Imbolc. Estoy de pie frente a un lago de aguas oscuras a los pies de una inmensa montaña coronada de nieve. Un sol niño despunta sobre la cresta y se eleva en el cielo mientras mira a su alrededor con curiosidad. A mis pies la nieve cubre el suelo pero retrocede en claros que dejan al descubierto esbeltos y delicados narcisos amarillos. Siento la savia nueva que asciende por los pinos de mi alrededor, desde la raíz a las ramas, llamándolos a la vida. Siento la pulsión de la tierra, liberándoses de sus cadenas de hielo. Se rompen las cadenas de la muerte y del miedo.
Impulsada por esa fuerza de vida, bailo sobre el lecho blanco y amarillo, girando sin parar. Y de pronto, oigo claramente una suave voz que dice: “Bendita seas, mi niña”. Y en mi interior nace un agradable sentimiento mezcla de amor, ternura y calor.
1 comentario:
Precioso este texto, amiga.
Me he adentrado en tu blog porque coincidimos en nuestro gusto por el libro FIRMIN.
E igual de impactante esa ventana tuya al mundo, con la guerra en Gaza como trasfondo.
A mí me repugna igualmente e intento aportar mi granito de arena con mi trabajo, que espero que te guste tanto como a mí el tuyo.
De ser así, no te pierdas "volando hacia el país de las hadas", uno de mis vídeos denuncia.
Enhorabuena por tu trabajo, en el que prometo adentrarme.
Un saludo
ISIDRO
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