En este caso, me refiero al dolor físico. Esta última semana de diciembre la estoy dedicando al deporte, tanto que me he convertido en la "mujer agujeta", desde el cuello a los tobillos. Realmente es algo anómalo en mí, que siempre he sido una auténtica "couch potato". Pero me apetecía y ahora toca apechugar. El caso es que esta experiencia me ha servido para aprender cosas. Estas son mis pensamientos:
- Tengo bajísima tolerancia al dolor físico. No tengo capacidad de sufrimiento, ni resistencia alguna. Esto es claramente la consecuencia de años de rechazo frontal a toda actividad física debido a: una pereza y pasividad innatas, cabezonería y la necesidad de diferenciarme de una hermana con unas aptitudes atléticas excelentes.
- Podría llegar acostumbrarme al dolor físico, pero ello implica mantener el nivel de actividad actual (bueno, sin tanta sobrecarga). Estopuede ser complicado porque no tengo esa tendencia natural y fuera de las vacaciones tendré que reajustar mis horarios y mi energía. Además, necesito una motivación continua que no siempre voy a tener a mano, y el impulso de mis fuentes tiene un efecto limitado. Afortunadamente para mí, ahora mismo estoy en contacto con gente que tiene una capacidad de ilusión enorme muy orientada hacia la actividad física. No sólo me sirven de inspiración, la ilusión tiene un efecto contagioso de la que puedo beneficiarme. El problema será no dejarme arrastrar por lo que yo creo que tiene algo de encaprichamiento más que de vocación pura por su parte.
- Aunque estoy jodida con las agujetas, el dolor me hace sentir viva, y esa es una sensación increíble.