miércoles, septiembre 09, 2015

Frutos


Un amigo me comenta en un correo: "No doy fruto". Creo que mi amigo está a punto de entrar en la crisis de la mediana edad. Parece un mito, pero ahí está: es un momento en la vida en que te paras y haces recuento de tu vida, y descubres que no has tenido la vida que querías. Y entonces te deprimes y te compras un Ferrari para compensar. Nunca hay que subestimar el poder de satisfacción inmediato de lo material.

Esto es una broma, y espero que mi amigo no se ofenda por estar trivializando algo que para él es serio. Pero lo cierto es que a veces damos más importancia a las cosas de lo que la tienen o lo merecen. Trivializar ayuda a quitar hierro, a afrontar las situaciones de otra manera. En realidad todo importa muy poco.

Creo que el problema de mi amigo es que se encuentra en un punto en que se ve solo. Se ve como un fracaso de la vida por no tener una pareja, una familia. No ha dado fruto en lo sentimental. Después de dejarte la piel por labrarte una carrera profesional, que sinceramente tampoco te ha aportado gran cosa, descubres que tampoco has cumplido con los cánones sociales establecidos. Incluso socialmente hablando ves que tus círculos sociales han cambiado y se han reducido tanto que casi (o no tan casi) son unipersonales. Y te sientes tan vacío, tan estéril, tan inútil, tan carente de valor…Encima parece que a nadie le importa cómo te sientes porque todos tienen sus vidas tan completas, encarriladas, perfectas, que les queda poco tiempo para (pre)ocuparse (por)de ti o para incluirte en sus planes. Sobre lo segundo hay poco que hacer: no puedes hacer que la gente se interese más por ti o que haga el esfuerzo por tenerte en cuenta. Sobre lo primero sí se puede hacer algo.

Hay varios modelos para describir el modelo vital. A mí me gusta el del jardín (aunque las plantas no se me dan bien precisamente). Podemos considerar que nuestra vida es un jardín (o un huerto) dividido en varios parterres: el trabajo, la familia, los amigos, el amor, las aficiones, la espiritualidad, etc. La división del jardín corresponde a cada uno tanto en número como en extensión, aunque esta segmentación tiene sus implicaciones; por ejemplo, si dedico mucho espacio a la familia, obtendré menos resultados en las aficiones. Cada uno decide qué sección es más importante, aunque todas desempeñan un papel importante en la vida de la persona. Puedo decidir una sección única, pero si destino todo a cultivar begonias, no puedo esperar a tener margaritas en el futuro.

Para tener un jardín hermoso y exhuberante hay que dedicarles tiempo a todas. Si nos solamente centramos en un solo parterre, es posible que esa zona sea maravillosa, pero el resto quedaría deslucido. Es más, a veces dedicarse a una sola zona produce también efectos indeseados por exceso de celo, como cuando riegas de más las macetas.

No todas las áreas van a requerir los mismos cuidados. Eso depende también de las especies plantadas en cada zona, ya que cada una tiene sus cuidados específicos: no es lo mismo plantar un olivo, que cuidar de una orquídea. Cada uno puede plantar en su jardín lo que quiera, pero deseará plantar las especies que más le gusten (aunque a veces es difícil saber qué nos gusta realmente, o quizá desconocemos las posibilidades). Pero digamos que todo se resume a una cuestión de tiempo y equilibrio.

El resultado también depende de la pericia del jardinero, pero nadie nace aprendido. Aprendemos a la fuerza de errores. El error al menos indica un intento. Y no hay nada inmediato. Y sí, el azar tiene mucho que decir aquí. A veces nos empeñamos en una variedad y no hay manera. Pero, eh, ¿cuántos agricultores experimentados no han perdido sus cosechas por caprichos de la naturaleza? A veces no conseguir algo o perder algo que se “tiene” es una suerte también. A malas te llevas una lección (ya sé que esto no consuela mucho).

Al final ese jardín da unos frutos o unas flores, que son las que tienes para ofrecer. En realidad el fruto de ese jardín es uno mismo. Y lo más importante: el que va a disfrutar ese jardín es uno mismo; el resto son visitas. Vamos, que si quieres plantar crisantemos, hazlo, por mucho que a la gente le horrorice (a mí me encantan).

Así que, querido amigo, si me estás leyendo (sé que un día lo harás): hazme el favor de salir del parterre del curro y dedicarte a cultivar tu jardín. Que sepas que yo aún estoy intentando salir de esa zona, sin demasiado éxito por el momento. 

1 comentario:

Crisis@Madrid dijo...

Me ha encantado tu entrada.

Bss.