miércoles, agosto 19, 2015

Choose Beautiful


Me levanto esta mañana y veo un vídeo "Choose Beautiful". El vídeo es parte de una campaña de la marca Dove para que las mujeres reconsideren la idea que tienen sobre la belleza y, más importante, sobre ellas mismas. El vídeo muestra un experimento con dos puertas, una etiquetada como "Beautiful", la otra con la etiqueta "Average". Aunque alguna mujer elige "Beautiful", la mayoría de las mujeres que aparecen en el vídeo eligen sin dudar la opción "Average". Según el estudio,  "96% of women said they wouldn’t choose the word “beautiful” to describe themselves — although about 80% said there is something beautiful about them." Me parece simplemente terrible. Pero más terrible me parece cuando pienso en mí y me veo cruzando la puerta "Average".

Pero ¿qué hay de malo en ser hermosa? Desde siempre la idea de la belleza ha estado denostada. Parece que la idea de una mujer bella es la de una persona vanidosa, superflua, vana, casquivana,tonta...la lista de descalificativos es interminable. Nadie querría ser así, por eso rechazamos de plano la idea de poder ser hermosas. Y para colmo nos proponen cánones de belleza imposibles que jamás podremos alcanzar. Así que cuando vemos una mujer hermosa, antes que admirarla como admiraríamos una obra de arte en un museo, la envidiamos y la intentamos hundir, como si su belleza pudiera ser una ofensa para las demás. Es lo que nos han enseñado y lo que enseñaremos a nuestras hijas.

Bien, si el objetivo de la campaña era que me replantease mi idea sobre mi belleza, lo ha conseguido. Quiero poder sentirme bella. Pero sentirme bella tal como soy, con todos mis atributos físicos independientemente de si el resto de la gente los percibe como armónicos o no. Quiero aceptarme a mí misma tal como soy. Pero ser consciente no soluciona la cuestión. No es tan fácil. Se trata de un problema de permiso: el poder que te concedes para poder sentirte así. Es un permiso que va en contra de años de creencias consolidadas en tu mente y que tienes que romper. Algo que va oponer resistencia, y fuerte, para intentar que no cambies tu forma de pensar. Internamente es una lucha de poder entre dos creencias: la existente y la que quieres instaurar. Se supone que somos libres de escoger nuestros pensamientos, ¿por qué es tan difícil sustituirlos? ¿por qué es tan doloroso? Supongo que es una cuestión de trabajo constante. Una elección que hay que hacer todos los días.

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