Hasta
el próximo domingo tendrá lugar la campaña del banco de alimentos
llamada “La Gran Recogida de Alimentos”. Se trata de recoger la mayor cantidad
de alimentos no perecederos (harina, azúcar, aceite, pasta,
legumbre, arroz) para el banco de alimentos, que los distribuirá
después entre diferentes organizaciones de ayuda social. Supe de
ella por un anuncio en un partido del Estudiantes, así como que
necesitaban 20000 voluntarios para colaborar en la misma. Y me apunté.
Esta
semana recibí una notificación confirmándome el turno y el punto
de trabajo: un pequeño supermercado de un barrio próximo al mío.
Esta tarde me he reunido con mi grupo: el coordinador del punto y mis
compañeras de turno, una madre y su hija adolescente. Durante tres
horas nuestra labor ha sido abordar a los clientes del supermercado
para informarles de la campaña, recoger las compras con las que han
querido contribuir, clasificar los alimentos por grupos en bolsas de
cinco unidades, y depositarlas en una caja de almacenaje.
El
resultado final han sido 35 bolsas, siendo pastas y legumbres los
productos más donados. No está nada mal para un barrio humilde. No
diría que el total de los compradores ha contribuido a la campaña,
pero sí una gran mayoría de los mismos. Creo que es un buen
indicador de la solidaridad de la gente. Una señora mayor se
disculpaba por no poder aportar más, cuando ella misma sostiene con
su pensión a toda la familia. Si todo el mundo contribuyera la
mitad, la campaña ya sería todo un éxito.
Personalmente
la experiencia me parece muy positiva. Es muy bonito ser testigo de
dicha solidaridad; es gratificante contribuir a una buena causa; está
bien poder conocer gente nueva y conversar con ella, aunque jamás
volvamos a encontrarnos; y por último, resulta revelador poder
conocerte un poco más a través de la situación. Me siento
afortunada.