Cuando partas hacia Ithaca
pide que tu camino sea largo.
Que muchas mañanas de verano hayan en tu ruta
cuando con placer, con alegría
arribes a puertos nunca vistos.
Detente en los mercados fenicios
para comprar finos objetos:
madreperla y coral, ámbar y ébano,
sensuales perfumes, - tantos como puedas-
y visita numerosas ciudades egipcias
para aprender de sus sabios.
Lleva a Ithaca siempre en tu pensamiento,
llegar a ella es tu destino.
Pero no apresures el viaje,
mejor que dure muchos años
y viejo seas cuando llegues,
rico con lo que has ganado en el camino,
sin esperar que Ithaca te recompense.
A Ithaca debes el maravilloso viaje.
Sin ella nunca habrías emprendido el camino
y ahora nada tiene para ofrecerte.
Si la encuentras pobre, no pienses que Ithaca te engañó.
Ahora que eres sabio, y lleno de experiencias,
habrás entendido lo que Ithaca significa.
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