domingo, agosto 25, 2013

Boca del Asno - Puente de la Cantina?


Me habían prometido un domingo dominguero, pero me mintieron. Son los problemas de ir con dos adictas del deporte. Las dos embarazadas, a pocas semanas de dar a luz, pero siguen con ganas de marcha.

La idea era ir de la Boca del Asno a Los Asientos. 4km de marcha efectiva. Pero nos hemos equivocado de dirección y hemos terminado yendo en dirección Navacerrada, que era donde creíamos que estaban Los Asientos. El camino precioso: paralelo al río (con pozas ^_^), sombrío, sin apenas desnivel. Pero mal señalizado. Si bien en los primeros tramos sí aparecían postes indicadores de una GR (la cual por cierto soy incapaz de ver ahora en el mapa etiquetada como tal), han desaparecido pronto. El ir paralelo al río y a la carretera eran una garantía de orientación, hasta que han aparecido las bifurcaciones. En un momento dado creo que hemos tomado un camino equivocado y eso nos ha llevado donde menos esperábamos. Según el mapa, juraría que hemos salido al Puente de la Cantina, es decir, unos 2,6km en línea recta, pero unos más sobre el mapa (si estoy interpretando bien).

Podríamos haber dado la vuelta, pero no sé por qué hemos considerado que era mejor opción bajar por la carretera. Sin arcén. Parando cada vez que venía un coche en nuestro lado (en sentido contrario al tráfico) e intentando protegernos en los quitamiedos. Por un rato he llegado a comprender a los ciclistas. Pasado un rato, hemos visto que podíamos bajar el talud de la carretera y volver al bosque. Entonces ha sido cuando me he dejado la pierna en el guardarraíl. Qué dolor y qué bollo me he hecho. Menos mal que tengo la antitetánica de hace unos años. Me va a quedar señal seguro. Y ¿para qué? ¡Para volver al camino de antes! Bueno, mejor así, camino conocido, más seguro.

La recompensa en este caso: una buena comida dominguera en una de las mesas y un chapuzón en una poza.

La chorrera de San Mamés


Ciertamente, rompo una de las reglas del senderismo: no salir nunca solo a la montaña. Pero si no tengo más opción por qué no hacerlo. No me tengo por imprudente o temeraria y, por otro lado, siempre dejo dicho dónde voy y qué ruta voy a hacer. Además últimamente vengo haciendo "amigos" en la montaña con los que termino haciendo las rutas que me propongo. No soy una persona excesivamente social, es decir, me gusta estar sola, no tengo la necesidad de interaccionar socialmente, ni busco dicha interacción, pero si sucede, tampoco voy a rechazarla de plano.

En esta ocasión han sido un padre y su hijo, que querían llegar a esta chorrera del valle de Lozoya. El padre era bastante agradable y la conversación estuvo muy bien. Ahora, con todos mis respetos, vaya par de domingueros. No es que yo me considere una montañera experimentada, pero a mí estos ejemplos me parecen sintomáticos:

  • No llevar agua y beber del río. No sabemos en qué condiciones está el agua y puede sentarnos mal. Hay pastillas potabilizadoras para ello, pero es mejor traer un bidón de casa.
  • Meter palos en agujeros en el suelo. Puede haber algún animal dentro. Si sale una serpiente, malo, pero mucho peor es cabrear a un avispero entero.
  • Llevar algo de comida está bien, pero no sé a qué vienen tres paquetes de galletas de diferentes tipos.
  • ¡No remojarse en la cascada! ¡Con el calor tan espantoso que hacía! Qué menos que meter los pies en el río.
Lo peor fue el regreso. ¿Cómo es posible tardar tanto en bajar? Y al solano.
Mi madre me ha sugerido que me apunte a algún club de senderismo, no sé si para conocer gente o para que no vaya sola. Esta experiencia me ha demostrado que me gusta tan poco ser un lastre como que lo sean para mí. Por eso prefiero ir sola.

En cuanto a la senda, mejora a la mitad del camino, una vez que aparece el pinar. Pero no la recordaba tan dura. ¿Sería por el calor? Por supuesto, llegar a la chorrera es toda una recompensa. En primavera debe estar impresionante. Quizá pruebe de nuevo.

domingo, agosto 18, 2013

Cascadas del Purgatorio


Purgatorio. Un nombre interesante para un lugar tan bonito. Según he leído, dicho nombre se debe a que servía de lugar de penitencia a los hermanos cartujos del monasterio del Paular que debían purgar sus culpas por contravenir las normas de la disciplina monástica sobreviviendo en estos parajes a base de plantas y agua hasta purificar su alma. Hoy en día, en cambio, es un lugar para recrearse la vista y alimentar el alma. Hasta sería un remanso de paz de no ser por la cantidad de gente que sube hasta aquí. Una auténtica romería.

La senda es bastante sencilla. La primera parte del camino es una pista forestal que parte de Rascafría y que cruza un robredal hasta cruzarse con el arroyo del Aguilón. La pista está en muy buen estado y el camino está bien indicado. El problema es que hay poca sombra, por lo que debe hacerse pronto por la mañana y es indispensable llevar crema solar y gorro a la vuelta. En el camino encontré muchas vacas con terneros. Me molesta ver a la gente que se mete entre el ganado sin miramientos. Es una falta de respeto total. La gente ha perdido el miedo a la naturaleza. Pero el peligro está ahí: cerca de un ternero siempre hay una madre abnegada dispuesta a defenderlo. Por eso, hay que intentar evitar al ternero y procurar no resultar una amenaza. Demasiadas pocas cosas suceden, la verdad.

Una vez cruzado el río, se pierde la pista y las indicaciones. El camino se convierte en el típico sendero de montaña que me encanta: ondulante en tendencia ascendente, lleno de rocas y raíces. La senda está tan baqueteada que no es problema seguirla. Transcurre paralelo al río y tiene sombra prácticamente todo el rato, gracias a los árboles que lo rodean. El río forma innumerables pozas donde poder darse un chapuzón y esto es maravilloso, sobre todo para afrontar la calurosa vuelta. Me encanta meterme en las pozas y refrescar al menos los pies: es como si te dieran pies nuevos. Meterse entero es mucho mejor :-)

Tras 6,5km aparecen las cascadas. Son tres. Las dos primeras son de acceso fácil. La tercera (que es la auténtica Cascada del Purgatorio) no. Aquí tuve suerte: escuché a un grupo decir que iban a subir y cuando les pregunté de qué manera, me invitaron a ir con ellos. Fueron muy majos, la verdad. Subimos 4 adultos y 2 niños. Yo sin mochila, sin bastones, sin nada a cuestas, porque me daba respeto el ascenso y no quería tener nada que me molestara. El camino, para el que lo conozca (no me habría atrevido a subir yo sola): hay que subir por unas piedras que parecen de derrumbe y llegar a una grieta. Ahí se escala literalmente la pared para poder encontrar otro camino que lleva al chorro. La chorrera es preciosa, pero tiene mayor encanto por la dificultad previa. Allí sube poca gente y realmente sí es el remanso de paz buscado.

La bajada es incluso más complicada que la subida, pero una vez logrado, ¡qué subidón! Estaba eufórica, no sólo por haberlo conseguido, sino porque además me sentí fuerte. El brazo ni me dolió. Eso sí, las agujetas de hoy son apoteósicas.

Elysium


La humanidad está dividida entre ricos y pobres. Estos malviven hacinados en la Tierra, mientras aquellos disfrutan de privilegios y bienestar en un satélite paradisíaco llamado Elysium. Cuando Max recibe una radiación letal en una cadena de producción, intentará llegar a Elysium para poder curarse. Para ello, pedirá ayuda a un contrabandista llamado Spider, que le pide a cambio robar información de la mente de un rico que pueda aprovechar. Max se hace con dichos datos, pero la maquinaria de Elysium se pondrá en marcha para evitar que Max llegue a la estación y cambie el status quo de la humanidad.

La película no está mal, pero la trama resulta un poco rara. A ratos las historias de los distintos personajes se entretejen pero se embrollan demasiado y se pierde un poco la perspectiva. De hecho, si el film tiene algún intento de crítica, queda difuminado, por no decir que la moralina es demasiado manida y simplicista. Muy bien ambientada, con toques cyberpunk, pero se excede con la violencia; no es del todo gore, pero hay excesos de trozos de carne volando. 

viernes, agosto 16, 2013

La ley óhmica del destino

Hoy tenía en mente comprar una cosa. Mientras circulaba camino a la tienda me he dado cuenta de que todas mis elecciones espontáneas de salidas y calles me enrutaban por el trayecto óptimo para llegar. Hasta he encontrado sitio en la puerta y a la sombra. Todo ha sido tan fácil y se ha dado tan bien que no he podido dejar de sorprenderme. Era como si realmente tuviera que hacer justo eso en el preciso momento que tenía que ocurrir.


Mientras me tomaba un café me ha venido una idea a la cabeza que he llamado "ley óhmica del destino". En los circuitos eléctricos la corriente pasa por el camino de menor resistencia. Si encuentra un resistor, lo atravesará con mayor o menor facilidad según su valor óhmico. Cuanto mayor sea la resisencia, más dificultad para los electrones de atravesarlo. ¿Y si nosotros fuéramos como estos electrones en la vida? ¿Y si el camino de menor resistencia fuera aquél que está escrito para nosotros? Para encontrarnos con nuestro destino, podemos recorrer otros caminos, siempre con esfuerzo, incluso sufrimiento; sólo aquél que está marcado para nosotros sería aquél que recorreríamos de manera sencilla, rápida, fluida. Como ir cuesta abajo, como ir hacia el sur que diría Bárbol en la película.

No sé si los electrones tienen un mapa del circuito cuando comienzan a recorrerlo. Nosotros no, desde luego. Pero estaría bien tener uno para saber dónde están las posibles sendas que se nos ofrecen. Por lo menos, saber cuál es la que marca nuestro destino y después, elegir la ruta que más nos plazca, si dispuestos a asumir el sacrificio.

jueves, agosto 15, 2013

M601 - Mirador de las Canchas

Estoy de vacaciones, pero en esta ocasión he decidido quedarme en Madrid y hacer excursiones. Mi primera idea fue buscar un hotel en Navacerrada, pero luego pensé que podría ahorrarme ese dinero si usaba mi propia casa como base de operaciones. Como es fiesta, Crisis tenía el día libre y me ha propuesto hacer esta ruta. Es la primera vez que la hacemos y ha resultado todo un descubrimiento. 

La ruta va en ascenso continuo hasta el mirador (unos 4,5km? y 300m de desnivel), pero es bastante suave, lo que la hace muy asequible, sobre todo a nuestro paso tortuguero (y esta vez ¡no soy el factor limitante! :-D ). El último repecho al mirador es un poco duro, pero nosotras nos hemos salido del camino antes para ver unas vistas y hemos terminando ascendiendo por un senderillo que ha resultado bastante agradecido.

En el camino tiene bastante sombra gracias al pinar (esto en un día como hoy se agradece). Hay varios miradores con vistas increíbles del Embalse de Navacerrada y del valle de la Barranca. Incluso se pasa por el antiguo asentamiento del Real Sanatorio de Guadarrama para tuberculosos. Desde el propio mirador de las Canchas hay una panorámica espectacular de la Bola del Mundo y la Maliciosa. Desde ahí hay varios caminos interesantes: uno que asciende a la Bola del Mundo y otro que baja a la Barranca, pero nosotras no estábamos para más kilómetros y hemos decidido regresar. Pero me gustaría repetir porque me ha encantado. Y además ¡hemos visto un ciervo! El segundo que veo por la Sierra de Madrid.

domingo, agosto 11, 2013

Casa de La Cueva - Peguerinos?

Hoy no tenía muchas ganas de andar. Hacía calor y estaba perezosa. Ni siquiera tenía clara qué ruta hacer. Pero un nombre ha venido de repente a mi cabeza: "Peguerinos". El pueblo lo tenía asociado a un recuerdo de mi niñez poco grato, de hastío de la búsqueda de níscalos con mis padres. Pero al ser una zona nueva para mí, he decidido darme un paseo por allí, sin más ambición que intentar llegar y tomarme un café. Bien, llegar he llegado, pero de café nada. 

En vez de eso he intentado buscar una zona de aparcamiento. Según había leído en el pueblo había varias áreas recreativas donde poder dejar el coche, sin embargo las carreteras a las mismas no eran demasiado atractivas; después de mi experiencia en la Braña de los Tejos este verano, prefiero no aventurarme demasiado por pistas de dudoso estado. Con esas he ido hasta un albergue: la Casa de la Cueva, a la cual se llega por una carretera asfaltada. Toda la zona está llena de pinares, pero hay pocos espacios donde poder dejar el coche. 

Justo delante de la Casa de la Cueva hay una pequeña zona para apostar los coches. Detrás había un prado lleno de vacas y terneros. Creo que a las vacas no les ha gustado mucho mi presencia. De ahí he tomado el único camino que he visto y que entiendo que llega a Peguerinos dada la dirección del mismo. No lo sé porque no he llegado. Esta vez, dado que era tarde y que quería llegar a comer a Madrid, he decidido andar solamente una hora: media hora de bajada, media hora de subida; no creo que haya cubierto ni 5km en total. La pista estaba bastante bien, aunque se nota poco transitada. Transcurre paralela a un arroyo que estaba seco y sombra poca, a pesar de que está flanqueada por pinos en todo momento.

En una curva he divisado el embalse de la Aceña. Pero una cosa es divisar y otra que quedara cerca, por eso no me he decidido a seguir bajando más. Justo en la curva, un pequeño arroyo con escasa agua. He remontado un poco el curso para buscar algo de sombra e intimidad. Allí me he avituallado con unas galletas y mi bidón de agua. Yo suelo dejar algo de comida a modo de ofrenda a los espíritus del bosque. Mientras comía, me he descubierto observada por un pequeño petirrojo. ¿Será él un emisario de los espíritus? Me gustaría creer que sí. No tengo ni idea si los petirrojos comen migas, pero al menos las hormigas tendrán con que llenar las despensas.



Y ya de vuelta, he pensado tomar la carretera que sube directamente al puerto del León, pero tras preguntar a un senderista por la misma, he desistido al saber que su estado no era el más adecuado. De vuelta al camino normal, que por lo menos reducimos riesgos.

Pacific Rim


Este verano parece apocalíptico en cuanto a cine se refiere. En esta ocasión la propuesta es la amenaza por parte de una especie alienígena que utiliza una falla del pacífico como portal para enviar a gigantescos monstruos destructores, los kaijus. La respuesta de la humanidad son los Jaeger, unos gigantescos mechas que los combaten utilizando dos pilotos neurológicamente unidos. El desenlace de la batalla sólo puede ser la supervivencia o la extinción de la raza humana.
A pesar de lo mala que cabía esperar en un principio, sorprendentemente la película me ha resultado muy entretenida. La trama está bien hilada  y es eficaz, aunque sea simple. Técnicamente los efectos son buenos. Cabe destacar algunos detalles, como los bancos de peces cuando los robots se sumergen bajo el mar; o momentos de humor, como el del mafioso con el kaiju bebé. Y muchas reminiscencias de Godzilla, Mazinger Z o Robotech.

domingo, agosto 04, 2013

Guerra Mundial Z



Quien espere una película típica-tópica de zombies, está de enhorabuena: "Guerra Mundial Z" lo es. No tiene nada de novedoso en la trama, salvo nuevos personajes o nuevos escenarios. También es un tanto predecible. Sigo pensando que en estas películas se pasan con los flujos humanos. Aún así es entretenida, por lo que para las tardes tediosas de verano es una buena idea. Y también tiene su momento de humor negro: cuando muere el médico que iba a investigar las causas en Korea.



Puerto de Canencia - Puerto de la Morcuera

Quería llegar al puerto de la Morcuera desde el puerto de Canencia. Estaba decidida a ello y me lo he propuesto esta mañana. Mi fallo ha sido no tener en cuenta la distancia, aunque si llego a saberla antes quizá no hubiera emprendido el camino. Pensaba que la Morcuera se hallaba a 5km de Canencia, pero en realidad se halla a 11km. Cuando he pasado el hito de 6km me he empezado a mosquear, pero no ver el hito de 7km y no ver el final del pinar me han decidido a regresar. Hay que saber cuándo darse la vuelta.
No puedo considerar no llegar como un fracaso, a pesar de no alcanzar mi meta. He andado unos 12km en total entre la ida y la vuelta y eso para mí es bastante. En realidad creo que con más tiempo y con algo más de comida a cuestas habría podido alcanzar mi objetivo porque me sentía bien de pulsaciones y respiración, aunque también hay que añadir otros factores limitantes: mi sobrepeso, mi falta de resistencia y sobre todo las lesiones, que me han estado fastidiando todo el camino.
Aún así la ruta ha merecido la pena. Es bastante más asequible que el Camino Schmidt y prácticamente hay sombra durante todo el trayecto, siempre y cuando se haga temprano. La pista es buena, está bien señalizada por la GR-10.1 y apenas hay desnivel. Además empezando desde Canencia el camino es agradecido porque la vuelta es prácticamente cuesta abajo. La senda tiene además algunas fuentes donde poder abastecerse de agua, y varios arroyos donde poder refrescar los pies. Animales he visto poco, salvo los salvajes de los ciclistas de montaña. Entre la vegetación, además de los pinos, es posible ver algún abeto, roble, acebo y serbal de los cazadores; me falta por identificar un matorral bastante abundante.

Ahora me siento un poco cansada, así que mañana en el gimnasio tendré que tomármelo con calma.

jueves, agosto 01, 2013

Reencuentros de verano



Hoy comienza el W:O:A 2013 y por primera vez en diez años no iré al festival. Las circunstancias de la vida mandan, aunque también hay cierta visión cortoplacista que me lastra. Y esta semana he empezado a sentir añoranza no sólo por el festival (coño, encima va Rammstein), sino también por Hamburgo y Schleswig-Holstein: echo de menos los horizontes infinitos, los molinos de viento, hacer una parada en el dique de Friedrichskoog, subir a Westerheversand a ver el Wattenmeer, ver las atracciones del Dom, tomar una cerveza en el puerto de Hamburgo, pasear por Hafencity (a.k.a Gotham)...A ratos me pregunto ¿qué hago yo aquí en la oficina?

Como contrapartida este año trae reencuentros. El primero, con el mar. Sí, es posible ver el mar en Alemania; también lo he podido ver en otros viajes. Me refiero más a un rencuentro físico, a la comunión con el mar. Sigue siendo una de las mejores experiencias de libertad y abandono que he vivido. Allí es posible olvidarlo todo, al menos durante unos momentos, como si nada tuviera importancia. Esa sensación es balsámica.

El segundo reencuentro a destacar es la celebración de Lughnasadh, la primera cosecha del año. Ya ni recuerdo cuándo fue la última vez. Me ha venido a la mente una ocasión en la que durante una meditación recibí una clara respuesta a la pregunta que me rondaba; me sobresalté un poco, pero me ayudó a ser paciente ¿Ocurriría lo mismo ahora? Esta tarde lo comprobaré. En realidad no quiero forzar las cosas, simplemente quiero dejarme llevar. Aunque me da miedo pensar que este año mi cosecha será (o está siendo) bastante kármica y siempre es duro afrontar las consecuencias. En todo caso, agradeceré las lecciones, por complicadas que sean.