentarios son en realidad míos, pero proyectados en otra persona, a la cual aún no he visto, ni conoce mi tema, y a la que seguramente le dé bastante igual. Y también caigo en la cuenta de que esos comentarios están generados por mi propio sistema de creencias, el cual, en parte, no acepta completamente la situación. Algo que debería ser bonito está de repente manchado porque entra en conflicto con parte de mi sistema de creencias que opina que las cosas deberían ser ajustadas a la norma social.

Conscientemente me importa una mierda la norma social. Habrá opiniones tanto buenas como malas, pero me dan bastante igual (o eso creo). Sin embargo, sí me importa lo que mis creencias dicen, aunque en este caso juegan en mi contra, me juzgan y me critican sin necesidad. Son creencias aprendidas, creencias sociales, leyes impuestas para controlar al individuo e impedir que destaque del grupo. Siento la vergüenza pero también reconozco la cantidad de basura que alberga mi inconsciente. Y sí, una parte de mí preferiría que todo fuese más estándar, pero no lo es. Pienso que no es nada fácil ser una oveja negra. Y sólo es el principio.

Hablo con esta persona y efectivamente no hay ningún reproche por su parte, ninguna censura. Ni siquiera soy capaz de captar sus opiniones por su lenguaje corporal o por otro tipo de canales. Es todo bastante aséptico, profresional, un tanto frío, objetivo.

Salgo y me siento bastante vulnerable. Vuelvo a sentir el frío interior y la soledad. También siento todo el peso de la individualidad. Me refugio en el coche y lloro un poco antes de arrancar y ponerme en marcha para ir al trabajo. Hoy llega una nueva esbirra y tengo que templarme antes de encontrarme con ella. Como si nada pasara.

jueves, mayo 17, 2018

Corazones de asfalto



Hace semanas había aparecido un corazón en una de las columnas de mi camino de vuelta en la M-30. Era un corazón grande y rojo, sencillo. Me hacía sonreír al pasar a su lado, como si fuese un signo de buen augurio, o un mensaje de cariño o ánimo hacia mi persona, un guiño. Me gustaba el contraste del rojo contra el gris del cemento, como si fuese un error, algo fuera de lugar, y al mismo tiempo, un acto de rebeldía frente a la monotonía del gris predominante. Algo bueno para cerrar el día.

Pero de repente toda la vía se ha llenado de estos motivos: corazones de colores diferentes representados por columnas, medianas, puentes.... ¿Cuánto llevan ahí? ¿Es posible que no me hubiese fijado antes o han aparecido rápidamente en cuestión de días? Me asombra algunos de los emplazamientos elegidos: no parecen de fácil acceso. Intuyo que han sido dibujados al amparo de la noche, cuando el tráfico también es menor. ¿Hasta dónde llegan? ¿Es posible que toda la circunvalación esté llena de ellos? Yo soy más partidaria del "menos es más" en cuestiones estéticas, pero aun así, me gusta ver esos corazones a lo largo de mi ruta al trabajo. Me ponen de buen humor.

Sin embargo, parecen destinados a ser efímeros. Alguien decidirá que son un acto de vandalismo y que no aportan nada a la ciudad. Terminarán borrados y nadie recordará haberlos visto nunca. Para mí será una pérdida enorme, como lo es perder aquello que te da alegría.

martes, mayo 08, 2018

Germinados

Esta mañana me levanté nerviosa. Es normal, si consideramos que hoy iba a comprobar si mis semillas habían germinado. Hasta hoy había controlado bastante bien a mi coro griego, mi miedo, mis expectativas, pero hoy todo se ha desbocado un poquito. No mucho, solo un poquito. A veces me da miedo no llegar a sentir intensamente, porque suelo pensar que es una señal de la muerte interior; otras me da miedo que todo se descontrole demasiado y no pueda soportarlo.

Antes de comprobar el estado de las semillas, he reflexionado un poco sobre mi vida. La vida te dice sí a veces, pero no cuando tú quieres, ni como tú quieres. A veces ese sí llega tarde y no sabes muy bien qué hacer con él, porque ya no entraba en tus planes. En mi caso, todo suele llegar tarde y es necesario recolocarlo. Muchos de estos retrasos están relacionados con el miedo. Él ha sido siempre mi compañero, y eso me ha hecho perder muchas oportunidades. Es increíble cuánto podemos racionalizar una cosa para no hacerla, simplemente por miedo. Argumentos tan lógicos que casi parecen irrefutables. El miedo es listo, sabe dónde tocar para paralizar. De repente, todo lo que te parecía maravilloso e ilusionante se convierte en una lista de excusas para no hacerlo. Luego te arrepientes toda tu vida de las cosas que has dejado de hacer.

En ese sentido, tengo varias espinitas clavadas que me siguen persiguiendo a través de los años. Los “¿Y sis?”. Quizás no tiene sentido preguntarse por ellos, puesto que son caminos que dejé atrás en su momento. Pero siento que cuando siguen doliendo, es porque eran importantes. Son lecciones no aprendidas, circunstancias desperdiciadas. Porque en el fondo sé que eso es lo que quería hacer, pero el miedo fue más fuerte y me decanté por la zona de confort. Y me da rabia. Mucha.

Cuando me preguntan si volvería a los veinte años, siempre respondo que no. No fue una buena época. Sí, era más joven, más vital, más guapa, más inteligente, pero el miedo y la inseguridad eran enormes, paralizantes y bloqueantes. Estaba tan encorsetada por las normas, por cumplir con los estándares, por cumplir con lo que se esperaba de mí, por ser “buena”… La seguridad y la serenidad que tengo ahora, no tienen nada que ver. He madurado, he crecido, he evolucionado, para mejor, sin duda. También tengo más dinero que entonces, y soy más sabia. Crone. Elena dijo una frase en Frankfurt que me llamó especialmente la atención: que las mujeres a partir de cierta edad se desprenden del yugo de la sociedad y eso las libera por completo. Por eso muchas mujeres disfrutan más y se reafirman a partir de los cuarenta, de los cincuenta, de los sesenta. En parte comparto esta opinión, porque yo siento que con la edad soy más libre. Intento hacer lo que me apetece siempre, y me importa una mierda tanto la opinión de los demás como ciertas consecuencias. Y ya no compito como antes.

A veces siento hambre de aventura. Quiero hacer actividades de riesgo, quiero viajar a países lejanos y exóticos, quiero probar cosas nuevas, quiero expandirme…quiero hacer un montón de cosas que me he dejado por hacer. Muchas de ellas porque no me sentía preparada en su momento, pero ahora sí. Y la variedad es tan amplia...

De todas formas, las semillas han germinado. Debería estar contenta, pero tengo una actitud cauta. Esto supone un cambio radical. Se abre una nueva etapa. Se cierran algunas puertas, y algunas otras se abrirán. Aún no lo tengo claro (nada claro), ni lo voy a tener, pero tampoco estoy pensando mucho en el futuro. Ya no entro en modo “overthinking”. Surfeo la incertidumbre, me dejo llevar, me adapto. No hay mejor estado que el de la paz interior.

Creo que aún estoy en schock.

domingo, mayo 06, 2018

La carrera de la mujer

Hoy se ha celebrado en Madrid la decimoquinta edición de "La Carrera de la Mujer". Se trata de un evento deportivo de supuesto carácter benéfico para visibilizar y recaudar fondos en la lucha contra el cáncer de mama. Una carrera de mujeres para mujeres. Como una de ellas, y como feminista, esta carrera no puede ofenderme más, por no decir que me pone de una mala leche...

Hay muchas cosas que no me gustan de este evento desde hace muchos años, motivo por el cual ya no participo:
  • Primera cosa. Se supone que es un evento solidario. Se pagan 11 euros por el dorsal, pero no he conseguido saber todavía cuánto realmente se destina a la lucha contra el cáncer. Mi apuesta es 1 euro. Considerando la cifra de 35K participantes, 35K euros podría no está mal del todo. Pero si alguna de las empresas patrocinadoras (e.g: Central Lechera Asturiana, Oysho, Banco Santander, Hola, Solán de Cabra, Ybarra, Cosmo, etc) quisiera realmente contribuir a financiar la investigación, podría simplemente aumentar la donación, o incluso destinar un 0.1% de sus beneficios anuales en concepto de la manida "responsabilidad social corporativa". Pero claro, es mucho más rentable así, no solamente porque la cantidad aportada es menor, sino porque también se posicionan frente a su público objetivo, aparentando un altruismo que ciertamente no es. "Hoy ganan las chicas", dice el slogan. No, hoy ganan los de siempre. Esto es puro postureo. Por cierto, me sigue impactando que lo patrocine la lechera; a mí siempre me ha parecido que nos llamaban "vacas" indirectamente, pero esto son ya cosas mías.
  • Segunda cosa. Siguiendo con el aspecto comercial del evento. Hasta ahora teníamos que aguantar cómo recientemente ha despegado la tendencia "runner" (ojo, un runner jamás será un atleta, y jamás amará el atletismo), amparada quizás por la crisis, pero muy basada en el ego de los mismos y en la crisis de la mediana edad. Las mujeres también tenemos nuestro ego, por tanto, se crea un nuevo nicho: las carreras de mujeres, que resulta muy lucrativo. Y oye, a cebar el ego. En este caso, crees que la intención es buena, porque como se trata de dar apoyo a una buena causa, tu conciencia ya está a salvo para todo el año. Por cierto, ¿por qué lo llaman carrera cuando solamente corren las 1000 primeras? Las demás van todas andando. Que me parece muy lícito ¿eh?. Yo misma la he hecho andando, pero no es una carrera. 
  • Tercera cosa. Tanto tiempo quejándonos las mujeres por la discriminación, y de repente damos bola a este tipo de eventos que impiden totalmente la participación masculina. Máxime cuando estamos hablando de una carrera solidaria, una carrera que debería ser una celebración familiar. Pues no, solamente mujeres. Me parece totalmente incoherente y aberrante. Y ahí tenemos 35K participantes (35K ignorantes) que luego se quejarán de las diferencias, de la segregación y de las injusticias.
  • Cuarta cosa. Por si quedara dudas de que esto es un negocio muy alejado de las buenas causas y el apoyo a la mujer, comprobamos el pack de avituallamiento: el Hola, el Hola Fashion, una muestra de detergente, y varios productos light. Y todo muy rosita. Si lo comparamos con el pack típico de una carrera normal, es de risa, por no decir insultante. O sea, como si las mujeres fuéramos princesitas estúpidas. Les ha faltado una laca de uñas y un estropajo. Y ojito al premio principal: la suscripción por un año a la revista Hola. ¿Hola? Nos tratan como a gilipollas, y nosotras lo consentimos.
A mí todo esto me parece una vergüenza y algo totalmente erróneo.

sábado, mayo 05, 2018

The Host


Película de 2013 basada en el libro del mismo título escrito por la famosa autora Stephanie Meyer. Si "Crepúsculo" nos pareció pastelona, "The Host" no iba a ser menos. Acabo de encontrarla por casualidad en la tele haciendo tiempo para lo que realmente quiero ver esta noche: la final de Ninja Warrior España. El programa promete ser muy emocionante, aunque tengo dudas de que alguno sea capaz de llegar al monte Midoriyama, mucho menos conquistarlo.

Volviendo a la película, hay una diferencia con "Crepúsculo" importante, y es que abandonamos el tema vampiros para adentrarnos en los alienígenas parásitos. Unos alienígenas llamados "almas" que infectan los cuerpos humanos tomando el control de los mismos. Pero no todos los humanos se rinden tan fácilmente a sus inquilinos. Es el caso de Melanie, que queda a manos de Wanderer. Wanderer está avisada de lo que significa invadir un cuerpo humano y tener que lidiar con sus sensaciones, sus emociones, los recuerdos, y sobre todo, el amor. Como cabía esperar, este aspecto tiene un gran peso en la película, con dos historias de amor para un mismo cuerpo. Esto hace que los personajes y las tramas secundarias no tengan demasiado fuste.

A diferencia de otros invasores, Wanderer tiene muy buenos sentimientos, y ayuda a los humanos a curarse y a extraer a las "almas" de los cuerpos infectados. Muestra también los prejuicios que los humanos tenemos a todo lo que es diferente a nosotros. Wanderer llega incluso a plantearse su propio sacrificio para poder salir del cuerpo de Melanie, pero sus amigos humanos encontrarán la forma de retenerla.

Bueno, una película entretenida y poco más. Creo que podrían haber sacado algo de más partido a la idea central. Está protagonizada por Saoirse Ronan, que no es mala actriz, aunque sus personajes suelen parecer un poco lelos. Y destacan sus secundarios: William Hurt y Diane Kruger.

viernes, mayo 04, 2018

Yggdrasil



El curso de cristales atlantes llega al Cristal de Anclaje, un cristal de arraigamiento a la tierra. Como práctica tengo que dibujar un árbol, un típico ejercicio usado en psicología, que aquí se relaciona también conmigo pero teniendo en cuenta otros aspectos tales como el nivel de evolución personal, la unión al sistema familiar, etc. Somos como un árbol que, con el Cristal de Anclaje en nuestras raíces, podremos hacernos más fuertes y elevarnos hacia el Cielo. Cuanto más fuerte sean nuestras raíces (nuestra conexión transgeneracional), más alto volaremos. Para ello necesitamos saber primero quienes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.

Dibujo el árbol sin mirar estos criterios para no sesgar mi mente. Por la misma razón, ignoro los árboles que otros alumnos han dibujado antes que yo. Me pongo a dibujar y colorear mi árbol. Cuando termino lo contemplo y veo que me gusta mucho.

Es un árbol robusto, sólido, proporcionado, equilibrado, bien arraigado a tierra, y femenino, tal como me lo contó una vez un botánico: un árbol de copa ancha, dando sombra y cobijo. Se parece un poco a los árboles nuevos de la avenida, que son chaparros pero de copa anchísima y tupida. A mí me encanta pasear bajo ellos. Mi árbol es más alto que estos y tiene el tronco más ancho y recio. Tiene ramas grandes y fuertes para poder sostener esa copa ancha ("cuánto comparto"). Los frutos ("qué doy a la vida") son estrellas y manzanas, luz y conocimiento.

Cuando llego a la misión de vida me quedo un poco bloqueada (para variar), porque no lo tengo demasiado claro. Entonces me da por pintar el Cristal Atlante de Anclaje que está enterrado en las raíces de mi árbol, y de repente una palabra acude a mi mente: "Yggdrasil", el árbol de la vida de la mitología nórdica, el que conecta mundos. Y entonces lo sé: soy un canal. Soy un canal que une el cielo con la tierra. Un medio al servicio de dios.