Hace quince días me decidí a acompañar a mi madre a la boda de Luis y Mercedes en Uceda. Una ceremonia sencilla y sentida, una de las bodas que más me han gustado de todas las que he presenciado. Mientras tenía lugar el ritual del matrimonio, algunos invitados se situaban en un lateral de la iglesia, cerca del altar, para poder tomar las mejores fotos de los novios. Pensé entonces que aquellas personas se estaban perdiendo la ceremonia porque estaban más pendientes de tomar unas fotos para el recuerdo que de vivir ese momento. Las fotos capturan una imagen y nos hacen recordar, pero no capturan todo lo que sentimos y percibimos mientras ese momento transcurre. A veces nos obsesionamos con hacer muchas fotos, como si eso pudiese garantizar un recuerdo permanente. Pero como me dijo Moni una vez: "las mejores fotos las llevamos en nuestro corazón"
2 comentarios:
Tienes mucha razón en este comentario sobre la pasión excesiva por capturar el instante en forma de fotografía.
Yo también he caído alguna vez en la tentación de dejarme llevar por la cámara, y luego me he arrepentido... además, ya hay bastantes fotos sobre casi cualquier cosa, como para perderse un momento bonito sólo para verlo más adelante. Que no quita que la fotografía sea muy bella disciplina, eso sí.
Salud
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