domingo, febrero 24, 2008

Firmin (Sam Savage)


"Nacido en el sótano de una librería de Boston de los años 60, Firmin aprende a leer devorando las páginas de un libro."

Nada más leer esta frase de la contraportada, supe que quería leer este libro. Los Reyes Magos me lo trajeron por Navidad y hace poco he terminado de leerlo. Toda una delicia de libro. Porque Firmin es un ser entrañable, muy humano para ser una rata. Tiene sus defectos y sus virtudes: es cínico, algo pervertido, ególatra, y muy redicho (esto último se le perdona porque es una rata cultísima), pero también es divertido, un amante de los libros, las películas antiguas y el jazz.
Las ilustraciones que acompañan el libro sólo consiguen hacerlo más adorable, si cabe. Y es muy fácil (por lo menos para mí), identificarse con él.

El final, aunque predecible, es muy conmovedor (Qué difícil se hace disimular las lagrimitas en el metro, sobre todo con maquillaje) y por alguna razón me hace pensar en esta cita de Tagore: "Mantente a flote por todos los medios; pero si te es imposible, ten el valor de hundirte sin ruido". Firmin muere así, de una manera tremendamente discreta y silenciosa, mientras todo su mundo conocido parece desaparecer también con él.

Mientras sucede uno piensa: otro genio que pierde el mundo sin revelar su genialidad. ¿cuántos Firmin pueden existir? El problema de Firmin es que es una rata que desea fervientemente comunicarse con el ser humano (en realidad, desea ser humano), pero le resulta imposible superar la barrera de las especies. Sin embargo no hace falta irse muy lejos para ver el desperdicio de talento que encontramos a nuestro alrededor, en nuestra misma especie.
Esta idea daría para otro post, seguramente; éste post no me parece el lugar ideal, porque le quitaría a "Firmin" todo su protagonismo, un libro que me parece digno de ser leído.

2 comentarios:

Crisis@Madrid dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Crisis@Madrid dijo...

¡Hala ya nos has reventado el final!

Bueno, ya me puedes dejar el libro para que me lo lea y llore descaradamente en el autobús camino al curro.

Besotes,
KIKI