Llevo varios días entrando en mi cuenta de Linkedin y en todas ellas ha aparecido como sugerencia de contacto el nombre de una persona recientemente fallecida. No puedo evitar la punzada de tristeza que me produce toparme con su nombre. La foto del perfil tampoco ayuda a aliviar la sensación. Pero es una forma de conservar su recuerdo, de dedicar un tiempo a acordarte de quién era esa persona, de cómo formó parte de tu vida (aunque sólo pasara tangencialmente por ella), de cómo te influyó, de lo que representaba, etc
Al final parece que conseguimos un poquito de inmortalidad a través de la red. Por lo menos, que nuestro recuerdo dure. Mientras nuestro recuerdo perviva, también lo haremos nosotros. Porque nuestra cuenta, nuestro perfil, recoge una parte de lo que somos en realidad, una parte de nuestra esencia. Aunque sólo seamos un conjunto de etiquetas y aserciones estáticas.
Sólo mientras el perfil dure en el servidor.
Sólo mientras haya otro usuario linkado.
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