Una cosa que me encanta de estas fechas es que la ciudad se engalana de luces de colores que brillan en la noche. El espíritu festivo invade las noches de invierno y las luces se convierten en una manifestación de esa alegría compartida. Mucha gente no compartiría esta visión, pero yo no concibo unas Navidades tristes. Por eso me gusta ir al centro a ver la iluminación de las calles.
Soy consciente de que estamos en una época de ahorro energético (que me parece muy acertada) y que las luces son una contradicción. Con el tiempo las luces desaparecerán. Mientras procuro disfrutar de ellas. Este año el Ayuntamiento ha estado bastante acertado en la elección de los adornos. Todavía recuerdo aquél año en que las luces eran palabras de lo más variopinto que nada tenían que ver con esta época y que causaron cierta polémica. Esta vez predominan los motivos abstractos y geométricos que no tienen significado alguno (aunque me intrigan las formas cúbicas de la calle Montera).
Por supuesto el centro está abarrotado y resulta un infierno ir por la tarde. Especialmente en fechas de puente. Por eso busco remansos de tranquilidad donde no me sienta tan agobiada, como Chueca. Pero para mi desilusión, no hay ni un sólo adorno en este barrio. ¿Por qué? He pensado en ello y tengo dos posibles razones, aunque pudieran ser las dos erróneas. La primera tiene que ver con que todo el presupuesto del barrio se haya gastado en el Día del Orgullo Gay. La segunda tiene que ver con una reivindicación: si la Navidad mayoritariamente representa una de las conmemoraciones de una religión que desprecia a los homosexuales, ¿por qué festejarla? En fin, veré si esta noche o en capítulos venideros de "Queer as folk" (serie que me ha terminado enganchando a pesar de que al principio tenía mis reservas) a ver si me dan nuevas ideas sobre las que pensar. Aprovecho este inciso para quejarme por el día de programación, que ha pasado de los martes a los viernes, cuando ¡yo tengo que madrugar el sábado!
Llego a la calle Génova y aparecen las primera luces pero ¡tan tímidas! Podría haber bajado a la sede del PP a ver si tienen montado algún Belén (más allá de lo que vemos en los noticiarios), pero para entonces estoy muy cansada y sólo quiero coger el metro para irme a casa. Lo dejo para otro día, que todavía no he visto la parte de Cibles. Me llevaré la cámara.
Soy consciente de que estamos en una época de ahorro energético (que me parece muy acertada) y que las luces son una contradicción. Con el tiempo las luces desaparecerán. Mientras procuro disfrutar de ellas. Este año el Ayuntamiento ha estado bastante acertado en la elección de los adornos. Todavía recuerdo aquél año en que las luces eran palabras de lo más variopinto que nada tenían que ver con esta época y que causaron cierta polémica. Esta vez predominan los motivos abstractos y geométricos que no tienen significado alguno (aunque me intrigan las formas cúbicas de la calle Montera).
Por supuesto el centro está abarrotado y resulta un infierno ir por la tarde. Especialmente en fechas de puente. Por eso busco remansos de tranquilidad donde no me sienta tan agobiada, como Chueca. Pero para mi desilusión, no hay ni un sólo adorno en este barrio. ¿Por qué? He pensado en ello y tengo dos posibles razones, aunque pudieran ser las dos erróneas. La primera tiene que ver con que todo el presupuesto del barrio se haya gastado en el Día del Orgullo Gay. La segunda tiene que ver con una reivindicación: si la Navidad mayoritariamente representa una de las conmemoraciones de una religión que desprecia a los homosexuales, ¿por qué festejarla? En fin, veré si esta noche o en capítulos venideros de "Queer as folk" (serie que me ha terminado enganchando a pesar de que al principio tenía mis reservas) a ver si me dan nuevas ideas sobre las que pensar. Aprovecho este inciso para quejarme por el día de programación, que ha pasado de los martes a los viernes, cuando ¡yo tengo que madrugar el sábado!
Llego a la calle Génova y aparecen las primera luces pero ¡tan tímidas! Podría haber bajado a la sede del PP a ver si tienen montado algún Belén (más allá de lo que vemos en los noticiarios), pero para entonces estoy muy cansada y sólo quiero coger el metro para irme a casa. Lo dejo para otro día, que todavía no he visto la parte de Cibles. Me llevaré la cámara.
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