El martes murió Alfredo el taxista. Podría parecer que no es una pérdida grande, pues tan sólo era un conocido del garaje a quien veía muy ocasionalmente. Pero a mí me da la impresión de que es otro trozo más de mi mundo que desaparece, poco a poco, inexorablemente. Es doloroso ser tan consciente de ese proceso. Me recuerda a la desaparición de Fantasía de "La Historia Interminable" de Michael Ende, pero sin niño salvador que me dé un nuevo nombre que me ayude a restablecer mi reino. Y aquí sigo, en mi torre de marfil, esperando que ocurra lo inevitable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario