domingo, junio 26, 2016

Intimidad

Metz. Son las 6:50 de la mañana y hace rato que estoy despierta. La causa es la luz que entra por la ventana del salón del apartamento. Hoy me ha tocado dormir en el sofá cama del salón, y no hay cortinas que paren la luz. Estamos en pleno solsticio, así que el sol ha decidido levantarse pronto, demasiado pronto. Me cuesta dormir con tanta claridad.

La luz del día me ayuda a contemplar el apartamento bajo otra óptica. Qué diferentes son los colores y los matices al amanecer. Pero la sensación con la casa es similar: extrañeza. Es un apartamento enorme, hasta bonito. Lo que menos me gusta es que está en una quinta planta sin ascensor.

Es un apartamento de hombre, pero la decoración es poco usual. Tiene detalles insólitos, tanto que he pensado que era un libra. A ratos la decoración me resulta excesiva. No va nada conmigo. No digo que la casa sea incómoda o poco acogedora, simplemente que se corresponde a alguien con gustos muy diferentes a los míos.

Creemos que es la residencia habitual de un hombre que alquila el apartamento cuando se ausenta de la ciudad. Así que tenemos que compartir el espacio con sus enseres. Y aquí es donde está la pega.

No entiendo cómo alguien puede mostrar su intimidad tan abiertamente a unos extraños. Se puede saber tanto de una persona por los detalles: la decoración de la casa, la distribución de los muebles, las fotos que cuelgan de las paredes, el estilo de los cubiertos, la marca de las cremas que usa...Me resulta violento. Es como averiguar algo que no quiero saber. Me resulta demasiado personal, demasiado íntimo. Y toda la casa aporta información, porque cada detalle revela algo. Es abrumador.

Pero la casa me ha hecho pensar si yo no estaré haciendo algo similar en las redes sociales, con este blog, por ejemplo. Qué necesidad tiene la gente de conocer mis intimidades? Qué necesidad tengo yo de permitir que la gente conozca una parte de mí a través de estos escritos? Quizás debiera inhibirme, o escribir sobre cosas más neutras.

lunes, junio 20, 2016

Intransigente

"No seas tan intransigente", me dijo mi amiga Alicia el viernes noche. Ése fue su comentario a mi queja por una situación que viene repitiéndose las últimas ocasiones que quedamos el grupo de las "Arpías". Me molesta particularmente la actitud de una de ellas que convoca para cenar y luego se descuelga y nos deja plantadas.

Alicia no me recriminaba exactamente por mi opinión, porque concede en que llevo razón, pero ella tiene una actitud mucho más conciliadora que la mía, que pasa por aceptar todo sin criticar para no tener problemas. Esto tiene su origen en una cena a la que yo no asistí y que casi acaba como el rosario de la aurora. Desde entonces la sintonía del grupo no es la que solía ser. Y la verdad, demasiada sintonía hemos tenido con lo diferentes que somos todas. Pero ser diferente no impide que podamos relacionarnos. Lo contrario es sólo una excusa. Las amistades, como cualquier relación, hay que trabajarlas y esforzarse por ellas. Toda relación, en realidad, es un ejercicio de voluntad.

El comentario de Alicia me hizo parar y preguntarme: ¿Soy intransigente? Posiblemente sí. Me molesta la gente que siempre trata de que los demás se plieguen a sus necesidades sin considerar las de los demás. Me molesta la gente que piensa que sus obligaciones son más importantes, que su tiempo es más valioso. Me molesta tener que ceder siempre yo por la armonía general. Soy intransigente por oposición a la actitud pasiva que solía tener en el pasado. Yo tragaba con todo por no molestar, por no fastidiar, por no crear conflictos. A cambio sólo conseguía impotencia y cierto abuso, consentido, pero abuso al fin y al cabo. Con el tiempo me he ido yendo al otro extremo, aunque no creo que me haya posicionado del todo en el mismo. Ahora tengo menos problemas en ir al conflicto si es necesario para poner límites. Que los adultos también necesitan que les pongamos límites, y bien claritos para que no haya dudas. A los adultos también hay que educarlos.

En el futuro estoy segura que recordaré la advertencia de Alicia, porque me ha calado. Sé que debería ser más asertiva en la forma de plantear las cosas, pero no puedo evitar cierta visceralidad que me lleva al lado agresivo. Además yo aguanto y aguanto, pero cuando rebaso el límite, exploto y suelto por mi boca sapos y culebras, todo lo que he ido guardando en la recámara. Y hay que joderse, qué hábil es la mente para recordar detalles en esos momentos, y qué bien hilvana todo. Todo al servicio del ego.

Hay una frase de Buda que dice: "Todo lo que te molesta de otros seres, es solo una proyección de lo que no has resuelto de ti mismo". Pues estoy jodida porque me molestan muchas cosas. Tengo que trabajar más la aceptación. No sé cómo hacerlo. Y ante todo esto yo me pregunto: ¿dónde acaba la aceptación y empieza el abuso? ¿Es todo una cuestión del ego? Si todo es una proyección, ¿si trabajo la aceptación cambiará la actitud de los demás por resonancia? 

domingo, junio 19, 2016

Angel (Sarah McLachlan)

Aunque cantando llevo más años, con ésta son tres las veces que he participado en el festival de canto de la academia de música. Y de suerte, porque parece haber una tendencia de hacer coincidir la fecha del festival con mis vacaciones. En esta ocasión fue más o menos fácil hacer un cambio, pero no ha sido siempre así.

La canción elegida ha sido "Angel" de Sarah McLachlan. No es mi elección, sino la de Isabel. Como casi siempre. Yo había propuesto otras alternativas, siempre buscando el dúo a dos voces para cantarla juntas, como hemos hecho desde el primer festival. Pero o bien no he sido capaz de encontrar la partitura del piano, o algo ha pasado que no ha terminado de cuajar. No sé qué se le pasa a Isabel por la cabeza, qué criterios le hacen descartar las canciones. A mí todas mis alternativas me parecían canciones bonitas. Y más que eso: son mis canciones, canciones que me emocionan, con las que me puedo sentir más ligada.

Yo quería haber cantado "The Valley of the Queens" de Ayreon, también "The Voice" de Eimear Quinn. Nada. También propuse "Break in" de Halestorm y una canción de Pain of Salvation que también eran dúo. Tampoco. Como el tiempo se nos echaba encima, ella propuso "Angel" y yo acepté porque teníamos que zanjar el tema. Creo que ella sí quería cantar esta canción y no encontraba la manera.

La canción es muy bonita, pero es muy triste. Cuando empezamos a ensayarla, me emocionaba tanto que no podía evitar llorar. Con el tiempo he conseguido que no me influyera anímicamente. Y esto es mucho decir cuando la letra parece que habla de mi propia vida. Mucho decir cuando tienes que salir al escenario con el ánimo un poco bajo porque has tenido un día poco benévolo (y ya son muchos seguidos).

Como siempre, empezamos tarde y mal, hasta el punto de que no hemos hecho el dúo, y los ensayos con el piano se han reducido a dos días la semana misma del festival. Y gracias a que me ha tocado con María, que es una gran pianista, con mucha experiencia en los acompañamientos, y con la que me entiendo fenomenal. Así que entre las dos nos montamos las transiciones y los ensayos, al margen de nuestras profesoras, que están más locas que las maracas de machín.

Para haber tenido tan poco tiempo el resultado no fue malo. Isabel habría querido que yo hiciese más gorgoritos, que improvisase y que me saliese de la linde, pero sin haber ensayado, yo no estaba por la labor. Prefiero que la canción quede plana a que quede mal. Finalmente quedó una canción sencilla y bonita. Suficiente. 

Claro, que ayer visionamos el vídeo de la actuación e Isabel me ha puesto un montón de pegas. Que los agudos muy bien, pero los graves no tanto, dice. Pero claro, los graves no son lo mío, y este año, además, hemos cambiado el foco de emisión y estoy más perdida que un gato en un garaje. Me pasa todos los años, la verdad. Ya no tengo ni idea desde dónde tengo que emitir. Creo que esto está un poco relacionado con la necesidad de control. Como no sé bien qué hacer, emito desde donde puedo. 

Quitando un momento en que se me quebró la voz (no había abierto el espacio, dice Isabel), el resto salió bien. ¿Podría haber salido mejor? Sí. Pero yo estoy contenta. Lo mejor es haber controlado más los nervios que en otras ocasiones. El pánico escénico por ver gente no es ya tanto problema, debido a la experiencia con las presentaciones. El pánico escénico por el miedo a hacer el ridículo es otra cosa. Me hice unas diez rondas de EFT antes de salir al escenario. Esto me ayudó un montón a rebajar la ansiedad. Cuando subí al escenario los nervios volvieron a florecer, pero la intensidad no era tan grande como en otras ocasiones. ¿El resultado? Terminé disfrutando la canción. Todo un logro.

Ayudó también el hecho de cerrar los ojos en algún momento, algo que está muy feo, la verdad, pero que me sirvió para conectar con la canción. No miré a mi familia, no miré a Isabel dándome instrucciones. Pasé de todo. Y bueno, salió más o menos bien. El próximo año, más.


"Angel"
(Sarah McLachlan)

Spend all your time waiting
for that second chance
for a break that would make it okay
there's always some reason
to feel not good enough
and it's hard at the end of the day
I need some distraction
oh beautiful release
memories seep from my veins
let me be empty
and weightless and maybe
I'll find some peace tonight

in the arms of the angel
fly away from here
from this dark cold hotel room
and the endlessness that you fear
you are pulled from the wreckage
of your silent reverie
you're in the arms of the angel
may you find some comfort here

so tired of the straight line
and everywhere you turn
there's vultures and thieves at your back
and the storm keeps on twisting
you keep on building the lies
that you make up for all that you lack
it don't make no difference
escaping one last time
it's easier to believe in this sweet madness oh
this glorious sadness that brings me to my knees

in the arms of the angel
fly away from here
from this dark cold hotel room
and the endlessness that you fear
you are pulled from the wreckage
of your silent reverie
you're in the arms of the angel
may you find some comfort here
you're in the arms of the angel
may you find some comfort here

sábado, junio 11, 2016

Enric Corberá: Creencias Conscientes


Dicen que cuando el alumno está preparado aparece el maestro. Ciertamente, Enric Corberá es un maestro para legiones de seguidores: difusor de la biodescodificación (ahora llamada bioneuroemoción) y del curso de milagros. Ayer lo pude atestiguar en la conferencia que dio en Madrid, con la sala abarrotada de gente. Encima llegué tarde y me tuve que sentar al fondo de la misma, con el obstáculo visual de una cámara.

Corberá no era mi maestro. Ni siquiera sé por qué me apunté a la conferencia. Supongo que fue un impulso de esos que me dan de vez en cuando. Bueno, esta vez acerté y estoy contenta. Porque la conferencia tiene mucho que ver con todo lo que estoy leyendo últimamente, y me gustó la forma en que Corberá planteó la conferencia. Me gustó porque no nos invadió con excesiva información, sino que se centró en cuatro conceptos básicos apoyados por innumerables anécdotas, contadas con humor y cierta gracia, que terminaron por jugarle la mala pasada de comerse todo el tiempo disponible. Por ello tuvo que acelerar al final, con lo que la última parte de la charla quedó demasiado atropellada. Una lástima porque era muy interesante. Estas anécdotas trataban de ilustrar los conceptos, y qué mejor que usar ejemplos de gente de a pie con las que todos podemos sentirnos identificados, o al menos empatizar: "discuto con mi hermana porque no se ocupa de nuestros padres", "mi marido me es infiel, pero sigo con él por los niños", "sólo atraigo hombres que quieren tener sexo conmigo"...Y todo para escuchar que esas circunstancias las creas tú mismo...

La conferencia se llamaba "Creencias Conscientes: el camino a la libertad emocional" y se centraba en que toda nuestra realidad está basada en nuestras creencias. Nuestras creencias están inculcadas desde que somos pequeños. Prácticamente la mayoría proceden de nuestros padres, que a su vez las recibieron de sus padres, o bien se crearon en respuesta a una situación familiar (e.g: la mujer que se veía como una sirvienta porque su abuela lo fue), o también se han recibido socialmente. Tenemos muchas creencias y tendemos a pensar que esa es la verdad absoluta. Así que no vemos el mundo como es, sino como creemos que es. No vemos a las personas como son, sino como las interpretamos. Y luchamos contra todo aquello que vaya en contra de nuestras creencias.

Vivimos además en un mundo dual, de separación del mundo y de los demás. La separación está reforzada por nuestros pensamientos, que se basan en nuestras creencias. La mente juzga negativamente lo que es contrario a nuestras creencias, y al mismo tiempo justifica nuestro comportamiento, nos da todas las razones que necesitamos para que terminemos aferrándonos a nuestra creencia. Nuestras acciones están condicionadas por nuestras normas, que  a su vez están sustentadas por nuestras creencias. Lo que nos molesta de los otros se basa en una creencia. Lo que nos disgusta de una situación se basa en una creencia. Así que nuestra libertad emocional es escasa.

Al mismo tiempo estamos proyectando nuestros pensamientos, emociones y sentimientos continuamente. Por resonancia, recibimos aquello que está en nuestra frecuencia. El Universo nos envía todo aquello que está en consonancia con nuestro sentimiento, sin juicio. La emoción resuena en el campo cuántico y se repiten la experiencias porque emitimos en una frecuencia. Por ello si pedimos lo que no queremos, pedimos desde la carencia, o desde una emoción equivocada, el Universo nos va a dar más. Cambiando el sentimiento por uno de gratitud, cambia la experiencia.

Si la mente dual cree que puede controlar los acontecimientos, la mente cuántica sabe que hay que rendirse para encontrar la solución. Nuestro corazón está conectado con el campo cuántico. La mente usa el campo, pero no está conectada a él. Por ello, es necesario vaciar la mente para sentir el campo cuántico, para vibrar con el campo, y la solución llegará a nosotros.

La conferencia cerró con una idea interesante: somos responsables de la energía que liberamos al mundo. Nuestro corazón emite un campo magnético que afecta todo lo que nos rodea. Esa energía se agrega a las energías de otras personas, y parece que toda esa energía pudiera tener un efecto sobre el campo magnético terrestre, lo que se llama "Global Coherence", algo que se está estudiando dentro del HearthMath Institute. A mí me parece una idea bonita, pero a la vez me hace sentir un poco culpable porque la energía que he estado emitiendo no es la mejor. Corberá diría que ya he tomado consciencia y que he dejar el victimismo de lado para poder actuar.

Como he dicho, Corberá no era mi maestro, pero me gustó la charla y le compré un libro (tengo una pila ahora mismo...). Y le veré en octubre para un taller al que me había apuntado tiempo antes.

jueves, junio 09, 2016

Warcraft: el origen


Esta semana la idea de película era pasarse por el Festival de Cine Alemán, que se organiza anualmente por estas fechas en el cine Palafox. Sin embargo, Crisis a última hora cambió los planes y propuso ir a ver esta otra. Que la verdad, a mí no me atraía mucho, porque tenía pinta de bodrio. Pero todo sea por Crisis.

Pareciera como si para ver esta película tuvieses que conocer el juego, pero yo casi no recordaba de nada y aun así he podido seguirla. Muy sesuda no es. A mí me gustaba el juego. No era mi favorito, pero en la universidad era uno de los juegos de referencia. Muy buena tampoco era. Y yo jugaba siempre con los orcos, porque me hacían gracia. Me gustaba oír las frases que decían. A veces, haciendo click muchas veces sobre uno de los personajes, decía cosas mucho más elaboradas, y yo me partía de risa. Luego vino el Starcraft, pero ya no me gustaba tanto. Hace años que no juego a algo así, y tampoco es que tenga muchas ganas.

Pero aquí está la película: el origen del Warcraft. La historia del enfrentamiento de dos mundos: el mundo humano (aunque aparecen otros seres que recuerdan mucho a LOTR) y el mundo orco. Los primeros se ven amenazados por unos seres diferentes que buscan un mundo donde poder sobrevivir. En cada bando, héroes que luchan por su gente, y villanos que ansían el poder. 

La ambientación es bastante buena, recuerda mucho al juego, aunque creo que las figuras de los orcos no están totalmente conseguidas. También hay un exceso por mostrar el universo Warcraft y por ello hay demasiados paseos de una ciudad a otra, cuando no es necesario para el desarrollo de la historia. Muchos efectos, muchos colores. La historia es simplona, pero resulta entretenida. Y sí, da para una franquicia.

domingo, junio 05, 2016

Días de Delta


Un impás en un momento de estrés mental y emocional.
Una pausa necesaria. Un balón de oxígeno en medio del Maelstrom.
Recuerdos que pugnan por salir acompañados de lágrimas suaves y silenciosas. 
Anhelo, deseo y frustración frente a la necesidad de paz. Espera impaciente de mensajes que no llegan frente a la incertidumbre vital. La necesidad de saber que todo está bien frente a la obligación vital de tener que enfrentar la soledad del futuro.
Querer hundirse en el interior, frente a la obligación de socializar.
Una visita largamente postergada. Una familia acogedora. Charlas entre amigos hasta la madrugada. Confesiones de amigos entre las olas del mar. Empatía. Lazos.
Ullals profundos. Ecosistemas imposibles. Mosquitos.
Arroz y escamas de sal. Sabrosa paella de pato y anguila, crema de arroz, cerveza de arroz, licor de arroz.
Campos infinitos de arroz sobre cielos diáfanos. Recuerdos de Schleswig-holstein. Recuerdos de una amiga perdida.
Un río anciano y escultor, asociado a las raíces, muriendo en el mar. Recuerdos del Elba. Recuerdos del Pas.
Dunas blancas sobre arenas oscuras. Cientos de aves.
Aire cálido que acaricia mi piel.
Aguas cálidas que envuelven mi piel. El abrazo del mar, el mejor remedio para el alma.
Peces saltarines. Recuerdos de la infancia.
Recogida de coquinas en la orilla. Recuerdos de la infancia.
Un día agridulce, pero hermoso.

miércoles, junio 01, 2016

El valor de las utopías


Porque la utopía no está hecha para ser alcanzada, sino para hacerte caminar.