Yo no conocí a Sandra, pero Ame cree que sí. Fuimos al mismo colegio, pero yo no tengo recuerdos de ella. Ni siquiera al ver su foto me vienen recuerdos. Porque Sandra debía tener la edad de Rosalía, al menos dos años más que nosotras, y yo con esas clases no tenía trato. La única interacción que recuerdo con ella son un par de comentarios en el Facebook de Ame cuando estuvimos en el Iberman. Nada más.
Y aún así lloro su muerte. Sandra era demasiado joven para morir. Pero el cáncer no respeta edades y en alguna de ellas galopa como un caballo desbocado. Tres años de lucha, para después perder. Porque en esta vida, la muerte siempre vence, antes o después. No quiero imaginarme cuanto ha podido sufrir. Me hace acordarme de Basi y de su agonía. No son bonitos recuerdos.
He visto la última foto que Sandra publicara en Facebook de hace más o menos un mes. Es la imagen de una playa desde una ventana. Es melancólica, pero algo me dice que es una foto de esperanza. Quiero pensar que ella no quería morir. ¿Por qué querer morir cuando tienes una hija pequeña con toda la vida por delante, un marido que te quiere y una vista tan hermosa? Pero quién sabe, esta enfermedad es dura y te arrebata cualquier fuerza, cualquier ilusión.
Ya se acabó todo. La lucha y el sufrimiento quedan atrás, al menos para ti, Sandra. Espero que donde estés, seas feliz.