La suerte de tener una hermana consultriz es poder usar sus flight-backs para hacer turismo. Así que me voy de puente a ver la Campania italiana. He consultado el Google Earth y parece que vamos a estar alojadas a los pies de un volcán próximo al lago Averno, donde los clásicos situaban una de las puertas del infierno. La idea me parece romántica y ha bastado simplemente eso para que me apetezca hacer el viaje. Además, asegura mi hermana que el hotel tiene unas bonitas vistas al golfo de Nápoles.
Ahora sólo me queda superar el "modo viaje" en que me configuro siempre que inicio uno. No sé por qué los viajes de ida me causan tanta ansiedad. Se me pone un humor pésimo y me entra la obsesión de dejar las cosas resueltas en Madrid: unas veces me da por mandar mensajes de despedida, otras de limpiar la casa. Hoy, precisamente, estoy haciendo galletas de sésamo para endulzar el morro a los que aquí dejo. Si no fuera porque estas actividades me ayudan a concentrarme en algo, debería tomármelas en serio y combatirlas.
Sé que todo este sentimiento no es más que miedo al cambio, el miedo a dejar mi "área de confort", miedo a lo desconocido. El caso es que desaparece nada más emprender el viaje, pero hasta entonces, lo paso un poco mal. Sobre todo si viajo en avión: el despegue se me hace muy intenso. Vamos, que no necesito ir hasta Italia para conocer el infierno, porque ya llevo el mío propio conmigo.
Ahora sólo me queda superar el "modo viaje" en que me configuro siempre que inicio uno. No sé por qué los viajes de ida me causan tanta ansiedad. Se me pone un humor pésimo y me entra la obsesión de dejar las cosas resueltas en Madrid: unas veces me da por mandar mensajes de despedida, otras de limpiar la casa. Hoy, precisamente, estoy haciendo galletas de sésamo para endulzar el morro a los que aquí dejo. Si no fuera porque estas actividades me ayudan a concentrarme en algo, debería tomármelas en serio y combatirlas.
Sé que todo este sentimiento no es más que miedo al cambio, el miedo a dejar mi "área de confort", miedo a lo desconocido. El caso es que desaparece nada más emprender el viaje, pero hasta entonces, lo paso un poco mal. Sobre todo si viajo en avión: el despegue se me hace muy intenso. Vamos, que no necesito ir hasta Italia para conocer el infierno, porque ya llevo el mío propio conmigo.
1 comentario:
¡¡¡¡Puchiiiiiii!!!!
Que ya no nos queda nada para reencontrarnos. Las Xabarinas de Betanzos van a poder estar juntas en el fin de semana disfrutando de las pizzas (una con forma de estrella) y el café (en tu caso)
Me han dicho sitios molones por Nápoles, así que vamos a tener que patearnos la ciudad
Lo dicho, te recojo mañana en el aeropuerto.
Besotes,
KIKI
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