Mi esbirrucho se va de la empresa. ¡Quién lo iba a decir! Él que es tan conformista e indolente. Por eso mismo no se me va de la cabeza que esto es cosa de papi más que iniciativa propia. Pero el tío no suelta prenda, un misterio mayor que las tumbas de los faraones egipcios.
Esta tarde he ido a comprar sus regalos de despedida con unos compañeros. El viernes se los damos. El viernes irá todo el mundo a firmar la tarjetita de marras y quedar como Dios, cuando nadie se ha tomado la más mínima molestia al respecto. No critico a los compañeros de otras unidades, que tienen un menor contacto con él. Critico a los de la mía. Que somos muy amiguitos para lo que queremos, pero ya se encargará otro de hacer las gestiones. Porque siempre hay otro. Pero no nos vamos a interesar demasiado, no sea cosa que nos caiga a nosotros la tarea.
Así que camino del Decathlon, hemos ido cortando trajes. Y de ahí, hemos saltado a la actualidad. No sé por qué a la gente no le gusta la noticia de los mineros chilenos. Si quitamos el tono de irrealidad que desprende, el exceso de almíbar con que se expone en algunos medios, y las sombras que no conocemos, tenemos una noticia bonita y diferente. Es una noticia de esas que ayuda a "reconciliarte" con la especie humana. Mirémoslo así: 33 mineros, una situación desesperada y un milagro fruto de la cooperación y la solidaridad. Un ejemplo del que tomar nota.
¿Que es una operación para no contar las cosas que suceden aquí? ¿Qué cosas suceden que no conozcamos? Porque si la mejor noticia que hay es la victoria de España sobre Escocia (que prometía goleada y acabó en susto), apaga y vámonos. Bueno, también podemos hablar de los abucheos a Zapatero en el desfile de las fuerzas armadas, que a mí me parecen una afrenta al país, la fiesta nacional y una demostración de falta de elegancia y saber estar (pero bueno, es sólo mi opinión), pero ¿qué hay de nuevo en eso? Me aburre tanto el panorama político y el patio de colegio en que se ha convertido. ¿Hablamos de la crisis, del paro, del vertido de lodo tóxico de Hungría? Está bien, pero ¿por qué no un poco de alegría para variar?
Así que prefiero dejarme llevar por un poquito de romanticismo que endulce un poco mi vida. Aunque sea mentira.
Esta tarde he ido a comprar sus regalos de despedida con unos compañeros. El viernes se los damos. El viernes irá todo el mundo a firmar la tarjetita de marras y quedar como Dios, cuando nadie se ha tomado la más mínima molestia al respecto. No critico a los compañeros de otras unidades, que tienen un menor contacto con él. Critico a los de la mía. Que somos muy amiguitos para lo que queremos, pero ya se encargará otro de hacer las gestiones. Porque siempre hay otro. Pero no nos vamos a interesar demasiado, no sea cosa que nos caiga a nosotros la tarea.
Así que camino del Decathlon, hemos ido cortando trajes. Y de ahí, hemos saltado a la actualidad. No sé por qué a la gente no le gusta la noticia de los mineros chilenos. Si quitamos el tono de irrealidad que desprende, el exceso de almíbar con que se expone en algunos medios, y las sombras que no conocemos, tenemos una noticia bonita y diferente. Es una noticia de esas que ayuda a "reconciliarte" con la especie humana. Mirémoslo así: 33 mineros, una situación desesperada y un milagro fruto de la cooperación y la solidaridad. Un ejemplo del que tomar nota.
¿Que es una operación para no contar las cosas que suceden aquí? ¿Qué cosas suceden que no conozcamos? Porque si la mejor noticia que hay es la victoria de España sobre Escocia (que prometía goleada y acabó en susto), apaga y vámonos. Bueno, también podemos hablar de los abucheos a Zapatero en el desfile de las fuerzas armadas, que a mí me parecen una afrenta al país, la fiesta nacional y una demostración de falta de elegancia y saber estar (pero bueno, es sólo mi opinión), pero ¿qué hay de nuevo en eso? Me aburre tanto el panorama político y el patio de colegio en que se ha convertido. ¿Hablamos de la crisis, del paro, del vertido de lodo tóxico de Hungría? Está bien, pero ¿por qué no un poco de alegría para variar?
Así que prefiero dejarme llevar por un poquito de romanticismo que endulce un poco mi vida. Aunque sea mentira.