Llegó el momento. Todo el departamento se muda a una nueva ubicación, a una pradera odiosa.
Lo único bueno que de momento puedo atisbar es la orientación Este del ventanal, que hará que la estancia no sea tan calurosa como en la que ahora moramos. El Este no es mi orientación favorable, pero lo asocio al Aire y a las ideas y eso en mi trabajo es bueno, y más en esta temporada que atravesamos.
Ésta es la segunda mudanza importante que hago a nivel laboral (sin contar los cambios de trabajo). La anterior fue en MP.
Todavía recuerdo mi R21 cargado hasta los topes, siguiendo el León de M (¿tenía un León?) por toda la M-40 a 140km/h. Parecía la versión cañi-tecnológica de bajarse al moro. Teóricamente la empresa de mudanzas (que vino expresamente de Inglaterra) iba a encargarse de los ordenadores, pero ninguno del hard-team nos fiábamos, así que nosotros mismos (es decir, mi pobre coche) los trasladamos. Podría haberme matado conduciendo, pero fue divertido de todas maneras. Y los ingleses reconocieron que de toda la empresa, la mudanza de R&D había sido ejemplar.
Total, tampoco me quedé demasiado en aquél lugar. Aquello fue una señal: el principio del fin. Espero que esta vez la cosa no vaya tan rápida. Todo dependerá de cómo se reorganicen las energías de la estancia y del grupo. Es curioso comprobar cómo la dinámica de las energías nos impacta a todos, cómo cambian las relaciones, cómo se modifican los grupos, cómo se alteran las rutinas personales para adaptarse al cambio. Veremos qué resulta de todo esto. Si sobrevivimos hasta noviembre.
Lo único bueno que de momento puedo atisbar es la orientación Este del ventanal, que hará que la estancia no sea tan calurosa como en la que ahora moramos. El Este no es mi orientación favorable, pero lo asocio al Aire y a las ideas y eso en mi trabajo es bueno, y más en esta temporada que atravesamos.
Ésta es la segunda mudanza importante que hago a nivel laboral (sin contar los cambios de trabajo). La anterior fue en MP.
Todavía recuerdo mi R21 cargado hasta los topes, siguiendo el León de M (¿tenía un León?) por toda la M-40 a 140km/h. Parecía la versión cañi-tecnológica de bajarse al moro. Teóricamente la empresa de mudanzas (que vino expresamente de Inglaterra) iba a encargarse de los ordenadores, pero ninguno del hard-team nos fiábamos, así que nosotros mismos (es decir, mi pobre coche) los trasladamos. Podría haberme matado conduciendo, pero fue divertido de todas maneras. Y los ingleses reconocieron que de toda la empresa, la mudanza de R&D había sido ejemplar.
Total, tampoco me quedé demasiado en aquél lugar. Aquello fue una señal: el principio del fin. Espero que esta vez la cosa no vaya tan rápida. Todo dependerá de cómo se reorganicen las energías de la estancia y del grupo. Es curioso comprobar cómo la dinámica de las energías nos impacta a todos, cómo cambian las relaciones, cómo se modifican los grupos, cómo se alteran las rutinas personales para adaptarse al cambio. Veremos qué resulta de todo esto. Si sobrevivimos hasta noviembre.