La clase de mindfulness de ayer tuvo un punto clave sobre nuestra forma de vida: gestionamos el tiempo fraccionándolo y miramos siempre a las fracciones que nos van a proporcionar placer. Esto que en clase era poco más que un concepto, he terminado vivenciándolo esta mañana cuando estaba visualizando mi día. Estaba diciendo en voz alta: hoy va a ser un buen día porque voy a comer con Macu y Ales, porque tengo zumba, y porque Crisis me va a dar un masaje. Y, entonces, una voz interior me ha dicho: ¿y qué pasa con el resto?
Me he quedado atónita porque tenía toda la razón: mi día es mucho más amplio que esos fragmentos. El resto del día son unas no desdeñables 8 horas que tienen la mala fortuna de estar etiquetadas como "trabajo", con todas las connotaciones que eso conlleva, la mayoría negativas. Y durante esas ocho horas yo sigo existiendo. Es más, estoy dando todo mi esfuerzo, mi creatividad, mis ideas, mi esencia a esa "ingrata" tarea llamada "trabajo". Filtrar todo eso, es filtrarme a mí misma, es quedar reducida a unas míseras horas.
Desdeñamos el trabajo, pero ese trabajo también nos aporta cosas buenas:
- Paga nuestras necesidades y nuestros caprichos. Es decir, contribuye a nuestro sustento y a nuestro ocio.
- Nos permite desarrollar el sentimiento de utilidad.
- Nos permite desarrollarnos personalmente mediante un aprendizaje diario. Hablo de cursos de formación, pero también de la experiencia que ganamos día a día en lo que hacemos.
- Nos estimula. Nos reta. Hace que evolucionemos.
- Nos permite desarrollar otras facetas de nosotros mismos. Por ejemplo, si no fuera por mi trabajo, yo no daría charlas en público porque no está en mi día a día. Aun recuerdo a mis padres flipar un poco el día de la boda de mi hermana cuando hice mi speech, porque jamás me habían visto exponer (y mira que estaba nerviosa ese día), porque no conocían ese aspecto de mí, porque ellos tienen la idea de la chica tímida y reservada, pero no de la jefe de proyecto.
- Nos permite relacionarnos socialmente (a veces a nuestro pesar ;-))
- A veces es divertido.
El mindfulness va un poco más allá. Lo que nos pide es estar presente en esa actividad, aunque no nos guste, aunque no sea divertida, aunque no nos dé placer. Porque parece que en nuestra vida sea una búsqueda del placer, caminando de hito en hito de placer: el fin de semana, las vacaciones, el cine, salir de copas con los amigos...Siempre estamos ávidos de esas experiencias placenteras.
Pero la vida es mucho más. La vida también es la oscuridad. Y muchas veces esa oscuridad, en realidad, es una rica gama de grises, que no vemos porque estamos empeñados en verlos como negros. Porque no abrazamos los instantes de la vida, porque pasamos por ella de puntillas, sin saborear.
Así que esta mañana he decidido estar presente en mi trabajo e intentar vivirlo de la mejor manera posible (socios y compañeros mediante). Porque quiero experimentar toda mi vida.