Hoy he recibido una invitación a una despedida de soltera. Oh, Dios mío ¿por qué?
Odio las despedidas de soltera. No he estado en ninguna, pero no me puedo imaginar un acontecimiento más horrible. No entiendo la necesidad de un ritual de humillación semejante. Como tampoco entiendo las motivaciones sádicas de los organizadores de semejantes eventos. Porque por mucho que te prometan que la broma va a ser ligera, todo se va de madre y termina siendo una pesadilla.
Y además de la vergüenza ajena ¿juntarte con gente a la que no conoces de nada, a la que no te une nada, con la que no comparto nada? No es el plan que más me motiva. Así que tendré que ver cómo me escapo de ésta.
Odio las despedidas de soltera. No he estado en ninguna, pero no me puedo imaginar un acontecimiento más horrible. No entiendo la necesidad de un ritual de humillación semejante. Como tampoco entiendo las motivaciones sádicas de los organizadores de semejantes eventos. Porque por mucho que te prometan que la broma va a ser ligera, todo se va de madre y termina siendo una pesadilla.
Y además de la vergüenza ajena ¿juntarte con gente a la que no conoces de nada, a la que no te une nada, con la que no comparto nada? No es el plan que más me motiva. Así que tendré que ver cómo me escapo de ésta.