¿Cuánto hace que no veía llover tan de seguido? Diría que años. Hoy las nubes están tan bajas que hasta los cuatro torreones han quedado velados.
Es maravilloso poder contemplar la lluvia caer. Puede resultar incómoda y nos volvemos torpes en su presencia, pero superados esos problemas se convierte en un placer para los sentidos y para el alma.
Oigo el sonido de la lluvia. En cada superficie la nota es diferente. Se puede escuchar un concierto con un poco de atención.
Incluso en el metro la oigo correr en su camino hacia el mar (porque el agua tiene siempre como meta el mar, aunque no siempre lo consiga).
Sale el sol y los árboles adquieren un nuevo color, más brillante y luminoso que nunca. Me alegro por las acacias, abandonadas estos meses de estío a su suerte por unos hombres que jamás les dieron demasiada importancia.
Pero me preocupa el gatito de la farmacia: ¿habrá encontrado refugio? ¿Cómo se las apaña estos días? ¿Cómo superará el invierno que ha de venir?
2 comentarios:
Hola Morrigan!
Soy Eylo y me encanta tu blog, tienes que escribir más!
A mí me encanta el otoño, quizás es la estación en la que más a gusto me encuentro. El agua de la lluvia y los campos dorados me devuelven a mi ser.
Enhorabuena!
Eylo, muchas gracias por tu comentario.
Intento escribir cuando puedo, aunque estoy bastante liada. Otras veces no sé ni qué escribir y me espero a querer opinar sobre algo. Me alegra que te guste.
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