lunes, mayo 10, 2010

Va de urracas parlanchinas.

Parece que en el curro se han conjurado para que hable de ellos. Me dan tantas razones, tantos temas. Cada día entiendo menos a la gente y ya no sé decir si los raros son ellos o estoy realmente mal de la cabeza. Parafraseando a Diógenes de Sínope (¿otra vez?): "cuanto más conozco a la gente, más quiero a mis gatas".

Sábado 8. Hay planeada una cena de urracas parlanchinas.
Tres han expresado ya que no van a asistir.
Con otra no contamos, dada las experiencias previas.
Quedamos 5 urracas, lideradas por la urraca aglutinadora, que es así como la reina de las urracas del curro, así muy diva ella.

De repente, el viernes, la urraca aglutinadora se desmarca por lesión. Y ahí me encuentro, sin quererlo ni comerlo, con otras dos a las que conozco pero con las que no tengo nada en común.
Esto desencadena un proceso interno de escapismo, pero al tiempo, mi conciencia me dice que no puedo dejar tirada a una de las chicas que viene ex-profeso desde Bilbao para dicho evento.

La urraca coja vuelve a escena, exig...digo... sugiriendo trasladar la cena a su nido, allende los límites de Madrid, en caso de que la urraca eskakeitor no aparezca (insisto, 95% de probabilidad, siendo generosos en el margen de confianza). Todo huele a que ésta y la urraca IC han gestado esta alternativa al margen del resto. La urraca coja aprovecha para encargarnos la cena y la compra. Así, en plan reinona, que ella ya pone la casa. Y los hielos. Ole sus cojones.

Me cabreo e intento contactar con la mika (urraca en vasco) para conocer su opinión. Dos llamadas infructuosas y dos correos. La pobre mika parece que no le importa ir al cubil de la urraka coja.
La urraca eskakeitor responde que le parece bien allí. En mi coche, claro. ¡Se nos ha jodido! ¿En qué momento he puesto yo mi coche a disposición de nadie?

Y mientras otras urrakas calentándome la cabeza...

Son las 16.00 del viernes. Me voy del curro sin saber cuál es el plan. Voy a clase de alemán y luego a bailar salsa.

Me levanto el sábado y enciendo el ordenador. Un correo nuevo avisa de que ya no hay cena sino aperitivo para el domingo en la casa de la urraca coja. ¡Una buena mierda! En ese mismo instante tomo la decisión: no voy a la cena.

Contesto al correo y me desvinculo. La única pega es dejar tirada a la mika pero parece que se ha traído al maromo. Adios remordimientos. Me siento tentada a escribir una excusa muy buena que he visto en internet: "No voy a la cena. Cuando se me ocurra una excusa, os la mando". ¿No es graciosa? Supongo que ellas no lo entenderían. Hay que tener menos humos para poder captarlo. Pero claro, cuando se desciende de la urraca de los huevos de oro, pues...

Lunes por la mañana. Comienza el intercambio de reproches y balones fuera. Parece mentira que a nuestra edad (que ya no somos niñas, unas menos que otras) estemos con gilipolleces de este calibre. Mi correo ha tenido como respuesta un emoticón (:-0) y un correo de la urraca eskakeitor comenzando por la frase "Mira, sin acritud..." ¿¡Sin acritud!? ¿Es que acaso tienes algo que reprocharme? ¿tú precisamente? ¡Andaaaaaaaaaaa! Paso de todo.

Conclusión: esto me reafirma en mi tesis de siempre: al trabajo no se va a hacer amigos. Tampoco enemigos, claro. No sé si este episodio me pasará factura, pero ahora mismo me da todo igual.

3 comentarios:

Crisis@Madrid dijo...

Qué bien que te lo pasas...
Con lo fácil que es hacer planes conmigo :O

Morrigan dijo...

Ya te digo. Ser social es muy complicado. Aupa la misantropía XD

Jorge Alonso dijo...

jejejejje

Que cosas más raras te pasan.

Tengo varias teorías al repecto.
1.- De la que sé que te vas a enfadar. Está muy manida pero en el 80% de los casos es así. Todas las urracas sois mujeres.

2.- Edad? Cuanto mayores nos hacemos más falsos somos. ¿Donde está esa frescura que teníamos hace unos (muchos) años?

De todas formas elegiste la mejor opción. Como dirían por ahí... A la mierda! :D