Damos muchas cosas por hecho:
- El sol saldrá cada mañana.
- La Tierra no dejará de rotar sobre su eje.
- La Luna siempre girará alrededor de la Tierra.
- El sol saldrá cada mañana.
- La Tierra no dejará de rotar sobre su eje.
- La Luna siempre girará alrededor de la Tierra.
- La lluvia repetirá su ciclo.
- Las ballenas existirán siempre.
No es cierto.
- Las ballenas existirán siempre.
No es cierto.
Pensamos de esta manera para simplificar nuestra vida, para no llenarla de preocupaciones adicionales a las operativas.
Está bien, supongo.
Cotidianamente también pecamos de esa indolencia.
Está bien, supongo.
Cotidianamente también pecamos de esa indolencia.
Pensamos que nuestros padres estarán siempre con nosotros, que nuestra juventud será eterna, que viviremos desahogadamente toda nuestra vida.
Tampoco es cierto. Por eso no valoramos lo que tenemos hasta que es tarde.
Igualmente podemos aplicarlo a las personas.
Si das por hecho mi lealtad, mi entrega, mi esfuerzo, mi generosidad, mi minuciosidad, te equivocas.
Pero estás en tu derecho de no valorarlo.
Yo estoy en el mío de no ofrecerlo.
Igualmente podemos aplicarlo a las personas.
Si das por hecho mi lealtad, mi entrega, mi esfuerzo, mi generosidad, mi minuciosidad, te equivocas.
Pero estás en tu derecho de no valorarlo.
Yo estoy en el mío de no ofrecerlo.
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