Antes de que las obligaciones ocupen mi tiempo y borren la experiencia de mi cabeza, volviendo los recuerdos lejanos y confusos, quiero hacer una crónica sobre la Expo de Zaragoza. Podría contar muchas cosas, pero no tengo demasiado tiempo y, además, resultaría muy pesado. Además, me resulta imposible transmitir toda mi vivencia en el modo en que la he experimentado. En resumen, puedo decir que ha sido una experiencia positiva porque me ha gustado la experiencia, he desconectado del trabajo y he descansado mentalmente (no así físicamente).
No fui en su día a la Expo de Sevilla (no he ido a ninguna otra), por lo que iba a Zaragoza sin una idea demasiado clara de lo que iba a ver. Eso me impide igualmente establecer una comparación. Tampoco tengo una imagen clara del meandro del Ebro antes de la construcción de las instalaciones, por lo que no sé si aquello ha supuesto algo grande para la ciudad. Según mis familiares, toda la obra estaba proyectada desde hace años, pero no ha sido hasta esta oportunidad en que se han tenido fondos para acometerla. Supuestamente las instalaciones serán aprovechadas para otros usos una vez termine la exposición.
El área de las instalaciones es amplia, extensa y hay construcciones curiosas y emblemáticas. Sin embargo, no me gusta la distribución de los pabellones. También se puede decir que faltan sombras y refugios. Y todo es tremendamente caro; como muestra: un menú mexicano (nachos + burrito + patatas fritas + botella de agua = 12€ )
Se necesita mucho tiempo para poder ver todo en condiciones. Yo he estado tres días y solamente he visto unos 45 recintos de unos 100, en muchos de los casos, pasando rápidamente por ellos. Obviamente no todos merecían la misma atención. Si he de elegir, me quedo con Alemania y Japón; también merece la pena resaltar a Corea (documental muy tierno), Kazajstán, Marruecos y Aragón (precioso documental de Carlos Saura). El pabellón de España fue una decepción, quizá por la expectativa creada. Los países árabes, en cambio, resultaron una grata sorpresa y un ejemplo de cómo con poco se puede hacer mucho. También es cierto que mi percepción fue cambiando con el paso de los días: desde cierta frialdad hasta una aceptación. Por lo tanto, quizá fui más severa en mis juicios a los pabellones de la primera mañana con respecto a los del domingo.
En cuanto al tratamiento del tema central, el agua, hubo exposiciones para todos los gustos. Algunos participantes pasaron del tema y se dedicaron a vender su país (no me parece mal) o a vender souvenires típicos. En otros casos hubo exposiciones demasiado sutiles para que mi inteligencia pudiera captarlas. Sin embargo, también había exposiciones muy interesantes, como la de la Torre del Agua. Por cierto, me encantó la relación del agua con las distintas religiones que se trataba en el Pabellón Puente. Muy yo.
Algo más que merece la pena destacar: la sidra de Lituania. Espectacular.
Seguro que me dejo muchas más cosas en el tintero...
4 comentarios:
Te has olvidado comentar esa peaso tormenta del viernes que parecía el Apocalipsis e hizo que se suspendiese la actuación del Iceberg... y el concierto de los Maiden
A ver si hago yo mi propia crónica para hacerte competencia JEJE
Besotes,
KIKI
El "concierto" de Maiden merece un post a parte él solito. ¡Qué pena más grande!
... y por qué no decirlo, el de Rose Tattoo tb merece una crónica, jajajaja
... y por qué no decirlo, el de Rose Tattoo tb merece una crónica, jajajaja
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