La
gente no lo comprende. Se les nota. Se encierran en sus argumentos lógicos para
intentar comprender algo que no puede ser abordado desde la lógica. Lo hacen
con buena intención, pero me exaspera. Además, yo no les he pedido argumentos,
simplemente les he comunicado como sentía, nada más. No se trata de buscar
razones, sino de integrar la experiencia, y eso es un trabajo personal.
Cuando
Teína empezó a ponerse tan mal, apareció la eutanasia como posibilidad. Me
molestó que la gente se apresurara a indicármela como la mejor opción.
Seguramente fue la mejor opción desde el principio, pero cuando quieres a un
animal como yo quería a mi gata, te aferras a la esperanza, aun cuando esa
esperanza es exigua.
El tercer
día de hospitalización, Teína estaba totalmente apática, tumbada en su
incubadora, y sin fuerzas ni ganas para levantarse. En ese momento no me quedó
duda de que sólo quedaba la posibilidad de la eutanasia. Quizás podría haber
intentado un día más de suero, pero la recuperación total era inviable. No
hacía falta que me lo dijeran los veterinarios, se veía claramente.
Así que
autoricé la eutanasia, y pasé todo el tránsito con Teína, para no dejarla sola
en sus últimos momentos. Primero dos sedantes, después la inyección letal. Fue
bastante rápido y aséptico (quitando los espasmos finales de la salida del aire
de los pulmones).
Pero
junto al dolor de la pérdida de un ser querido apareció otro sentimiento: la
culpabilidad. Por supuesto que la eutanasia es un acto de compasión y de amor,
pero el hecho es que yo he matado a un ser que quería, y eso en mi interior ha
sido como traspasar una línea moral. Esto es lo que la gente no comprende. Me
sé sus argumentos de memoria, no sólo porque son los mismos que ya me he dicho
yo, pero no soy capaz de hacerles entender la otra sensación que hay dentro. Y
eso es porque sus argumentos son pura teoría, convencionalismos sociales sobre
lo que está bien, sobre lo que es el amor. Pero además de esas creencias hay
otras creencias morales sobre la vida y la muerte, y ahora mismo existe un
conflicto entre ambas en mi interior: una parte de mí sabe que mi acto fue
compasivo; otra parte de mí me juzga como asesina. Un conflicto detonado a raíz
de una experiencia que ellos no han vivido, pero yo sí. Y mi misión es integrar
esa experiencia para poder quedarme tranquila y evolucionar.
Mi
misión no es satisfacer vuestro ego y demostraros que os he escuchado y os he
dado la razón. Y mi misión tampoco es ayudaros a comprender la situación. Mi
misión es para mí, no para vosotros. Lo único que necesito es tiempo y que me
dejéis en paz con vuestros argumentos. Acompañadme si queréis, pero dejadme
integrar mi experiencia con tranquilidad.