viernes, octubre 16, 2015

La espera eterna

Una de las distorsiones de Ellis es la falacia de la recompensa divina. Por ella esperamos que los problemas desaparezcan en el futuro o que eventualmente recibamos una recompensa futura por nuestro sufrimiento presente. Esta falacia nos mantiene en la brecha, soportando con estoicismo hasta límites insospechados, en espera de nuestra ansiada recompensa. Supongo que esto también es un tema del ego.

Pero ¿Cuánto tiempo hay que esperar por ella? ¿Cuánto hay que soportar por ella? A veces da miedo retirarse antes de tiempo. Da miedo descubrir que la recompensa estaba cerca pero hemos desistido en el último momento.

En realidad ¿cuántas veces llega la recompensa? Y cuando llega ¿merece tanto la pena o es incapaz de alcanzar el nivel de nuestra idealización?

Sí, yo espero que llegue el día en que todos mis problemas desaparezcan de un plumazo, de que mi vida por fin se encarrile, y de encontrar satisfacción en las cosas que hago. Pero me paso los días esperando en vano porque nunca llega. Y mientras espero parece que me pierda cosas por el camino, cosas que quizás no sean tan maravillosas, pero que son más tangibles, son más asequibles. ¿Acaso no puedo contentarme con todo lo que ya tengo, que es muchísimo?

Por cierto, acaba de llegar mi dim-sum. Eso sí es una gran recompensa para un día de mierda.

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