"Gospel es Navidad". Ese es el lema del festival de gospel que se organiza estos días en Madrid. Debido a una apretada agenda sólo tuve opción de ir al espectáculo de ayer noche. En principio esperaba un gran coro como esos que salen en las películas americanas, así que fue una sorpresa descubrir que "The Friendly Travellers" eran un cuarteto. Sin embargo, desde la primera canción me di cuenta de que aquella iba a ser una actuación muy especial.
Especial por la sencillez de la puesta de escena, limitada a un fondo estático de colores y a los focos que iluminaban al grupo, y por el hecho de cantar a capella sin ningún acompañamiento (un par de canciones con guitarra nada más). Especial por unas voces magníficas (señor, qué graves tan redondos y enormes), armónicas, bien empastadas, sin artificios, todas puestas al servicio de Dios, y de la audiencia. Fue toda una lección de canto: voces sueltas y libres pero bien ancladas, ágiles, bien cubiertas, bien impostadas, con gran control de toda la musculatura que lleva al canto, y llenas de emociones. Eso es tan difícil de lograr, y no obstante para ellos parecía sencillo y natural. Qué envidia más grande.
Como cabe esperar en una actuación gospel, el grupo hizo que la audiencia participara. Así que dimos palmas, cantamos y bailamos acompañando las canciones. Al principio costó que la gente se involucrara. Se ve que todo nos da vergüenza, que hemos perdido parte de nuestra espontaneidad y alegría. Pero finalmente la mayor parte de la sala terminó uniéndose a esa comunión musical. Fue sencillamente genial y me lo pasé como una enana. En algunos momentos hasta llegué a emocionarme un poco por culpa de las letras. Creo que todos podemos sentirnos identificados con algunas de ellas, porque en algún momento podemos sentirnos necesitados de esa ayuda divina y pedir a Dios que busque nuestro corazón. De cara a Navidad me parece un mensaje hermoso.
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