4.00 a.m. Despierto de un mal sueño de fiebre y nervios por mi próximo viaje. Bebo agua y regreso a la cama, pero no tengo sueño. "¿Qué habrá a estas horas en la televisión?" Esa es la pregunta que surge espontáneamente en mi mente. Cojo el mando y enciendo el televisor. Primer canal: videncia. Segundo canal: teletienda. Tercer canal: concurso malo de esos tipo "¿Cuántos triángulos puedes ver en la figura?" que son imposibles de acertar. Así se repiten uno tras otro monótonamente. Sólo se salva alguna redifusión deportiva y eso que el atletismo nunca fue mi deporte favorito. Y yo me pregunto: ¿acaso los que se conectan a estas horas no merecen un poco de atención por parte de los proveedores de contenidos? ¿acaso ellos no merecen soñar con las promesas que otras franjas ofrecen (no, no me refiero a las tertulias rosas precisamente)? Apago la tele y vuelvo a dormir.
1 comentario:
teniendo en cuenta lo que ofrece la tele el resto del día...
esto es tan duro como la oferta y la demanda, los espectadores que ven la tele a esas horas son tan pocos, que no merece la pena invertir en programas para esa franja. Así de duro, me temo.
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