El bosque olía hoy a otoño. Será por las horas de luz, cuyo acortamiento es cada vez más notable conforme avanzamos al equinoccio (el próximo día 22). Será por las tormentas de ayer en la sierra, que daban un aspecto húmedo al paisaje. Sea como sea, es un placer poder abandonar el calor de la ciudad y llegar a tener que usar la chaqueta al pasear bajo la sombra de los árboles.
Cosas de la vida: tanto tiempo viniendo a Canencia y es la primera vez que veo esta chorrera. Hace poco supe de su existencia y me produjo curiosidad. Así que esta misma mañana me he decidido a visitarla. Para mi sorpresa, la ruta ofrece muchas posibilidades a explorar en poco terreno, lo que implica que tendré que venir varias veces si quiero recorrerlas todas.
El objetivo de hoy era llegar a la chorrera simplemente. Al iniciar la caminata me planteaba regresar por el mismo camino de ida, pero al ver que el terreno descendía bastante, he decidido continuar hasta cortar con la carretera, descendiendo toda la ladera de Mojonavalle, que transcurre paralela al arroyo del Sestil. La senda se va haciendo más agreste conforme se avanza por ella, siempre en la cara norte de la montaña, al cubierto de una gran variedad de especies como pinos, robles, abedules, acebos y tejos. Es una senda muy bonita, aunque no exenta de algún riesgo. Unos 6km en total. Y lo mejor: ni un alma a la redonda, salvo un par de vacas pastando bastante tranquilas.
La chorrera me ha parecido muy cuca. Supongo que en primavera está exuberante por la lluvia y el deshielo. Aún así, me apetece hacerla en otoño, para ver si la sensación es la misma.
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