Nunca me ha gustado del todo celebrar mi cumpleaños. Cuando era pequeña me encantaba recibir regalos, pero siendo una persona tan tímida, la parte social no la llevaba demasiado bien. Cuando repartía caramelos en clase, me preocupaban cosas como que a la gente no les gustasen; cuando venían a casa, me daba miedo que no lo pasasen bien. Recibir las felicitaciones telefónicas de mis familiares tampoco me hacía demasiada ilusión, habida cuenta de que nunca sabía qué contarles y tampoco me sentía cómoda.
Con los años esa sensación no ha desaparecido, por eso he procurado siempre ocultar mi fecha de cumpleaños (sin olvidar los años de humillación pública en que convertíamos los cumpleaños ajenos en la universidad). A eso se suma la horrible sensación del paso del tiempo, no tanto envejecer, sino no poder controlar su paso. Si cada día soy tan consciente del tiempo que se me escapa, hoy se convierte en algo transcendente y angustioso.
Me horroriza pensar en cuántas cosas me quedan por hacer, el poco tiempo que me queda, y la premura que imprime. Desde que Basi está en el hospital la sensación es aún más urgente. Podría aprovechar mi situación laboral para avanzar en mi lista de acciones pendientes, pero lamentablemente soy esclava de mis propias normas, estándares y obsesiones. Además todo tiene su momento de ocurrir y lamentablemente no puedo forzar las cosas para que ocurran (ni siquiera la magia lo recomienda). Peor aún: realmente ¿qué es lo que quiero?
¡Cómo envidio a esas personas que tienen todo tan claro en esta vida! Para mí todo es confuso e irreal y me da la sensación de que camino entre nieblas, dando bandazos, incluso en días luminosos.
Neptuno, hoy también necesitaré de tus dones para sobrevivir, aunque a la larga me haga daño. Pero si el futuro no existe, was macht's?
Con los años esa sensación no ha desaparecido, por eso he procurado siempre ocultar mi fecha de cumpleaños (sin olvidar los años de humillación pública en que convertíamos los cumpleaños ajenos en la universidad). A eso se suma la horrible sensación del paso del tiempo, no tanto envejecer, sino no poder controlar su paso. Si cada día soy tan consciente del tiempo que se me escapa, hoy se convierte en algo transcendente y angustioso.
Me horroriza pensar en cuántas cosas me quedan por hacer, el poco tiempo que me queda, y la premura que imprime. Desde que Basi está en el hospital la sensación es aún más urgente. Podría aprovechar mi situación laboral para avanzar en mi lista de acciones pendientes, pero lamentablemente soy esclava de mis propias normas, estándares y obsesiones. Además todo tiene su momento de ocurrir y lamentablemente no puedo forzar las cosas para que ocurran (ni siquiera la magia lo recomienda). Peor aún: realmente ¿qué es lo que quiero?
¡Cómo envidio a esas personas que tienen todo tan claro en esta vida! Para mí todo es confuso e irreal y me da la sensación de que camino entre nieblas, dando bandazos, incluso en días luminosos.
Neptuno, hoy también necesitaré de tus dones para sobrevivir, aunque a la larga me haga daño. Pero si el futuro no existe, was macht's?
2 comentarios:
Pues muchas felicidades Morrigan!
Yo tampoco tengo claro nada, es más,cada año que pasa, la vida se me va complicando más,pero... ¡Mucho ánimo! que eres un año más sabia :D y seguro que la vida te depara muchas cosas buenas que están por llegar.
Muchas gracias eylo!
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