miércoles, diciembre 28, 2016

Carrie


Ayer nos dejaba Carrie Fisher, la inolvidable Princesa Leia de la Guerra de las Galaxias. Éste es uno de esos casos en que el personaje fagocita a la persona, lo cual siempre hace un flaco favor a la misma tanto en su vida personal como en su vida profesional. Ayer en las redes sociales las imágenes que aparecían sobre Carrie Fisher prácticamente eran todas las de sus primeras películas en la saga galáctica, a pesar de que interpretó una vez más a la princesa Leia en el Episodio VII, un ejemplo más del poder del personaje, y del culto a la juventud y a la belleza que rendimos en esta época. 

Pareciera que Carrie Fisher no hubiese sido nada más en la vida. Y claro que fue: actriz, guionista, madre, esposa, hija...pero ante todo fue un ser humano, imperfecto, pero lleno de magia, de fuerza, y de rebeldía. En realidad Carrie Fisher era una superviviente: “Cuando eres una superviviente, te tienes que meter en líos a menudo para demostrar tu talento”, decía ella.

Carrie Fisher fue ante todo un icono, un símbolo. Primero como princesa Leia, demostró a una generación de mujeres que no hacía falta un príncipe para ser salvadas, que todas teníamos dentro la fuerza (y la Fuerza) para poder salir adelante nosotras solas. Leia, la princesa guerrera, la líder, la rebelde. En segundo lugar Carrie fue un símbolo de la lucha de todos aquellos con transtornos mentales, dado que ella padecía síndrome bipolar. Muchas personas se verían reflejadas en ella, en alguien famoso que tenía la valentía de reconocer sus debilidades, ayudando a limpiar la lacra de la enfermedad. Como buena superviviente, fue capaz de superar una vida de excesos, marcada ampliamente por las drogas que entiendo terminaron por pasarle factura. Y finalmente defendió a los animales, a los que adoraba. En muchos aspectos, ella era un ejemplo a seguir. De ahí, este homenaje. Te echaremos de menos.

domingo, diciembre 18, 2016

Las últimas voces de Aleppo

Hace unos días salí de mi ostracismo para darme de bruces con uno de los vídeos más impactantes que he visto en mucho tiempo. Es el vídeo de un profesor emitiendo las que podrían ser sus últimas horas de vida en la ciudad de Aleppo, castigada por una guerra sin tregua entre los partidarios del gobierno sirio de Bashar al-Ásad y los rebeldes. Al ver las imágenes es inevitable no llorar, porque puedes empatizar con él, con la desesperación que transmite, que más bien es una rendición ante la inevitabilidad. El vídeo tiene desesperación e impotencia, pero sobre todo esa rendición fatalista. Hay otros vídeos similares, pero ninguno me ha emocionado tanto como este.



Existen otras fuentes que dicen que estos vídeos son falsos, mera propaganda de los rebeldes. Podría ser. Una de las cosas que más me ha extrañado del vídeo es que las infrastructuras sigan en pie. Me refiero a las civiles, claro. Con una ciudad tan castigada, ¿se siguen mantiendo en pie las antenas? ¿siguen operando las telcos? Me parece un poco complicado de creer, así que no descarto la teoría de la propaganda.

Sin embargo, aunque aceptásemos que esta es un testimonio falso, es innegable que allí hay muchos más civiles que están sentenciados a muerte, y que parecen totalmente abandonados a su suerte por todos: rebeldes, gobierno sirio, fuerzas internacionales. Ellos no transmiten, pero su situación no es muy diferente de la que narran los vídeos. Y no sólo es Aleppo. Es toda Siria. Es una guerra que lleva 6 absurdos años, muriendo gente en cantidades indecentes (la ONU dejó de contar en 2016 cuando habían alcanzado la cifra de 240K fallecidos), y con millones de desplazados huyendo de una muerte segura por un futuro mejor (?).  Una guerra en la que nuestros gobiernos se lavan las manos, cuando son los mayores responsables de la venta de armas en el mundo. En la que nos jactamos de valores de solidaridad, pero damos con la puerta en las narices a aquellos que piden socorro, entre otras cosas porque ni siquiera nosotros estamos preparados para gestionar una crisis semejante. Porque estas guerras sólo están hechas para favorecer a los mismos, a costa de la miserias de otros.

Y ahora mismo Aleppo sigue sangrando. Aleppo sigue gritando. Pero no hay nadie que vaya a ayudar.

domingo, diciembre 04, 2016

La Llegada


Domingo de lluvia, domingo de cine. Tenía varias películas en la recámara, pero no tenía el ánimo para dramones, así que me he decidido por la ciencia ficción, que siempre me resulta excitante. La verdad que no tenía referencias sobre la película, lo cual siempre es bueno para no crear expectativas. Por ello la película me ha resultado bastante entretenida. Quizás no es redonda del todo porque tiene algún punto donde baja el tono.

Comienza con la llegada de doce naves a la Tierra (mira, como las tribus de Israel), distribuidas en diferentes localidades. Una de ellas, como no, EEUU. Cada país comienza su aproximación a las naves para averiguar los propósitos alienígenas. EEUU escoge a un matemático y a una experta lingüista para la tarea. Enseguida ella toma el mando para plantear el encuentro. Pasito a pasito, la lingüista consigue ir descifrando y aprendiendo el idioma de los extraterrestres, lo cual no es fácil porque utilizan unos ideogramas de gran riqueza semántica. Esto hace que su mente y su consciencia se reestructure de una forma singular que termina por influir en la trama. Sin embargo, la incertidumbre sobre las motivaciones de los alienígenas y el miedo hacen que algunos países se pongan a la defensiva y quieran iniciar una guerra.

El planteamiento de la película es interesante, aunque termina siendo algo predecible al final. Supongo que puede entenderse como un canto a la tolerancia, a superar ese miedo que tenemos a lo que es distinto a nosotros para crear puentes de comunicación. Hace uso también de alguna teoría psicológica interesante. Me gusta cómo la lingüista maneja los conceptos del lenguaje, me parece que la hace un personaje inteligentísimo, a pesar de que arrastra una tragedia en su vida que la hace un poco nefelibata.


Jamslin y otros recuerdos

Dicen que quien guarda encuentra. Así que de vez en cuando haces limpieza y puedes encontrar cosas muy curiosas. Como esta letra:



En la universidad inventé un personaje llamado Jamslin Gremster, mitad hamster, mitad gremlin. Como hamster era adorable, pero como gremlin era un poco agresivo. Se basaba por un lado en la mascota del club al que pertenecía en la universidad, y por otro en el gremlin loco de la segunda entrega de la saga, que me hacía muchísima gracia (la peli es bastante mala). Y me gustaba tanto que hasta le hice una canción. Por entonces escuchábamos mucho Iron Maiden, por lo que la letra no podía ser sino una adaptación de una canción de esta banda, nada más y nada menos que el "Fear of the Dark" (aunque bien leído, podría hasta estar inspirado en el "Nightcrawler" de Judas Priest).

Había olvidado por completo haber escrito esto. Ha sido una sorpresa enorme, a la par que me ha traído buenos recuerdos de la universidad. Tanto que he tenido que compartirlo. Nada mejor que D para ello: él es el único que iba a entender lo que significa este momento. A raíz de esto D me ha enviado un audio mío diciendo "Maburro". Señor, qué perjudicada mentalmente estaba entonces. Ahora sólo falta encontrar un correo donde escribí la entrega de los tomos del proyecto fin de carrera como si estuviese jugando una partida de El Diablo (con la arpía, por supuesto). Por no mencionar aquel trabajo de Microelectrónica donde D y yo agradecíamos al ayuntamiento de Madrid por poner las mamparas del viaducto, e incluíamos el prospecto de la aspirina C++ en la bibliografía de referencia. Ciertamente se nos iba mucho la olla.

La verdad que son recuerdos agradables, de esos que te calientan el corazoncito. Ideales para un día lluvioso como el de hoy.