viernes, junio 26, 2015

Postojna - Predjama - Piran

Quería salir a cenar y dar un paso por las calles de Ljubljana, pero estoy tan cansada que he decidido recogerme en el hotel. La proximidad al solsticio también engaña: por la claridad del cielo pareciera que es más pronto, pero ya son las 22:00, y llevo en pie desde las 7:30, conque tampoco es mal plan meterse en la cama y descansar para el día de mañana, que promete ser tan intenso como el de hoy.

Mi plan para este día era muy diferente. Pero Mariano me ha dado tanto la lata estos días con Postojna y Piran, que al final he tenido que hacerle caso. Argentinos...Aunque tenía razón: eran sitios únicos para visitar. Tendré que darle las gracias por sus sugerencias.

Normalmente yo soy más de empezar por el punto más distante e ir acercándome al origen, pero siguiendo las indicaciones de Mariano, me he dirigido primero a Postojna para ver una cueva cárstica. La cueva es realmente impresionante: 4km de galería que se recorren mitad en un tren, mitad a pie. El tren va bastante rápido y pasa muy cerca de la piedra. Por un momento he pensado que me había limado los cuernos en las paredes. Mucho respeto.


Al comenzar, se forman grupos por los idiomas en que se va a hacer la explicación. Yo me he unido al grupo con explicación en inglés, pero sinceramente podría haberme puesto en cualquier otro (italiano, alemán, esloveno), porque la explicación no ha sido nada del otro mundo. Los japos al menos llevaban audioguía...Uno de los problemas que veo es que está demasiado masificado. Había que dejar espacio a los grupos que venían detrás (nosotros éramos el segundo grupo), por lo que hemos avanzado mucho antes de que la explicación diera comienzo. No sé si en todo ese tramo había mucho que comentar.

Debe ser una atracción muy conocida del país, pero además está demasiado comercializada. Para llegar al punto de partida de la visita, hay que pasar por un pasillo de puestos de souvenirs que se extiende por todo el complejo. Venden casi lo mismo en todos. Hay cosas que son simplemente absurdas, como la venta masiva de piedras (que ni siquiera son calizas) y los chubasqueros. A mí me ha sorprendido que hicieran tanto hincapié en ellos, como si fuésemos a meternos en una cortina de agua. Sí, claro, caen gotas de agua (coño, es kárstico), pero de ahí a empaparse uno...Y a menudo precio los chubasqueros...

Gracias a Dios, la cueva se basta por sí sola para captar la atención. Al principio los motivos son un tanto toscos, como si fueran los churretes de los castillos de arena de la playa. Luego en cambio, parecen volverse más luminosas, como si las hubiesen pulido. En este sentido, me ha encantado la galería blanca. El color de las formaciones lo da el material arrastrado por el agua. Blanco significa que es cal pura. Y con la iluminación de la cueva la cal simplemente resplandece. Precioso.

La visita comienza con un ascenso pronunciado a una especie de colina, para después bajar hacia un puente. El puente me ha recordado a ese momento en que Gandalf enfrenta al balrog en Moria. Lo que no esperaba para nada era encontrar un pedazo de río subterráneo y poder ver los "peces humanos" (unas salamandras autóctonas ciegas) sin tener que pasar por el acuario (¿ehhh?) que se han montado.

Tras la cueva, tocaba visita al castillo de Predjama, a 9km de la cueva. El castillo está construido sobre roca y aprovechando el hueco de una cueva en la misma. Es simplemente espectacular. La cueva hace al tiempo de muralla defensiva y de habitáculo, casi como un ala interior del castillo. Además tiene una galería que sale a la parte superior de la cueva, por donde se aprovisionaba Erasmo de Predjama de víveres mientras estuvo asediado por los austriacos. Eso les ayudó a resistir el asedio durante más de un año porque la fortaleza es casi inexpugnable. Todo para terminar muriendo en un retrete. Esto viene a demostrar nuevamente que los insiders son y serán los attackers más dañinos que puedas enfrentar.

En este caso, había audioguía en español. Muy completa, muy interesante. Salvo la descripción de la sala de torturas y la referencia a las psicofonías que los de Discovery Channel grabaron allí. Encima poniendo muñecos e insinuando que las gotas de agua en realidad eran pasos de almas...Qué mal rollo por Dios. Escopeteada he salido de allí.

Y por último Piran. Mariano me había enseñado unas fotos y la ciudad se veía bonita. La ciudad que me ha traído a la cabeza es Lecco, pero podría ser cualquier otra ciudad italiana. Es pura italia.

Al llegar por la tarde (no al mediodía, como estimaba Mariano), todos los aparcamientos del centro estaban completos. He tenido que aparcar en las afueras y caminar hasta la ciudad. Unos 2km de paseo al solano. Qué calor hacía hoy. El parking mencionaba un autobús gratuito, pero sin saber la frecuencia de paso, he preferido no arriesgarme y caminar, aunque tuviera que sufrir un poco.

Nada más bajar aparecía un "paseo marítimo" que no era más que un paseo de cemento que tabica el mar, con escaleras para meterse en el agua. No es mi concepto de playa favorito, pero tiene sus ventajas. Hacía tanto calor que he decidido darme un chapuzón directamente (bueno, dos), antes de llegar a la ciudad. 
El agua muy buena, limpia. Había peces y todo. Casi me resbalo en las escaleras. Eso habría sido un problema, porque fondo no había mucho y estaba todo cubierto de piedras.


Tras secarme un poco, he continuado hasta llegar a Piran. Entonces se me ha ocurrido la "brillante" idea de subir a la muralla y ver las vistas de la ciudad desde las mismas. Joder, casi me deshidrato entre la pendiente, las escaleras de las torres, y el espantoso calor que hacía. Al final, que he tenido que tomarme una cerveza para poder recuperarme un poco. Y qué bien me ha sentado, aunque fuera una pilsener.

Otro chapuzón. Vuelta al coche. Vuelta a Ljubljana. 130km. A esas alturas estaba reventada. Y mira que conducen mal los eslovenos. Lo peor: la entrada a la ciudad. Mola mucho preparar el viaje de ida, como si lo peor fuera no llegar al destino. Pero ¿y el regreso? Joder, he estado más perdida que un gato en un garaje. Y con el móvil sin suficiente batería como para poder usar el navegador de Google. Qué mal rato. Gracias a que la providencia divina me ha metido en la calle principal de casualidad y he podido llegar a mi hotel. Si no, me veo en Austria, totalmente rayada, y llorando como una magdalena.

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