El arroyo de la Angostura (a veces también lo llamo Guarramillas por confusión) se ha convertido en uno de mis lugares favoritos para el verano. Tiene una pega fundamental: llegar allí puede convertirse en algo tedioso: demasiado tráfico por la A-1, demasiados ciclistas en carretera, y por último están los domingueros de volante, que parecen no saber conducir por las carreteras de montaña. La próxima vez lo intentaré por Navacerrada, a ver si hay más fortuna.
Lo bueno de la Angostura es poder bañarse en él. Es una de las cosas que más me gusta hacer en verano: un buen chapuzón en el río. Hoy me he obligado a caminar un poco antes, en parte porque el aire corría fresco y no incitaba al baño directo. Así que tras una hora de caminata (que poco habré recorrido), he vuelto sobre mis pasos y he buscado una poza con suficiente hondura como para poder sumergirme completamente. Esta vez con bikini. Y menos mal, porque el camino estaba muy transitado.
Me gusta más pasear junto al arroyo que por el camino principal, pero es un camino complicado y en el que se avanza poco. Quizás si hoy hubiese tenido mejor día habría podido llegar a la poza de Sócrates. Pero cuando he visto cómo ascendía el camino, bajo el sol de mediodía, he descartado esa posibilidad. Estaba un poco baja de energía, y necesitaba comer algo. Menos mal que llevaba chocolate en la mochila.
Junto al río el tiempo parece pasar de otra manera. Es como estar metido en una burbuja. Allí no importa nada, todo es tranquilidad y sosiego. Allí todo parece en orden. Podría llamarlo "felicidad".
Podría pasar horas, no ya bañándome, que el agua bajaba hoy más fría, sino viendo correr el agua. Además de las habituales mariposas y libélulas, hoy he visto truchas ¡y renacuajos!. También he visto cómo una lagartija bajaba al río a beber agua, algo que no había visto nunca. Me he preguntado si habría lagartijas torpes que pudieran caer al agua intentando beber, pero seguro que salen nadando, como las iguanas.
Podría pasar horas, no ya bañándome, que el agua bajaba hoy más fría, sino viendo correr el agua. Además de las habituales mariposas y libélulas, hoy he visto truchas ¡y renacuajos!. También he visto cómo una lagartija bajaba al río a beber agua, algo que no había visto nunca. Me he preguntado si habría lagartijas torpes que pudieran caer al agua intentando beber, pero seguro que salen nadando, como las iguanas.
Y así han pasado las horas, entre chapuzones de agua y observaciones del paisaje. No ha sido una mala mañana.