Aún quedan un par de semanas para el final del año,
pero casi puedo hacer balance del mismo. Si tuviera que definir este año, lo
llamaría el año de la mariposa. O más kafkianamente, el de la cucaracha. En todo
caso, un año de metamorfosis, de cambio total. Cambio en el que soy un mero
testigo: los agentes son externos, pero los efectos son internos. El mundo que
conozco cambia y yo sólo puedo adaptarme a él. Pero la fractura de las viejas
formas nunca es sencilla ni serena, pero así parecen ser los génesis.
Esto me recuerda una fábula que puede interpretarse de
muchas maneras:
“Un hombre encontró un capullo de una
mariposa y lo llevó a su casa para observar a la mariposa cuando saliera
del capullo.
Un día notó un pequeño orificio en el
capullo, y entonces se sentó a observar por varias horas, viendo que la
mariposa luchaba por poder salir. El hombre la vio que forcejeaba duramente para
poder pasar su cuerpo a través del pequeño agujero, hasta que llegó un momento
en el que pareció haber cesado de forcejear, pues aparentemente no progresaba
en su intento. Parecía como que se había atascado.
Entonces el hombre, sintiendo lástima,
decidió ayudar a la mariposa y con una pequeña tijera corto al lado del agujero
para hacerlo más grande, y ahí fue que por fin la mariposa pudo salir del
capullo. Sin embargo, al salir la mariposa tenía el
cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas.
El hombre continuó observando, pues
esperaba que en cualquier instante, las alas se desdoblarían y crecerían lo
suficiente para soportar al cuerpo, el cual se contraería al reducir lo
hinchado que estaba.
Ninguna de las dos situaciones sucedieron
y la mariposa solamente podía arrastrarse en círculos con su cuerpecito
hinchado y sus alas dobladas. Jamás logró volar.
Lo que el hombre, en su bondad y apuro, no
entendió fue que la restricción de la apertura del capullo y el esfuerzo de la
mariposa por salir por el diminuto agujero, eran parte natural del proceso que
forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que alcanzasen
el tamaño y fortaleza requeridos para volar.
Al privar a la mariposa de la lucha,
también le fue privado su desarrollo normal.”
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