viernes, junio 26, 2009

Despidos cercanos

No es noticia que la empresa está echando gente. Pero parece que no importa mucho cuando son otras las unidades afectadas. Cuando la unidad es la de uno, la cosa cambia. Porque uno se ve reflejado en la historia del despedido. Porque uno teme estar en lugar de aquél.

Culpemos a la empresa de ello. Culpemos a los gestores, que son los que toman las decisiones sobre la vida de terceros. Pero, mirado friamente, ellos también intentan hacer su trabajo: servir a los objetivos de la empresa.

¿Cuál es el fin de la empresa? Ganar lo máximo posible durante el mayor tiempo posible. Es decir, sobrevivir. A ser posible en las mejores condiciones. La empresa es también un ser vivo. Es un monstruo cruel que exige cada vez más de nosotros: más tiempo, más esfuerzo, más productividad. Y ahí estamos, sirviendo a la causa hasta que nos convertimos en sus víctimas. Incluso aquellos que velan por su existencia terminarán siendo víctimas de ella.

Mañana todos podemos ser los sacrificados. Pero mientras llega el momento, miramos a otro lado y confiamos en que la sentencia llegue lo más tarde posible. Porque a fin de cuentas, en tiempos de crisis, ¿se puede hacer otra cosa?



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