Me he suscrito a mi tercera red de Networking, E-conozco, por invitación del Súnic. Estoy también en Neurona y Linkedin. No conozco bien el funcionamiento de estas redes profesionales (así se venden), aunque he oído hablar mucho mucho sobre su importancia. Pero ¿Realmente sirven para algo? ¿Funcionan?
A mí de momento sólo me sirven para entretenerme curioseando entre los contactos de mis contactos. Te das cuenta de que el mundo es un pañuelo: ¡he encontrado a mi compi del laboratorio de física de primero! En realidad esto parece la demostración práctica del teorema de Kevin Bacon.
Asociado con estas redes, sobre todo con Linkedin, he encontrado un par de curiosidades:
1) El número de Dumbar: Según este antropólogo de la Universidad de Londres, debido a la constitución de nuestro cerebro, el número de personas con las que puedes mantener relaciones estables se limita a 150. Pero Linkedin te permite muchas más. Si no, sólo hay que ver los 500 contactos de la amiga Flavia. Le he preguntado sobre el tema y dice que es normal entre gente que se ha dedicado mucho a trabajar por Internet. Pues vale, pero ¿realmente conoces a todos? Yo es que no soy muy partidaria de contactar con cualquiera. Por eso hay gente que aun conociéndola no me apetece que esté en mi red, por mucho uso profesional que tenga. Pero puede que esto tenga que ver con mi fobia social. Si lo pienso bien, resulta preocupante.
2) El síndrome Pokemon, o sea "tenerlos a todos" (pero sin atarlos en las tinieblas, o ¿también?). Esto me ha hecho mucha gracia porque identifica a los usuarios como pokemones que hay que atrapar (pero ya sabemos cómo se las gastan algunos). Lamentablemente, creo que yo sería un triste Pikachu. Pero parte de razón hay en esta teoría porque incluso yo he sentido la compulsión de extender mi red sin criterio. De momento está controlado y tampoco me arrepiento de haber enviado las invitaciones (estoy bastante satisfecha con la red que tengo de momento). Claro, que para lo que me sirve igual me da.
Por cierto, también he leído que no es fácil dar de baja a los contactos una vez que están en la red. Así que no está de más ser estricto con la selección.
A mí de momento sólo me sirven para entretenerme curioseando entre los contactos de mis contactos. Te das cuenta de que el mundo es un pañuelo: ¡he encontrado a mi compi del laboratorio de física de primero! En realidad esto parece la demostración práctica del teorema de Kevin Bacon.
Asociado con estas redes, sobre todo con Linkedin, he encontrado un par de curiosidades:
1) El número de Dumbar: Según este antropólogo de la Universidad de Londres, debido a la constitución de nuestro cerebro, el número de personas con las que puedes mantener relaciones estables se limita a 150. Pero Linkedin te permite muchas más. Si no, sólo hay que ver los 500 contactos de la amiga Flavia. Le he preguntado sobre el tema y dice que es normal entre gente que se ha dedicado mucho a trabajar por Internet. Pues vale, pero ¿realmente conoces a todos? Yo es que no soy muy partidaria de contactar con cualquiera. Por eso hay gente que aun conociéndola no me apetece que esté en mi red, por mucho uso profesional que tenga. Pero puede que esto tenga que ver con mi fobia social. Si lo pienso bien, resulta preocupante.
2) El síndrome Pokemon, o sea "tenerlos a todos" (pero sin atarlos en las tinieblas, o ¿también?). Esto me ha hecho mucha gracia porque identifica a los usuarios como pokemones que hay que atrapar (pero ya sabemos cómo se las gastan algunos). Lamentablemente, creo que yo sería un triste Pikachu. Pero parte de razón hay en esta teoría porque incluso yo he sentido la compulsión de extender mi red sin criterio. De momento está controlado y tampoco me arrepiento de haber enviado las invitaciones (estoy bastante satisfecha con la red que tengo de momento). Claro, que para lo que me sirve igual me da.
Por cierto, también he leído que no es fácil dar de baja a los contactos una vez que están en la red. Así que no está de más ser estricto con la selección.
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