Junto a la tapia se extiende un pequeño descampado cubierto de maleza y presumiblemente poblado de alimañas.
Pero si se observa bien, se adivinan los restos de una construcción: ladrillos y baldosines, indicios de una vivienda.
Un poco más apartado, un almendro y una parra casi cubierta hablan de un antiguo huerto.
Restos de una vida olvidada y antigua.
Algo que pronto quedará borrado bajo el cemento y el cristal.
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